DOMINGO 3 DE DICIEMBRE DE 2000

 


Ť José Antonio Rojas Nieto Ť

Pemex y CFE: Ƒpor qué las diferencias?

Sin duda, se puede compartir la alegría que provoca el cambio de gobierno. Más de 70 años con el mismo partido no pueden agradar a nadie, ni siquiera a los priístas, que poco a poco fueron traicionando sus propios principios de democracia y justicia social. No más partido de Estado. No más control corporativo. No más presidencialismo ƑEsto también? Bueno, no hay felicidad completa. No todo se puede. Menos aún -parece- cuando se trata del proyecto energético del nuevo gobierno. Da la impresión de que en este campo Fox aceptó heredar algunos de los compromisos contraídos por el anterior gobierno. Por eso el jaleo por lograr un cambio constitucional antes del cambio, tomando como base la mismísima iniciativa presentada por el ex presidente Zedillo al Senado de la República, cuyo texto no ha experimentado, hasta hoy, ninguna modificación. Si esto no es así, si el presidente Fox realmente ha pensado en una nueva alternativa, cómo explicar entonces el tratamiento diferenciado en las industrias eléctrica y petrolera.

Para el caso eléctrico, Vicente Fox aseguró este viernes que se promoverá la apertura a la inversión para crecer en la generación, sin alterar las condiciones de quienes trabajan para la CFE; y a pesar de que prometió no privatizarla ni vender ninguno de sus activos, no le prometió un futuro en el marco constitucional vigente. En cambio, sí lo hizo para Pemex. Para el caso petrolero sí aseguró un futuro dentro de la Carta Magna vigente: "Pemex continuará como propiedad exclusiva de la nación", afirmó categórico. Más aún, Fox prometió a la paraestatal petrolera algo que no prometió a la CFE: 1) transformarla en una empresa manejada con criterios de eficiencia y sujeta a criterios de vanguardia a nivel mundial; 2) convertirla en una empresa con sensibilidad para las regiones, los estados y los municipios en los que opera; 3) crear un consejo de administración verdaderamente profesional, compuesto por representantes de los sectores privado, público, académico y sindical, responsable de las decisiones estratégicas y de inversión de Pemex.

ƑPor qué no atender los retos de la industria eléctrica dentro del marco constitucional vigente?ƑPor que no transformar a la CFE en una empresa manejada con criterios de eficiencia y sujeta a criterios de vanguardia a nivel mundial?ƑPor qué no crear para CFE un consejo de administración verdaderamente profesional, compuesto por representantes de los sectores privado, público, académico y sindical, responsable de las decisiones estratégicas y de inversión? ƑPor qué seguir con el argumento engañoso de que la industria eléctrica le resta recursos fiscales a hospitales, escuelas, desarrollo de comunidades indígenas y al combate a la pobreza, cuando, por el contrario, genera excedentes que permiten subsidiar el consumo eléctrico residencial y agrícola? ƑPor qué negarse a aceptar, también una y otra vez, que este subsidio eléctrico debe pagarse -es decir, con resursos ficales-, que no es responsabilidad de una empresa eléctrica como la CFE, solvente y productiva, capaz de generar la mayor parte de los recursos necesarios para su expansión?

Por razones que exigen más explicación y, sin duda, mayor debate social, el presidente Fox desdobló su discurso en dos visiones distintas para dos empresas cuyo origen y función es el mismo, sustentadas en los mismos principios constitucionales e inscritas en la misma aspiración social. ƑPor qué esa diferencia? ƑPor qué no atender con su renovada visión, la posibilidad de una unión estratégica de Pemex y CFE? ƑQué origina las diferencias? ƑCuál es la razón por la que en el caso de la industria eléctrica no se promete seguir el marco constitucional vigente? ƑNo valdría la pena revisar a fondo esta visión presidencial? Ya no hay presidente electo, ya no hay equipo de transición. Ya hay una propuesta de Estado. No puede quedar sujeta a los ánimos rentistas de empresas y empresarios, algunos de los cuales, al incorporarse al gobierno, tienen hoy responsabilidades sociales nunca antes asumidas que se enfrentan con su anterior práctica, con su anterior visión, y que trascienden con mucho -de veras que sí- el mero respeto a su código de ética, muy importante, pero radicalmente insuficiente para lograr una visión estratégica de Estado.