SABADO 2 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť La dirigencia deberá aceptar que ya cambiaron las reglas del juego, dice


El SUTGDF ha dejado de ser un negocio para sus líderes, afirma Ricardo Pascoe

Ť Las administraciones priístas les daban beneficios extralegales a cambio de control corporativo

Raúl Llanos /III y última Ť Las relaciones entre el gobierno capitalino y el Sindicato Unico de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal (SUTGDF) deben modificarse; tendrá que dejar de verse la dirigencia sindical como un negocio y, por el contrario, atender las demandas de sus agremiados, considera Ricardo Pascoe, oficial mayor de la administración local, quien asegura que Rosario Robles y Andrés Manuel López Obrador, mandatarios entrante y saliente, respectivamente, están en esa línea.

Con esa misma idea, funcionarios que integran la Comisión Laboral del GDF consideran que para avanzar en ese camino, el gobierno que iniciará funciones a partir del 5 de diciembre, tendrá que promover dos acciones prioritarias: primera, que sin imponer a ninguna dirección, "abra las puertas para que los trabajadores puedan elegir de manera democrática a sus líderes", y, segunda, definir una adecuada política laboral, que busque fundamentalmente una alianza con los trabajadores.

Las 39 secciones que conforman el SUTGDF --coinciden los especialistas en materia laboral-- deberán estar ajenas a prácticas corporativas, al control de plazas y puestos de confianza, al manejo discrecional del pago de tiempo extra, vales de gasolina, juguetes, lentes, viviendas o cualquier otra prestación, además de acabar con las mafias y redes que surgieron a su interior, y con el marco legal que fomentó la corrupción.

En entrevista, Ricardo Pascoe afirma que "la idea es canalizar la dirección del sindicato a asumir su papel como verdadero sindicato, no como un negocio; los dirigentes sindicales tendrán que aceptar que ya cambiaron las reglas del juego y que ya no está el PRI en el poder. Y es que en las administraciones priístas la costumbre era que a cambio de controlar a las masas trabajadoras, los dirigentes eran tolerados o podían hacer negocio".

Desde un principio, indica, predominaron algunos "usos y costumbres"; no había acuerdos legales por escrito, y ciertos "beneficios" eran extralegales, aunque no precisamente ilegales, pero eso ha ido cambiando. Menciona que en el segundo semestre de este año ya se entregaron uniformes de manera directa a los trabajadores y no a sus líderes; también, el GDF designó a los jefes de limpia. Por ahí se deberá seguir, dijo, aunque reconoce que todavía falta camino.

Se temía enfrentar al sindicato

Fue en la gestión de Rosario Robles que se promovió la creación de una Comisión Laboral que, integrada por funcionarios que tienen una relación directa con los trabajadores, analizara este renglón y planteara soluciones. En esta instancia se acordó la necesidad de que el Gobierno del DF tuviera mayor presencia hacia el SUTGDF.

La justificación a esa propuesta se expuso en la reunión que dicha comisión tuvo el 31 de agosto pasado. En esa ocasión el director de Desarrollo de Personal del GDF, Francisco Pérez Arce, sostuvo: "Todavía hoy existe corrupción tolerada que tenemos que enfrentar, y va a haber un costo político que tendremos que enfrentar".

Y es que desde el principio del gobierno perredista, en 1997, hubo la firme intención de no entrometerse en la vida interna del SUTGDF. Miguel Angel Melgarejo, también funcionario del GDF y presente en la mencionada reunión, detalla así la situación:

"El regente (del entonces DDF) decía quién sería el dirigente (del SUTGDF) y los demás lo acataban; cuando viene el cambio en el sindicato (ya en la gestión de Cuauhtémoc Cárdenas), se espera que el jefe de gobierno les diga quién va a ser, pero como no lo dice, crea una situación crítica". Ante eso, agrega, Jesús González Schmall empieza a pactar "con una de las alas del corporativismo y la estaba beneficiando para llegar a la dirección sindical; en ese momento Cárdenas toma cartas en el asunto y sale González Schmall.

"Los trabajadores de base --dijo en ese entonces--sí esperaban cambios de este gobierno, porque se tenía la certidumbre de que la inmensa mayoría de ellos votaron por Cárdenas, y podemos decir que al final hubo una fuerte decepción, porque a lo largo de los meses fueron comprobando que en vez de debilitar al corporativismo, éste se fortaleció.

"La burocracia sindical decía (en 1997) que venía un gran gato terrible, venían los izquierdosos del PRD, que se comían vivo al que fuera, y resulta que llegaron unos tipos que no sabían nada; salió el ratón, empezó a brincar delante de ellos, se les trepó a la cabeza, les jalaba los pelos y terminó haciendo lo que se les pegó la gana, y eso fue lo que hicieron los charros, la verdad terminaron haciendo lo que se les dio la gana", refirió.

Una opinión más, la de Alejandro Salafranca, director general de Administración del GDF, fue en el sentido de que las autoridades tuvieron "pánico" a que el SUTGDF y el sindicato del Metro pararan la ciudad. Esa amenaza "es un precio que no entendimos hasta finales de 98 y principios de 1999".

Frente a ese panorama es que los responsables del área laboral del GDF plantean que las autoridades capitalinas tuvieran una presencia más fuerte hacia el SUTGDF y, sobre todo, establecieron esa alianza con los trabajadores, "la mayoría de los cuales son nobles y no están metidos en las mafias; sí en los vicios, pero no en las mafias", concluyeron.