SABADO 2 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť José Luis Manzo Ť
Energéticos: las verdades a medias de Fox
En su momento, y con mucha vehemencia, Salinas y Zedillo afirmaron que Pemex no se vende, y se comprometieron a continuar con la tradición histórica de defensa de los intereses del país en materia energética. Pero ya ven. En los hechos, con sus actos de gobierno, traicionaron ese compromiso y prepararon el camino para su privatización, al propiciar su desmembramiento y descapitalización, al igual que el de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Luz y Fuerza del Centro (LFC).
Con Fox sucede lo mismo. No nos vayamos con la finta con lo que dijo ayer en su toma de posesión. Sus silencios fueron más elocuentes que sus palabras. Tomemos el caso del sector eléctrico. Aunque Fox afirmó que buscará el equilibrio entre Estado y mercado, en el fondo pretende eliminar el primero para dejar el camino libre al segundo. Conforme a lo que dispone la Constitución hasta ahora, el sector eléctrico ha estado conformado y dominado por el Estado a través de CFE y LFC para prestar en exclusiva el servicio público de electricidad; aunque ya participan los particulares en la generación de electricidad, conforme al esquema de servicio privado que está permitido por la ley.
Con mucha contundencia, Fox afirmó ayer que no privatizará la CFE, ni se venderán sus activos. Pero se cuidó muy bien de no decir que su verdadera intención es privatizar el sector eléctrico, al permitir la entrada de empresas privadas en las fases de distribución y comercialización, lo que eliminaría el actual monopolio de CFE y LFC y permitiría crear un mercado eléctrico. Según la lógica de Vicente Fox, la creación de dicho mercado resultará benéfico para los consumidores, quienes podrán elegir a la empresa abastecedora de electricidad que más les convenga, así como el 2 de julio pudieron elegir la mejor oferta electoral. Como lo hemos venido señalando en las páginas de La Jornada, las experiencias de otros países demuestran plenamente que este esquema perjudica a los usuarios del servicio eléctrico, quienes ven incrementadas las tarifas y una pérdida en la calidad del servicio.
Si en su estrategia el nuevo presidente decide mantener CFE y LFC en manos del Estado, es sólo para acallar las críticas contra los perjuicios que provocaría el abandono de las obligaciones del Estado en materia de abasto de electricidad a la población. Lo que Fox pretende en realidad es someter CFE y LFC a una muerte lenta, pues mal administradas y abandonadas a su suerte, irán perdiendo espacio y competitividad frente inversionistas privados, ellos sí, apoyados por el gobierno.
Tres elementos confirman que esas son las pretensiones de Fox. Primero, ratificó a los directores de CFE y LFC heredados de la administración priísta, quienes públicamente se han pronunciado por aplicar al pie de la letra la propuesta de Zedillo, ahora retomada por Fox. Segundo, en su toma de posesión, el nuevo Presidente anunció que próximamente enviará al Congreso su propuesta de cambios constitucionales para facilitar la apertura del sector eléctrico; propuesta que ya fue adelantada a los legisladores por su equipo de transición. Tercero, Fox afirma que los recursos fiscales que hoy se destinan al sector energético deben ser canalizados a la educación. ƑEstá enterado Fox que esta afirmación es falsa, que el gobierno federal no destina recursos financieros de ninguna especie al sector eléctrico, y que todo se reduce a un cuento chino, a meras transferencias virtuales, de papel? Fox no puede señalar cuál es la partida del Presupuesto de Egresos de la Federación de la que salen esos recursos que supuestamente se destinan a CFE y LFC, sencillamente porque no existen ni esa partida ni esos recursos.
Aquellos que creyeron descubrir al Fox defensor de la industria eléctrica nacional en su toma de posesión, en realidad no tienen bases para echar las campanas al vuelo. Al contrario. Debemos preocuparnos mucho porque, con hechos, Fox ratifica que pretende seguir la misma ruta de entrega del sector energético a grandes consorcios y a los especuladores, en perjuicio de los pequeños y medianos empresarios y de millones de familias mexicanas; consumidores cautivos que serían presa fácil para obtener enormes ganancias, como ya sucede en otros países.
En otra parte de su discurso de toma de posesión, Fox afirmó que promoverá la democracia directa, en particular la consulta popular y el referéndum. Sería un buen principio demostrar que esa voluntad es verdadera, al promover que su propuesta de apertura eléctrica se discuta ampliamente y con sólidos fundamentos técnicos y económicos, para someterla después a la opinión de los mexicanos mediante un referéndum diseñado y manejado por un organismo no oficial. Si Fox insiste, como amenazó en su toma de posesión, con enviar esa propuesta directamente al Congreso, mostrará que sólo es un demagogo, aunque hábil y simpático para algunos. A final de cuentas, quedará claro que el PAN es el PRI vestido de azul.
Este no es el cambio por el que se votó mayoritariamente el pasado 2 de julio. Afortunadamente, la sociedad mexicana no se dejará engatusar. Que no haga cuentas alegres Fox, porque lo vamos a parar con la fuerza de la razón, al igual que paramos a Zedillo. [email protected]