MARTES 5 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť Se rindió homenaje en la FIL a la periodista Cristina Pacheco


Enfrentar a la realidad y la ficción, doble locura que da sentido a mi vida

Ť Uno tiene derecho a sus sentimientos, por eso no preparé un texto, aceptó

Ť Culminó la versión 14 del prestigiado encuentro libresco de Guadalajara

César Güemes, enviado, Guadalajara, Jal., 4 de noviembre Ť Todos coincidieron en que es una conversadora profesional. Eso quiere decir, si a profesiones nos remitimos, que Cristina Pacheco es una periodista.

PREMIO FERNANDO BENITEZ 03El homenaje que de manera anual se brinda en la FIL a un destacado comunicador le correspondió este año a ella. Ante el lleno del auditorio Juan Rulfo, la autora de La luz de México aceptó: ''Estoy en un brete, primero porque no quise preparar un texto. Debí hacerlo, pero creo que uno tiene derecho a sus sentimientos y a correr el riesgo de ellos. Además, estoy habituada a encontrarme del otro lado de la mesa, a ser la que prepara los homenajes a quienes tanto lo merecen. Me parece extraño estar aquí, pero finalmente estoy y tengo que asumirlo".

A su lado estaban Braulio Peralta, Miguel Angel Granados Chapa, Rogelio Carvajal, Sergio Saldívar, Rossana Reguillo, Fernando González Górtazar, Margarita Sierra y Raúl Padilla López. El agradecimiento era mutuo del público hacia Cristina Pacheco, de ella hacia todos sus lectores en vivo y en directo:

''Me encanta la idea de que me hayan dado este premio pero debo advertir que es un premio a una especie de doble locura. La doble locura que da sentido a mi vida y que consiste en enfrentarme con la realidad y con la ficción. Porque la realidad como periodista me pone unas trampas terribles. Yo voy permanentemente tras ella. Todo el tiempo, de día y de noche. No tengo descanso, pero jamás llego a detenerla. Y algo más ocurre todos los días.

''La realidad es tan sabia, tan perfecta, tan rica, que nunca es realidad. De pronto, siento que la agarré y se convierte en fantasía. Se desborda y acabo por aceptar que más bien parece una historia, sin embargo lo estoy leyendo en las páginas de la realidad, de lo cotidiano, de lo que vivimos ustedes y yo todos los días. No tengo escapatoria, no tengo tregua, pero tengo una compensación: hacerle trampa a la realidad. Arrancarle un pedazo y guardármelo, no se dónde, para después, en ese lugar donde trabajo siempre, convertirlo en una historia, donde todo ocurre, al menos al principio, como yo quiero. Para que eso suceda tengo que ser dócil, debo doblegarme a las exigencias de la realidad. Tengo que aceptar que sea, precisamente, el ritmo de las palabras que usamos todos los días el que me permita contar un pedazo de la realidad para transformarlo en fantasía, en ficción".

La perfección de la rosa

Entre el público, José Emilio Pacheco, Vicente y Alba Rojo escuchaban a Cristina: ''Mi vida de periodista es inagotable. Me brinda toda clase de experiencias que lamentablemente no tengo la sabiduría para contar y convertir en historias".

Nadie habría salido en paz del Juan Rulfo sin escuchar, al menos, una de las narraciones que han caracterizado, domingo a domingo a la creadora del programa Aquí nos tocó vivir: ''Hace poco fui a una casa de asistencia, una casa para locos marginados. Antes de entrar, la trabajadora social me advirtió que ahí vería la vida desnuda, la vida terrible, la vida diaria. Entré pensando que eso iba a suceder y al final de mi caminata encontré algo maravilloso. Un loco derramando lágrimas fascinado ante la perfección de una rosa amarilla. Las flores amarillas son mis rosas predilectas. Me quedé con esa imagen, la quiero guardar. Algún día, cuando tenga un auténtico dominio del lenguaje, cuando tenga la sabiduría que se necesita para ser completamente sencilla, escribiré esa historia que no puedo contarla en el terreno de la literatura. Quiero hacerlo porque yo no puedo cambiar la realidad del loco, no puedo hacer nada para destruir esa casa abominable y terrible. Sólo puedo hacer una cosa, lograr, con las palabras, contar esa historia. Lo conseguiré el día querealmente sienta que en una ficción, en un invento, brillan, en el rostro del loco, las lágrimas y quede para contar la perfección de la rosa, su perfume".

De esta forma concluyó la versión 14 de la Feria Internacional del Libro de Guadalaja. Fue la feria de Cristina Pacheco. Nunca mejor dicho.