SABADO 2 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť El nuevo Presidente se adueñó del escenario del Auditorio Nacional 


"Estoy leyendo, no crean que soy tan vivo"

Ť Acudieron los hijos predilectos de los últimos gobiernos, los empresarios Ť Los asistentes enmudecieron cuando Paulina Fox entregó a su padre un Cristo; luego estalló una larga ovación

Víctor Ballinas y Roberto Garduño Ť Vicente Fox se expresaba con soltura ante casi diez mil convidados a su fiesta en el Auditorio Nacional, pero hizo una pausa para confirmar que es un político distinto, y echarse a la bolsa el apoyo incondicional de sus seguidores: "¡Estoy leyendo, no crean que soy tan vivo!".

fox44Al frente del gran podio que se le instaló en el recinto, el Presidente de la República tenía enfrente a miles de mujeres y hombres del más variado origen. Pero entre aquel público y él, dos teleprompter eran utilizados por Fox para leer su discurso, parecía tan natural la forma como hilaba las ideas, hasta que se sinceró: no improvisaba.

Con aquel gesto se ganó a los invitados. Tenían ante sí a un presidente ajeno a la omnipotencia pasada, Vicente Fox se presentó como una persona que no tenía por qué saberlo todo.

Tan se rompió el protocolo de los actos gubernamentales que rodean al Ejecutivo federal, que cuando un Jesucristo fue entregado en el entarimado a Vicente Fox, aquello fue el acabose. Su hija Paulina ?quien le entregó junto a sus hermanos Ana Cristina, Vicente y Rodrigo un estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe durante un mitin de precampaña, el 12 de septiembre de 1999 en León, Guanajuato? subió y le puso en las manos un Cristo.

Y así, entre pausas de lo que fue una larga presentación de su gabinete, Vicente Fox se mostró dueño del escenario. Bromeó para ganar la atención del público que lo esperaba desde las 9 de la mañana, bajó del podio para sacarse la foto con sus hijos y presentarlos a la nación.

En el Auditorio Nacional el Presidente observó en perspectiva la división entre mexicanos: en la butaquería superior lo vitoreaban las fuerzas vivas compuestas por petroleros y colonos que hicieron recordar la movilización del priísmo más tradicional, y en la planta baja la elite económica que ahora lo arropa.

¿Quiénes alrededor de Fox?

Desde temprano las butacas personalizadas en la zona preferente del Auditorio Nacional fueron ocupadas por los invitados especiales del nuevo régimen. El recinto fue acondicionado con tecnología de punta en video y audio digitales: tres megapantallas y dos torres de bocinas.

Las dudas sobre quiénes asistirían se fueron despejando al tiempo que, en el Palacio Legislativo de San Lázaro, Vicente Fox comenzaba su intervención en la ceremonia de la transmisión del poder. Los hijos predilectos de los últimos gobiernos, los empresarios, no podían faltar: Carlos Slim, Roberto González Barrera, María Asunción Aramburuzabala, Lorenzo Zambrano, Juan Sánchez Navarro,  Al MEXICO_FOX_36 ejandro Burillo, Manuel Arango, Adrián Sada, Julio A. Millán, Ricardo Guajardo Touché, José Madariaga Lomelí, compartían espacio con el zar antidrogas estadunidense, Barry McCaffrey.

También llegaron otros personajes de distinto credo, como el arzobispo Emilio Berlié y el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, quien hasta el 2 de julio mantenía una estrecha relación con el poder presidencial y el priísmo de viejo cuño: llevó al ahora ex presidente Ernesto Zedillo a inaugurar la catedral de su diócesis (la más poblada del país); apoyó de manera abierta la candidatura de Francisco Labastida, y juega golf con algunos integrantes del Grupo Atlacomulco... Ahora permanece cercano al nuevo régimen que lo acogió.

A la elite económica del país se sumaron los deportistas de alto rendimiento: triunfadores en las olimpiadas para minusválidos y de verano en Sidney, Australia, entre ellos Soraya Jiménez, Fernando Platas, Víctor Estrada y uno más que prefirió mezclarse con los empresarios: el automovilista Adrián Fernández.

En las megapantallas del Auditorio Nacional los asistentes siguieron las incidencias del desayuno de Fox con niños de la calle y su ungimiento en el Palacio Legislativo de San Lázaro.

Desde entonces inició una simbiosis entre sus invitados y él. La distancia de 10 kilómetros entre San Lázaro y el Auditorio Nacional estuvo enlazada por circuito cerrado. Sus propuestas y advertencia de castigar la corrupción fueron seguidas por los invitados con sonoros aplausos y vivas.

En la primera fila, un grupo de indígenas de Veracruz, Oaxaca, Chiapas y Sonora escuchó al Presidente anunciar que enviará este martes al Congreso de la Unión la iniciativa de la Cocopa y los acuerdos de San Andrés, y que desde Los Pinos se atenderán todos los problemas de las comunidades y pueblos indios.

Aurora Bazán, oriunda de Oaxaca comentó: "queremos confiar en el Presidente, porque está cumpliendo lo que prometió en campaña; tenemos gran esperanza en él; nos complace que haya insistido que quiere la paz para Chiapas. Esperamos cumpla con lo de la nueva oficina".

También el indígena yaqui Hilario Molina, se sumó a Aurora: "Es muy interesante su propuesta, nos parece muy importante porque dice que van a atender a los indígenas, esto es un hecho trascendental. Habló de que tendremos programas de desarrollo; nos dio de nuevo esperanza".

A un costado de ellos, Luis H. Alvarez, quien se encargará de atender la negociación por la paz en Chiapas, dijo que la recepción de los acuerdos de San Andrés en el Congreso "habrá de destrabar el problema, porque el Presidente se comprometió a enviar la iniciativa de ley de la Cocopa".

A unos pasos de los indígenas, Barry McCaffrey declaraba: "Este es un buen día para México y Estados Unidos. Es importante para que se dé continuidad a las acciones que realizan ambas naciones. Hicimos importantes proyectos con el presidente Zedillo, y ahora tenemos una oportunidad de continuarlos con el presidente Fox".

El zar antidrogas se dio tiempo para defender la gestión de Jorge Madrazo Cuéllar: "Ha trabajado mucho y su labor es avalada por mi país". Y al general Rafael Macedo de la Concha, quien de ser ratificado por el Senado de la República se convertirá en titular de la PGR, McCaffrey le dio su visto bueno: "Es un distinguido abogado, un militar con buena trayectoria, tiene determinación y buena preparación, y parece que existe la oportunidad de que se mantenga el subprocurador Eduardo Ibarrola".

Foxismo desbordado

Minutos después, la entrada de Vicente Fox al Auditorio fue apoteósica: ¡Vi-cen-te, Vi-cen-te, Vi-cen-te! ¡Sí se pudo, sí se pudo, sí se pudo! ¡Ya, ya, ya! ¡Mé-xi-co, Mé-xi-co, Mé-xi-co!

Por delante avanzaron sus colaboradores, y la conductora Mayté Noriega les recibió: "Entra el gabinete, y no sabemos si están felices... Pero sí deben estar conscientes de su responsabilidad".

El discurso del Presidente de la República dio un giro inesperado cuando citó los nombres de los mexicanos que le inspiraron y no le importó el credo político porque su divisa fue la suma y no la resta: Heberto Castillo, Luis Donaldo Colosio, Manuel J. Clouthier, Manuel Gómez Morín, Valentín Campa.

Habló de no privatizar Pemex ni la CFE, pero insistió en que habrá capital privado en ambas paraestatales; de un mar de miseria, de 40 millones de pobres; de la necesidad de una reforma fiscal; de la transformación de los subsidios en créditos para los productores agrícolas.

El Cristo en manos de su hija Paulina

Cuando en su discurso Fox aseguraba que "hoy México tiene futuro; los mejores tiempos del país están por venir, pero no vendrán solos; y tengan la plena seguridad que el Presidente cumplirá su parte porque no buscaré más privilegio que el de servir", en ese momento su hija Paulina se levantó del lugar que ocupaba y subió al estrado con un Cristo en las manos.

Un gran silencio se apoderó de los invitados. Las miradas, todas, se dirigieron a ellos. La muchacha llegó hasta su padre y le extendió el Cristo. Este la abrazó y le dio un beso. Sobrevino la catarsis, un estruendoso y largo aplauso.

El Presidente colocó el Cristo a un costado del atril donde se apoyaba, y bromeó. Preguntó por el resto de sus vástagos. Encontró en la primera fila a Ana Cristina y dijo a los invitados: "No subió porque seguramente le dio pena. ¿Y dónde está Rodrigo? Seguramente se fue por una hamburguesa. ¿Y Vicente? Seguro está con la novia. ¡No! Todos están aquí. Hijos, los quiero mucho". Fue el acabose.

Los elogios

Al culminar la fiesta foxista en el Auditorio Nacional, Roberto González Barrera, comentó a este diario: "Fuimos testigos de un gran cambio. Esperamos que Vicente cumpla lo que prometió, pero es necesario que todos los mexicanos lo apoyemos".

Jocoso, saludando a los grandes empresarios, el obispo Onésimo Cepeda se limitó con una sonrisa de oreja a oreja: "¡Fue genial!".

Serio y amable, el propietario de Cemex, Lorenzo Zambrano, dijo: "Fue excelente. Vicente Fox ha sido congruente con lo que dijo en su campaña. Me gustó el tema de la lucha contra la corrupción y el impulso al capital humano. El que invitara a su familia para que la conocieran los mexicanos es un gesto de calidad humana del Presidente".

Mientras el Auditorio Nacional quedaba vacío, afuera, en la calle, un trabajador humilde le gritaba a los trajeados asistentes: "Nada de aviadores... ¡todos a chambear, cabrones!".