LUNES 4 DE DICIEMBRE DE 2000

 

Ť Samuel Schmidt Ť

En pedazos no lo quiero

Veo al país y no puedo más que pensar en la canción aquella donde la pareja desolada le reclama a la amante el desamor y se refiere al corazón diciéndole: ya veo que me lo devuelves/ pero yo te lo dí entero/ yo en pedazos no lo quiero/ te puedes quedar con él.

Nadie en su sano juicio puede pensar que el país se reinauguró el primero de diciembre y mucho menos soñar con el país que dejó Salinas para comparar con el que dejó Zedillo. El salinista, hasta antes de los errores de diciembre, y gracias a fabulosos actos de prestidigitación, parecía ser un modelo ideal. Bueno, casi parecía una maravilla comparado con el país que deja Zedillo, plagado de bombas de tiempo que están estallando una por una.

Tenemos líos estudiantiles que no solamente no terminan, sino que corren el riesgo de extenderse y estallar en expresiones incontrolables. Ahí está la UNAM que no encuentra el camino de salida y el intento de provocación de El Mosh en la asamblea del SUTERM.

Malestar entre sectores anteriormente afines y sumisos a la voluntad presidencial. Ahí estuvo la protesta de la burocracia y los tonos elevados de su malestar. No menospreciemos las protestas obreras y mucho menos la de los electricistas que se fastidiaron con la continuidad del cacicazgo.

Problemas económicos muy agudos que ponen en tela de juicio la salud productiva del país. Ahí están el Fobaproa y los otros rescates (carretero, azucarero, banca de desarrollo), que lanzan las obligaciones fiscales a un nivel de compromiso que castigará a la educación y la salud y, por supuesto, al consumo porque al parecer se prefiere aumentar el IVA. Si al estropicio del rescate bancario, que sacrificó a los ahorradores, agregamos el desastre de las cajas de ahorro, que el gobierno ha manejado con toda la torpeza de que es capaz --y es mucha--, veremos que el ahorrador pequeño tendrá que seguir luchando otros veinte años --si le va bien-- para recuperar lo perdido.

ƑRecuerda usted cuando nos querían convencer que debíamos ahorrar? Seguro nunca escuchó el compromiso de vigilar a los financieros, por lo que ahora encontramos que nuestros ahorros se los robaron. Esto provocará que la fuerza de trabajo tarde más en retirarse y que tenga que competir contra los jóvenes que requieren de empleos que no se crean.

El gobierno de Zedillo nos deja sin política industrial y sujetos a los vaivenes de la economía internacional que, entre otras cosas, exige salarios bajos para que seamos competitivos.

Fox ha caído en la trampa y está dispuesto a seguir castigando al asalariado. Un aumento en el salario mínimo de 8.5 por ciento es simplemente suicida. No poca tensión causará el intento de desmantelamiento del sector paraestatal de la economía. Con los neoliberales éste dejó de servirle a la sociedad, distorsionó el sentido social de los subsidios y, al igual que en otros países, la privatización produjo un impacto negativo sobre el consumidor, que en nuestro caso es de ingresos muy limitados. Sume usted el costo creciente de electricidad, gas, gasolina y congele los salarios y conseguirá seguir cavando el hoyo en que estamos sumidos.

Por supuesto que no podemos dejar de hablar de la pobreza y cómo ésta nos ancla para poder desarrollarnos y competir con efectividad. Conforme pasa el tiempo, las oportunidades en el mundo se restringen porque muchos países han dado los pasos adecuados. México equivocó las prioridades provocándose un rezago muy peligroso. Nuestra sociedad tiene una escolaridad muy limitada, no más de primaria, mientras que nuestros socios del TLC tienen 12 años. No hemos logrado erradicar enfermedades como tuberculosis o cólera que se alimentan con el hambre.

Por si todo esto fuera poco, el país está sumido en un proceso de avance de las mafias y el hampa, que no solamente nos ahogan en un baño de sangre, sino que han penetrado lo más alto de las esferas de gobierno, ampliando la corrupción a niveles nunca vistos.

La descomposición en el gobierno y el derrumbe en la calidad de los gobernantes no es para preocuparnos menos. Los suicidios de funcionarios nos sugieren que algo muy grave sucede como para orillarlos a decisión tan extrema. Por supuesto que la secrecía que rodea estos casos atiza la imaginación pública hasta niveles inimaginables. Imagínese que vox populi dice que el Renave era de los hijos de Zedillo y Blanco y que por eso el tema llegó tan lejos.

Este no es el país que le entregamos a Zedillo. Nos lo devuelve en pedazos. Pero en contra de la canción, mejor lo tomamos para repararlo, porque de tenerlo un poco más, en una de ésas no hay nada que devolver.

Veálo usted con optimismo. Hasta de un mal romance se recupera el corazón, esperemos que de un pésimo gobierno se recupere el país.

 

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