MIERCOLES 6 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť En Chile, una Constitución heredada de la dictadura que nadie quiere, señaló


Rechaza el mandatario intervenir en el proceso judicial

Gabriela Fonseca Ť El presidente chileno, Ricardo Lagos, sostuvo que en su país existe una Constitución "que los chilenos no queremos", y para resolver esto tendría que haber condiciones para abrir un debate institucional con la ciudadanía como tema, porque el gran reto de las democracias, aseguró, es retomar ese debate.

Al término de una conferencia magistral ofrecida en el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), el gobernante chileno insistió en que no intervendrá en el proceso judicial que enfrenta el ex dictador Augusto Pinochet.

Y a pregunta de los periodistas subrayó que las instituciones implicadas en el tema están cumpliendo con su deber. Reafirmó nuevamente que no hay descontento o tensión dentro de las fuerzas armadas.

En la conferencia magistral, dictada el lunes pasado, Lagos definió como una situación de "ciudadanos versus consumidores" al giro que han dado las democracias del mundo, en especial en América Latina, al comienzo de un nuevo milenio, en un modelo en que el concepto de ciudadano ha dejado de evolucionar como vino haciéndolo en los dos últimos siglos.

Este retroceso, dijo, amenaza el desarrollo de las naciones pues vulnera el fundamento mismo de la democracia: la igualdad de todos los ciudadanos.

Lagos afirmó su formación socialdemócrata al señalar que el desarrollo democrático comenzó cuando se creó un concepto de ciudadano en contraposición con el de súbdito, como resultado de una serie de revoluciones con las que se fueron definiendo las condiciones del ciudadano; es decir, derechos, obligaciones e igualdad para todos.

Afirmó que en los últimos dos siglos se han ampliado estos conceptos y han surgido derechos ciudadanos que no estaban incluidos en la idea original del ciudadano, como es el derecho a la educación y al trabajo, o bien los derechos humanos, además de que se ha experimentado una universalización de estos derechos.

Lagos, sin embargo, ve que luego de estos procesos ha habido retrocesos a partir del surgimiento en las sociedades de la noción del consumidor, que en muchas ocasiones se ha confundido deliberadamente con la de un ciudadano a pesar de que ambas ideas se oponen mutuamente.

La ciudadanía supone una igualdad de todos, mientras que los consumidores, por definición, son desiguales, pues no todas las personas de una sociedad son consumidores. En esto radica lo que él llamó "el dilema del sistema democrático".

En estas sociedades aseguró, las "cabezas se cuentan, ya no se cortan" como ocurría en los tiempos en los que no existía el concepto de igualdad entre ciudadanos, pues prestar atención a los derechos de los consumidores por encima de los de los ciudadanos ha frenado debates institucionales que podían haber contribuido a procesar diferencias, ya que al parecer desde hace un tiempo en el fondo de todos los debates lo que está presente son niveles de inversión.