DOMINGO 3 DE DICIEMBRE DE 2000

 


Ť Adelfo Regino Montes Ť

ƑNunca más un México sin nosotros?

"Nunca más un México sin ustedes" fue la palabra que en su discurso de toma de posesión utilizó Vicente Fox, para dar inicio con una serie de dichos y espectáculos que están inaugurando una nueva forma de populismo gubernamental en relación con los pueblos indígenas. Nadie en el gobierno de Fox ignora las pretensiones políticas e ideológicas al usar la frase aludida. Más bien, constituye una forma astuta de responder a los pueblos y comunidades indígenas, que en octubre de 1996 -reunidos en el marco del Congreso Nacional Indígena- decidimos adoptar como lema fundamental de existencia y pervivencia la palabra "Nunca más un México sin nosotros".

ƑPero que nos da a entender Vicente Fox cuando afirma "nunca más un México sin ustedes"? La respuesta más concreta la podemos encontrar en el discurso pronunciado en la Plaza de la Danza en Oaxaca, en un supuesto encuentro con los pueblos indígenas, cuando ha dicho que los pueblos indígenas "se deben incorporar al desarrollo nacional". Con esta afirmación Vicente Fox ha confirmado la política integracionista que el Estado mexicano ha venido aplicando desde la década de los veinte. Como lo hemos señalado, esta política integracionista tiene como premisa básica que los pueblos indígenas somos pobres por nuestra cultura y pensamiento ancestral. Por ello los representantes del Estado han dicho que se debe transformar, incluso erradicar, la cultura de los pueblos, para que los miembros de éstos tengan acceso al des-arrollo. Pero Ƒqué es el desarrollo? Nadie nos ha dicho hasta hoy qué es lo que exactamente significa esta palabra, pero sabemos que en nombre del desarrollo se ha destruido y exterminado a nuestras comunidades. Los ejemplos más contundentes se reflejan en la construcción de las presas y represas en las diversas regiones indígenas del país, como es el caso de la Miguel Alemán y la Cerro de Oro en Oaxaca.

De modo tal que esta política integracionista a la cual ha aludido Vicente Fox en la Plaza de la Danza -donde por cierto los grandes ausentes fueron los representantes legítimos de los pueblos indígenas de Oaxaca- sólo ha tenido consecuencias que podemos calificar de etnocidas. En cambio, cuando hemos proclamado la palabra "nunca más un México sin nosotros" nos hemos referido fundamentalmente a que esta política etnocida del Estado mexicano debe quedar desterrada para siempre, tal como fue pactado en los acuerdos de San Andrés sobre derechos y cultura indígenas suscritos entre el gobierno federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Es decir, el Estado mexicano, a través de sus representantes, debe abandonar la histórica actitud de exterminio, exclusión, marginación y colonialismo en el trato y la relación con nuestros pueblos indígenas. La demagogia poco nos conduce a este nuevo espíritu.

Hoy día en nuestros pueblos existe la conciencia de que no deseamos integrarnos a un desarrollo nacional que no es el nuestro, sino a partir de nuestras propias culturas y realidades construir una vida digna y justa. Es por eso que se requiere una nueva relación entre los pueblos indígenas, el Estado y el conjunto de la sociedad mexicana. Y, como ya lo hemos dicho, esta nueva relación tiene que partir del reconocimiento constitucional, legal e institucional de los derechos indígenas en los términos acordados en San Andrés y conforme a la propuesta de reformas constitucionales de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) planteada el 29 de noviembre de 1996.

Por eso ahora no basta con el solo hecho de que el martes próximo Vicente Fox envíe al Congreso de la Unión dicha propuesta de reformas constitucionales, sino que hace falta que dicha iniciativa realmente sea aprobada por el Congreso de la Unión, ya que los acuerdos de San Andrés constituyen un pacto firmado en nombre del Estado mexicano. Tampoco basta que sólo se retiren algunos retenes militares en los caminos y carreteras de las diversas regiones en Chiapas, pues en realidad los militares seguirán estando en la zona en conflicto.

No es hora de echar las campanas al vuelo, dado que la desmilitarización debe ir más allá de un simple acto publicitario para ser todo un proceso que finalmente tenga como consecuencia la paz y la armonía en las comunidades y pueblos indígenas. Resolviendo de fondo estos desafíos, los pueblos indígenas de México podemos con dignidad y orgullo ser parte de esta gran casa que se llama México. Mientras tanto seguiremos proclamando, en nuestro corazón y pensamiento, "nunca más un México sin nosotros".