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México, D.F. sábado 2 de diciembre de 2000 
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Editorial
 
FORMAS Y ESTILOS 

SOL La considerada por muchos fiesta de la democracia ha llegado a su fin. Ha empezado la realidad del nuevo gobierno, ante el que la democracia está a la expectativa de que efectivamente se le llene de contenidos sustanciales. 

Los primeros aportes a un nuevo estilo de gobernar hechos por el presidente Fox son originales e inéditos, pero eso dista mucho de significar que sean adecuados y prudentes. 

México es un país y un Estado laico no por capricho, sino por lecciones bien aprendidas de la historia. Nadie le puede impedir al Presidente, como a ningún mexicano, el ejercicio de sus creencias, pero ello no puede ni debe significar dotar a la investidura presidencial de preferencias y alardes religiosos. La pluralidad mexicana merece respeto. Las creencias personales quedan reservadas para la vida privada. 

La vida republicana tiene formalismos que están por encima de las ocurrencias afectivas. Al rendir protesta en el Congreso de la Unión, el Presidente colocó en primer lugar a su familia, por encima de la nación. La innovación no fue afortunada. Y precisamente por el autoritarismo que tanto ha insistido en erradicar, y ayer fue de nuevo enfático en ello, la Presidencia de la República no puede manejarse con base en caprichos personales. Sus palabras le están indicando a él también un comportamiento coherente y respetuoso: "Procedamos con sensatez y valentía a demoler todo vestigio de autoritarismo y a edificar una genuina democracia". 

Más allá de sus innovaciones, podemos considerar especialmente alentador el conjunto de sus planteamientos y compromisos. De ellos destacan su prometido respeto a las fuerzas opositoras y a los derechos humanos, así como la conservación de la educación laica y gratuita. Esperamos, en este aspecto en particular, que se mantenga firme ante las presiones que habrá de tener para modificar esos principios básicos de nuestra vida nacional. 

Alentador resulta su compromiso de combate a la corrupción --verdadera demanda nacional, verdadera urgencia de saneamiento--, en un país donde ha imperado con absoluta impunidad. 

Habrá que poner especial atención al compromiso presidencial de no privatizar Pemex ni la Comisión Federal de Electricidad y la forma en que habrá de llevarse el proyecto de apertura en ambas empresas; por ahora parece haber quedado claro que se ha comprendido el carácter estratégico que las dos tienen en los ya pocos espacios de maniobra de nuestra soberanía nacional. 

Especialmente plausible es también su compromiso de dar prioridad a la solución de la problemática indígena, y en especial al conflicto chiapaneco, para lo cual resulta señal inequívoca el envío al Congreso de la iniciativa de ley elaborada por la Cocopa, y la decisión tomada ayer, y que se empezó a ejecutar de inmediato, de iniciar el repliegue militar en la zona del conflicto. 

Ha llegado ya el momento, para el Presidente y sus colaboradores, de las decisiones firmes, de las propuestas y acciones efectivas, del acto republicano de gobernar con seriedad y prudencia. Ello, desde luego, no implica tampoco una solemnidad a ultranza, tan sólo respeto a ciertas formas que están más allá de los estilos personales.

 

 

La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54