LUNES 11 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Iván Restrepo Ť
El imperio de los tubos
Uno de los asuntos a los que el presidente Fox y el maestro Víctor Lichtinger (ahora responsable de los asuntos ambientales) prometen conceder atención prioritaria es al de la conservación y uso racional del agua. Es de tal magnitud el problema que enfrentamos por malgastar un recurso básico para la vida en el planeta que, de no tomar medidas radicales, la falta del vital líquido impedirá el sano desarrollo de México. El del agua es un tema que aparece al comienzo de cada sexenio y en las celebraciones cívicas referidas a dicho recurso, mas luego se suma a los muchos otros pendientes nacionales.
Pero olvidemos por un momento promesas incumplidas. Mejor pongamos a prueba el cambio que tanto pregonan el Presidente y sus cercanos colaboradores trayendo a colación el reciente anuncio del alcalde de Tlalnepantla: durante su gestión entubará el río Los Remedios, que en cierto trayecto sirve de límite entre el estado de México y el Distrito Federal. Se trata de la obra más ambiciosa de ese municipio en los próximos tres años. Costará 500 millones de pesos y tendrá una extensión de 6 kilómetros y medio sobre los cuales se trazará una vialidad alterna a la avenida Mario Colín.
Se pretende, así, terminar con los problemas de un río que inunda varias colonias pobres en época de lluvias y que, además, es foco de enfermedades al estar contaminado por aguas negras domésticas e industriales. Su cuenca también ha perdido capacidad de conducción, pues se le tiene como basurero. Sin embargo, en Tlalnepantla piensan repetir los errores cometidos en la ciudad de México en los cuarenta y cincuenta: entubar ríos para después hacer vialidades. Así, dimos cuenta de varias decenas de ellos, desde el Churubusco y el Tacubaya, hasta el de La Piedad, el Becerra y el Mixcoac. Los gobernantes de entonces confundieron la modernidad con la irracionalidad, al acabar con las corrientes naturales de agua que dieron lustre y esplendor al valle. Hasta un servicio de barcos de vapor funcionaba hace cien años para comunicar la ciudad de México y Chalco.
Mientras en el resto del mundo los gobiernos se dedican exitosamente a limpiar los ríos que cruzan las ciudades, a convertirlos en atractivo turístico, fuente de humedad y empleo, aquí los entubamos para que corran sobre sus antiguos cauces miles de coches que ensucian la atmósfera.
Aunque el río Los Remedios está contaminado, lo que procede es evitar que los desechos de hogares e industrias lleguen a su cauce, instalando drenaje urbano y tratando las aguas provenientes de las fábricas por medio de los modernos sistemas que hoy existen y que permiten reutilizarlas en diversas actividades productivas. Además, al entubarlo se desperdicia agua limpia que baja de las montañas cercanas a su cuenca o la que cae en la época de lluvias.
El valle de México tiene ya serios problemas por la sobrexplotación del subsuelo, por no captar el agua de lluvia, por gastar millones de pesos en traerla de sitios lejanos, para luego sacarla sucia hacia el mar. Cada seis años, las autoridades correspondientes prometen cuidar y captar hasta la última gota de un líquido insustituible y evitar así lo peor. Los resultados los tenemos a la vista y no son nada alentadores. En el caso del río Los Remedios se quiere atacar la enfermedad con medidas inadecuadas, en vez de ir al origen del problema: la falta de drenaje y la violación a la legislación sobre la calidad de las aguas provenientes de la industria.
Si de ahora en adelante la congruencia no será convidada de piedra al tomar decisiones en las que el ambiente juega un papel clave, urge revisar el proyecto antes mencionado para evitar otra vez errores que tanto han costado a todos. Y que, por lo general, abultaron los bolsillos de funcionarios y contratistas.