SABADO 2 DE DICIEMBRE DE 2000

 

Ť Bernardo Barranco V. Ť

Tropiezos en la política religiosa de Fox

El rumbo de la política en materia religiosa del próximo gobierno vive jalones y tensiones. El nuevo secretario de Gobernación, Santiago Creel, tiene el reto de cumplir las promesas electorales formuladas por Vicente Fox a las Iglesias que, dicho sea de paso, han levantado enormes expectativas entre los actores religiosos.

Todo hacía suponer que Alberto Ortega Venzor, coordinador religioso de la campaña de Fox, sería el próximo subsecretario de Asuntos Religiosos y que la mesa de consulta para asuntos religiosos, coordinada por él, aportaría los puntos finos de la nueva política de Estado hacia las Iglesias y la libertad religiosa. Sin embargo, La Jornada ha registrado el aborto no sólo de la creación de un consejo nacional sino que se ha cuestionado el mismo nombramiento de Ortega Venzor como operador foxista.

Los tirones muestran que lo religioso en este país sigue siendo tema que desata pasiones y que aún está cargado de tabúes; en la práctica esta crisis pone de manifiesto los enormes intereses encontrados.

ƑQué hay de fondo? La subsecretaría y la embajada ante la Santa Sede son dos espacios codiciados por la caprichosa aspiración papal del cardenal Norberto Rivera Carrera. Su reducido grupo de obispos y sus poderosos aliados presionan con todo para ocupar dos nichos claves en el nuevo gobierno, que le otorguen preponderancia e interlocución, que paradójicamente se le ha revitalizado en el seno del Episcopado Mexicano. Digámoslo de otra manera: la elección del presidente Luis Morales en la última asamblea de la CEM, las abrumadoras derrotas en elecciones internas de Onésimo Cepeda y Emilio Berlié muestran con claridad el reproche de los obispos mexicanos por el excesivo protagonismo que estos personajes han buscado, convirtiéndose en verdaderos políticos más que en pastores. Sin embargo, hay que reconocer su notable capacidad de recuperación política, cuya fuerza proviene de sus alianzas con poderosos empresarios y políticos tradicionales, todos ellos vinculados a una viciosa práctica de actuación corporativa.

La incertidumbre que se ha provocado en la cúpula de la política interna de Fox en materia religiosa, muestra la fuerza en los tejidos políticos que ha construido el propio cardenal, máxime cuando fue su adversario político, ya que abiertamente apoyó a Francisco Labastida Ochoa.

Santiago Creel está entre la espada y la pared; por un lado se apoyó y fue apoyado por las redes del cardenal en su campaña por el DF, y por otro reconoce, pero matiza, las diferencias políticas que este grupo tuvo con Fox.

Entendemos la actitud de reconciliación y de apertura aun con los adversarios, pero los acercamientos absurdos de Martha Sahagún con Onésimo Cepeda para ser asesorada en la nulificación de su matrimonio tiene ya costos políticos. Creel puede estar jugando con fuego, no debe dejarse impresionar ni por los Legionarios de Cristo ni por el mismo Jerónimo Prigione, quien se encuentra en México, probablemente enviado de Angelo Sodano, secretario del Estado Vaticano. Conceder provocaría desconcierto e ira entre algunas Iglesias, más allá del campo católico, y nos referimos a la comunidad judía y a importantes sectores evangélicos en los que despertaron expectativas. Es cierto que el proyecto de Ortega Venzor y de la mesa se antoja frágil. La estructura del consejo nacional a simple vista se percibe poco práctica y costosa. Sin embargo, en el proyecto hay muchos grupos, expertos e Iglesias implicados, y por lo menos las propuestas deberían discutirse a fondo.

Al parecer, está en juego un verdadero cambio de la relación Estado-Iglesias, es decir, el paso de la discrecionalidad que ha imperado desde los años cuarenta a una verdadera relación institucional, equitativa y transparente cuyos sustentos son el Estado laico y los derechos humanos.

Causa preocupación el nombramiento de Javier Moctezuma, perteneciente a los viejos formatos priístas de mediaciones corporativas, que dará al traste con las promesas foxistas de cambios reales sobre una cultura política clientelar.

Por primera vez, tendremos un presidente confesional que ha utilizado política y simbólicamente el factor religioso; también consta que muchos miembros del gabinete han pertenecido a agrupaciones religiosas conservadoras como el Muro, Yunque, entre otras, por lo que la lupa estará muy atenta sobre el carácter laico del Estado.