SABADO 9 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Estoico, soportó tumultuosa carga de insultos tras dejar el poder en Chiapas
Acribillan metralletas de aire a Albores Guillén
Ť En la asunción de Pablo Salazar el presidente Fox, feliz, sólo faltó dos veces al protocolo Ť El nuevo gobernador emitió una explicación distinta de las causas del levantamiento zapatista de 1994
Julio Hernández López, enviado Ť Miles de ametralladoras de aire acribillaron ayer a Roberto Albores Guillén en sus primeros minutos como ex gobernador.
Puesto en el paredón de su desgracia política, el priísta soportó con estoicismo la multitudinaria carga de rechiflas, abucheos, mentadas y otro tipo de insultos verbales y gestuales.
No fue el único en ser pasado por las armas populares: al mismísimo señor diputado local, y presidente de la Gran Comisión del Congreso del estado, y recién impuesto -el pasado domingo- por Albores como presidente del comité estatal del PRI, Mario Culebro (con b, es decir, no con v, mucho menos sin ella) le fue todavía peor, con mayores disparos de artillería de repudio e, inclusive, con segmentos del público dándole la espalda para no hacerle caso mientras pronunciaba un discurso de largos, increíbles 15 minutos que se había acordado no hiciera, pero que, finalmente, quiso leer como una especie de testamento político alborista.
Nomás dos infracciones
Todo eso sucedió en el Polyforum Mesoamericano, habilitado como recinto oficial por los diputados locales para que Pablo Salazar Mendiguchía rindiera protesta como gobernador en un sitio amplio.
Testigo de honor era el presidente Vicente Fox, quien en esta ocasión sólo cometió dos tipos de infracciones reglamentarias: una, repetitiva, es decir, sin atenuantes, al aplaudir diversos pasajes del discurso de Salazar (con entusiasmo no visto en la única otra asunción ajena a la que ha asistido, la de Andrés Manuel López Obrador), seguramente sin saber que el ordenamiento de las sesiones del Congreso local prohíbe la emisión de aplausos y demás elementos perturbadores del buen ejercicio legislativo, y que así se había hecho saber al inicio de la sesión.
La segunda falta de respeto al protocolo se dio ya al final de la sesión, cuando la gente gritaba su nombre, con la esperanza de que hablara y, a cambio, Fox simplemente se levantó de su asiento y a Pablo, que le siguió en el erguimiento, le alzó el brazo, como un réferi a un vencedor, sin respeto alguno por un proceso legislativo que ni había terminado ni le autorizaba para hacer maniobras personales.
Por lo demás, el presidente Fox estaba feliz y no procuraba disimularlo demasiado. No se le vio aburrido, distante ni mero cumplidor de protocolos, como el día en que hubo de escuchar al tabasqueño en Donceles. Los relojes políticos de Fox y de Salazar parecen estar en sincronía y ambos tendrían razones suficientes para disfrutar el destazamiento del alborismo que quiso convertir a Chiapas en reducto de Francisco Labastida y que obstruyó con cuanto pudo la candidatura de quien ahora le ha sucedido.
La Cocopa reconstituida critica al zedillismo
Los ajustes de cuentas llegaron ayer, desde luego, aunque con menor estruendo, al propio zedillismo.
La victoria de Salazar es una victoria de la Cocopa que se enfrentó años atrás con el entonces presidente Ernesto Zedillo. Salazar sufrió hostilidad política manifiesta, tanto del presidente, en persona, como del aparato priísta en general.
Y, como él, otros que en su momento defendieron los acuerdos de San Andrés y que sostuvieron con entereza que el presidente Zedillo estaba faltando a la palabra empeñada.
Allí estaba, por ejemplo, don Luis H. Alvarez, el hombre al que Emilio Chuayffet, entonces secretario de Gobernación, aseguró que el gobierno federal estaba de acuerdo con la iniciativa de ley fundada en los acuerdos de San Andrés. Chuayffet está hoy en el desván, repitiendo a quien lo quiere oír que en su momento aprobó la tal iniciativa sin querer, a causa de algunos mareadores chinchones de más.
En cambio, Alvarez es ahora el comisionado del gobierno federal para la paz; Salazar es el gobernador de Chiapas y abajo, en
las primeras filas, asisten a la ceremonia Jaime Martínez Veloz, otro de aquellos cocopos, que ahora es diputado federal por uno de los distritos de Baja California y que ha vuelto a formar parte de la Cocopa.
Otros priístas que asisten al acto, y a los que no se puede mezclar con Chuayffet ni con Albores -por citar algunos puntos de comparación- son Mario Luis Fuentes, ex director del DIF y del IMSS, a quien le tocó empujar desde dentro del sistema en favor de posiciones avanzadas que provocaban agruras a muchos del círculo zedillista ortodoxo, y Javier Guerrero, quien también fue diputado federal cocopo incómodo y ahora es secretario de finanzas del gobierno de Coahuila.
Una nueva visión desde el poder
El discurso de Salazar, debe decirse, fue muy bueno. Y bien pronunciado. Pablo supo darle fuerza en los momentos adecuados. Pero pudo haberlo dicho a tropezones, y con voz débil, y sin embargo sería igualmente importante porque, en esencia, el nuevo gobernador trazó como nunca antes lo había hecho nadie desde el poder, una explicación distinta de las causas del levantamiento zapatista de 1994 y, al mismo tiempo, planteó medidas interesantes encaminadas a abrir el cauce a una verdadera pacificación con justicia y dignidad.
Pase de lista
Allí mismo, abajo, como invitados especiales, el presidente de Guatemala, Alfonso Portillo; los perredistas Cuauhtémoc Cárdenas -a quien saludó de mano Fox dos veces, una al llegar éste al auditorio; otra al despedirse-, Amalia García, Rosario Robles -quien ya se va de vacaciones-, Jesús Zambrano, Jesús Ortega y Julio Moguel, entre otros; el panista Luis Felipe Bravo Mena; Manuel Camacho; Dante Delgado; los gobernadores Ricardo Monreal -preparándose para la reunión de todos los mandatarios con Fox hoy, en León, para discutir un proyecto presupuestal alterno-, Alfonso Sánchez Anaya y José Murat -quien ayer envió al Congreso de Oaxaca una iniciativa de amnistía para favorecer a los indígenas encarcelados durante el gobierno de Diódoro Carrasco acusados de pertenecer al EPR.
Y los nuevos personajes del poder: el canciller Jorge Castañeda, Florencio Salazar Adame, Rodolfo Elizondo y Martha Sahagún, a la que también saludan a gritos desde las vallas, famosa ya entre la raza.
Y promotores del voto útil, como Joel Ortega, buscando una audiencia útil con el presidente Fox y explicándole y consultándole al general Tamayo, jefe del Estado Mayor Presidencial que "ya me dijo el Presidente que me subiera a la camioneta con él, Ƒeh?".
Y acompañantes distinguidos como Edward James Olmos, el actor que pasará una semana recorriendo la montaña chiapaneca, para verificar si de verdad se han retirado retenes y emplazamientos militares.
Y Samuel Ruiz, que literalmente echó en corrida cuando los reporteros quisieron entrevistarlo antes de que iniciara la ceremonia. šSantas zancadas, don Sam!
Nunca falta(n) un(os) pero(s) en la sopa
Pero... siempre el pero. Todo suena bien. Pablo parece sincero y resulta convincente. Las medidas anunciadas son plausibles. Retumbó en sus centros la tierra cuando dijo que los chiapanecos son los primeros en preguntarse dónde están los fondos federales envi
ados para esa entidad, y cuando pidió al presidente Fox que audite el gasto del erario nacional hecho en esas tierras de pobreza. Y la gente, encendida, gritaba šDuro, duro!, y desahogaba rabias contra aquel déspota no ilustrado al que ahora llamaban šRatero!, šCorrupto!, šAsesino! y al que atacaban con otras palabras de mayor sonoridad.
Pero... Pero pareciera haber demasiada grilla alredor de Salazar. Grupos, corrientes, intereses peleando posiciones, impugnándose desde ahora, preparando las zancadillas venideras. Unos critican a Emilio Zebadúa por ser chilango, aunque tenga raíces chiapanecas porque su padre es de acá. También censuran la extranjería de César Chávez, nombrado coordinador de asesores. Otros alertan sobre la presencia de algunos representantes de los grupos de Patrocinio González Garrido y de Jorge de la Vega.
Pero... Pero además, hay personajes inquietantes. Nadie trae guardaespaldas más que uno: Mariano Herrán, el ex comisionado nacional contra las drogas que ahora es procurador estatal de Justicia. No se cuida de nadie de acá, dicen sus críticos, sino de las broncas de otros lados que alguien podría querer cobrarle en el sureste. Herrán recibe peticiones de indígenas que reclaman justicia. Los atiende con un aire distante, como midiéndolos, como sin querer perder porte. Va vestido con un impecable traje azul, zapatos de piel cara y un Rolex de oro y acero. Es el procurador de los pobres chiapanecos, siempre con un hombre cuidándole las espaldas.
Se cierra un capítulo. Albores y su larga noche parecen quedar atrás. La arbitrariedad, la corrupción, la injusticia, las decisiones pasadas por alcohol, el uso del erario para campañas priístas y para enriquecimientos privados, la soberbia y el desquiciamiento parecen quedar atrás. Pablo insiste en que es necesaria la reconciliación. Y reitera la necesidad de que haya paz con justicia. Tiende puentes reales hacia el zapatismo. Censura a quienes -no lo cita, pero es Zedillo- apostaron a que el movimiento guerrillero se pudriera o se olvidara. Promete cumplir siempre la palabra ofrecida.
Pero... pero...
Postdata: Una garganta profunda envió a la columna "Astillero" una versión que no puede esperar al lunes, cuando se vuelve a publicar esa sección: el consejo nacional del PRD, que sesionará hoy y mañana, acordará que en marzo se haga el congreso nacional -probablemente el 21 juarista- y que en diciembre se elijan las directivas de los comités del sol azteca, desde los municipales hasta el nacional, que dejaría Amalia García.