LUNES 4 DE DICIEMBRE DE 2000

 

Ť Iván Restrepo Ť

ƑEl megaproyecto del nuevo gobierno?

Especialmente en la última década, diversos voceros oficiales y de la iniciativa privada han señalado la conveniencia de establecer un moderno sistema de comunicación en el Istmo de Tehuantepec que permita unir por tierra los océanos Atlántico y Pacífico. Los puntos de referencia serían los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz. No sólo se trata de una vía para transportar rápida y eficientemente mercancías y personas, sino de explotar los inmensos recursos hídricos, petroleros, azufreros, forestales, pesqueros, agropecuarios y turísticos del sureste. De llevarse a cabo, sin duda sería el más importante proyecto de México en el nuevo siglo por sus implicaciones humanas, ecológicas, así como en materia de recursos naturales y de soberanía.

En efecto, el Istmo de Tehuantepec es sitio clave en el escenario geográfico y cultural de nuestra nación, como bien demuestran los estudios del maestro Alejandro ToledoŤ. En el más reducido espacio entre los dos océanos que bañan nuestra República, se encuentra una enorme gama de microclimas, nichos ecológicos, riqueza faunística y florística. Es también lugar único entre las zonas tropicales de América.

No menos asombrosa es su historia humana. Desde las primeras épocas de la civilización mesoamericana ha sido asiento de las culturas olmeca, zoque, popoluca, nahua, mixe, zapoteca, huave y chontal. Todas ellas han enriquecido con sus aportes la vida de la región.

El Istmo tuvo una importancia geopolítica de primer orden en el mundo prehispánico al ser lugar de tránsito y de encuentro entre los pueblos del altiplano y los mayas del sureste. Hace cinco siglos, los conquistadores españoles entendieron que se trataba de una región estratégica: era el sitio ideal para una ruta comercial entre el Lejano Oriente y Europa. Desde entonces, establecer una comunicación interoceánica a través de un canal o una vía terrestre es sueño de nuestros gobernantes y de las grandes potencias. Dos de ellas, Gran Bretaña y Estados Unidos, quisieron apropiarse por diversos medios de esa porción del país.

Hace poco más de cien años, parte de ese sueño transístmico se hizo realidad con el ferrocarril que comunicó a los puertos de Coatzacoalcos, en el Atlántico, y Salina Cruz, en el Pacífico. El tren sirve todavía para llevar mercancías y materias primas entre los dos océanos. Sin embargo, la construcción del canal de Panamá hizo olvidar la idea de abrir una vía navegable.

Pero ese viejo sueño transístmico vuelve a tomar forma a través de diversas propuestas técnicas alentadas desde el sector público. Estamos hablando de una magna empresa que parece destinada a entregar a los grandes capitales nacionales y extranjeros la explotación de los invaluables recursos naturales que existen en la citada región. Quizá por eso los mexicanos desconocemos su contenido, alcances y los beneficios reales que traería a la población, en especial a la que allí vive y tiene sus raíces desde tiempos remotos.

Ahora que el nuevo gobierno promete no hacer nada a espaldas del pueblo que afecte nuestro patrimonio natural y cultural, es obligatorio analizar en detalle lo que se proponga para el Itsmo, pues de lo contrario pueden destruirse los incalculables tesoros biológicos, los recursos naturales no renovables y un patrimonio cultural acumulado durante siglos. No han podido acabar esa enorme herencia ni siquiera los programas oficiales de las últimas décadas, que en vez de bienestar trajeron pobreza y desequilibrios naturales y sociales. Y si se quieren dos ejemplos al respecto, Coatzacoalcos y Salina Cruz sirven muy bien para mostrar lo que ha ocurrido.

La última administración aseguró a diestra y siniestra que íbamos al desarrollo sin depredar. No fue así. Los funcionarios que acaban de tomar posesión de sus cargos dicen que harán las cosas diferente. El proyecto del Istmo servirá para comprobar si, finalmente, tendremos desarrollo sustentable o más de lo mismo. Por lo pronto, urge sacar a la luz pública los documentos con la propuesta de tan magna obra. Ť

 

Ť De consulta obligada es su libro Geopolítica y desarrollo en el Istmo de Tehuantepec, editado por el Centro de Ecología y Desarrollo.