Ť Fox arribó al Zócalo en Lincoln descapotado y bajo una lluvia de confeti
Ocho minutos que retomaron tiempos idos
Ť El recorrido debió acortarse, debido a un enfrentamiento entre granaderos y manifestantes
Ť ''Fallaste, Zedillo'', rezaba una manta que colgaba de las oficinas administrativas de la ALDF
Enrique Méndez Ť En ocho minutos, el Presidente
de la República, Vicente Fox Quesada, reeditó la costumbre
de los jefes de Estado mexicanos de entrar a la Plaza de la Constitución
en un descapotable, aclamados por el pueblo bajo un alud de confeti verde,
blanco y rojo.
Pero como todo es diferente a partir de ayer, el recorrido se inició en la esquina de Filomeno Mata y 5 de mayo; y este primero de diciembre, la gente acudió por su cuenta y hasta los niños cantaron el Himno Nacional.
Desde la una de la tarde, el Estado Mayor Presidencial (EMP) estacionó dos Lincoln negros en la esquina de Eje Central y 5 de Mayo, zona rodeada por granaderos y soldados. El modelo 1978, descapotable, que estrenó José López Portillo en su segundo Informe, y un Town Car 99.
Durante 20 minutos, los dos vehículos fueron retirados de ese sitio. A sólo 20 metros, más de mil granaderos al mando del primer superintendente, David León Méndez, replegaron a jóvenes del CGH, maestros de la disidencia del SNTE, integrantes del Frente Popular Revolucionario y trabajadores afiliados al SME.
Los presuntos universitarios habían derribado las vallas metálicas e intentaron incendiar un muñeco de cartón. La refriega se inició cuando lanzaron un petardo y una de sus esquirlas hirió en la frente a un policía montado. Fue pura mala suerte: era el único que no llevaba casco.
Mientras el Presidente se reunía con las fuerzas armadas en el Campo Marte, los granaderos persiguieron a los jóvenes hasta la Alameda, entre los puestos de hot dogs y papitas.
En la esquina del Banco de México, desde donde observaba la golpiza que cinco mujeres del cuerpo de granaderos le propinaban al joven Aarón Morales y a su mamá, León Méndez dijo: ''Se lo merecían. Además, son grupos de choque. ¿A poco no saben que los chavos cobran por este trabajito?"
Por
este enfrentamiento, el recorrido de Fox en el Lincoln se inició
en Filomeno Mata. A las dos de la tarde, el presidente se apeó de
la Suburban blindada y subió al descapotable con sus hijos Paulina
y Vicente. El asiento del copiloto lo ocupó el jefe del EMP, el
general brigadier José Armando Tamayo.
En ese momento, desde la azotea de la cantina La Opera, soldados de civil comenzaron a arrojar los confetis. "¡Arriba, Chente!", le gritaron a Fox cuando el Lincoln ?en cuyo cofre se colocó una bandera nacional-- inició su breve trayecto desde Filomeno Mata hasta el Zócalo.
"¡Ya la hicimos!" "¡Estamos contigo!" "¡Nunca nos falles!", clamaba el gentío en el Centro Histórico..
Los fotógrafos que viajaban en dos camiones del Ejército ?conocidos como periqueras-- de plano se bajaron para obtener imágenes más cercanas. Motociclistas de empresas de radio y televisión se cruzaban ante el auto y pusieron nerviosos a los caballos de los cadetes del Colegio Militar que escoltaron al Presidente hasta el Palacio Nacional.
"¡Vicente, Vicente, acá, acá!", pedían los reporteros gráficos, que fueron desplazados por el Estado Mayor Presidencial como una molesta plaga.
Justo a las tres de la tarde y ocho minutos, Fox hizo su entrada triunfal al Zócalo. Su hija Paulina estaba radiante, a la derecha de Fox. De los hoteles del Centro de la ciudad pendían sendas mantas con el grito de guerra de la campaña foxista: "¡Hoy, hoy, hoy!"
Finalmente, el mandatario entró al Palacio Nacional para su comida con los jefes de Estado y de gobierno convidados al inicio de esta era política en México, y los invitados especiales.
La fiesta continuó. Afuera, en la plaza, una señora seguía clamando porque Fox se asomara al balcón a saludar a sus votantes: "¡Vicente, te amo!" De los balcones de las oficinas administrativas de la Asamblea Legislativa, colgaba una manta de despedida al último presidente del PRI: "Ernesto Zedillo, fallaste".