Ť Anunció el fin del autoritarismo y de la Presidencia omnipresente
Ni Pemex ni CFE se privatizarán, afirmó Fox en su toma de posesión
Ť Convocó al Poder Legislativo a construir una relación digna, transparente y sin ''servidumbres''
Ť Su discurso irritó a la bancada del tricolor Ť Burlón, el guanajuatense se sumó a los coros priístas
Juan Manuel Venegas Ť Fin al autoritarismo y a la Presidencia omnipresente, ofreció Vicente Fox Quesada en su discurso de toma de posesión como nuevo jefe del Ejecutivo federal. Convocó al Legislativo y a todas las fuerzas políticas del país al diálogo, la convergencia y los acuerdos, y a construir ''sin prejuicios'' una relación digna, transparente y sin ''servidumbres''.
En esta nueva época de ''ejercicio democrático'', el Presidente propone, ''pero el Congreso es el que dispone'', aceptó en un claro reconocimiento a la nueva realidad del poder que hay en México, resultado de los comicios federales del pasado 2 de julio, que pusieron fin a siete décadas de gobiernos del PRI.
A partir de ese diálogo, expuso, se podrá dar respuesta a las siete ''reformas medulares'' que los mexicanos demandan: la que consolide el avance democrático, para que toda persona pueda hablar con libertad y ser escuchada; la reforma que avance en el combate a la pobreza y en la igualdad social; educativa, que asegure la formación de mejor capital humano y que nadie se quede sin cumplir su proyecto educativo por falta de recursos.
De
igual importancia, la reforma que garantice el crecimiento con estabilidad
en la economía; la reforma para descentralizar facultades y recursos
de la Federación, y fortalecer los estados, municipios y comunidades
rurales; la reforma que asegure la transparencia y el rendimiento de cuentas
en las tareas del gobierno, para anular la corrupción y el engaño,
y finalmente la reforma que abata la inseguridad y cancele la impunidad.
Fox Quesada se convirtió ayer en el Presidente número 64 del país, y en el primero de la época posrevolucionaria surgido de un partido distinto al PRI. En el acto de transmisión de poderes, en el recinto legislativo de San Lázaro, aprovechó para despejar dudas respecto a la situación de Petróleos Mexicanos y el sector eléctrico, y la laicidad en el sistema de educación pública: ni Pemex ni la CFE serán privatizados; mientras que en materia educativa fijó su compromiso de respetar el carácter laico, público y gratuito ''que las leyes establecen''.
En cuanto a los pueblos indios del país y el conflicto en Chiapas, el Presidente de la República estableció su compromiso de abrir paso a la construcción de los marcos legales ''que garanticen, dentro del Estado nacional, el ejercicio pleno de su autonomía y su libre determinación''.
Y para encarar el alzamiento zapatista, su primera medida será enviar el próximo martes al Congreso la iniciativa de ley elaborada por la Cocopa, ''que sintetiza el espíritu de los acuerdos de San Andrés''.
En Chiapas, ''serán las acciones ?no las palabras huecas? el eje vertebral de una nueva política federal y presidencial que conduzca a la paz'', apuntó.
Roces con el PRI...
La tribuna de San Lázaro fue escenario para que los priístas manifestaran su rechazo al discurso de su verdugo electoral, quien por su parte no dejó de encararlos, acusarlos de los ''malos'' gobiernos que han encabezado, provocarlos con su publicitado ''¡hoy, hoy, hoy!'' y hasta darles por su lado sumándose a las consignas que lanzaban senadores y diputados del tricolor.
Portando la banda presidencial, Fox Quesada fue para los legisladores del PRI la imagen viva de que llegaba el punto final a los largos años en el poder. Por lo demás, por primera vez ya no tenían que aplaudir incondicionalmente.
Desde el arranque mismo de su largo mensaje de más de una hora, el nuevo mandatario lanzaría sus dardos. Así, cuando evocó la figura de Francisco I. Madero, advirtió: ''Su sacrificio en pos de la democracia no fue en vano. Hoy, al cierre de una etapa histórica marcada por el autoritarismo, su figura se levanta de nuevo como un hito que marca el rumbo que nunca debió abandonarse''.
Luego, cuando hizo un reconocimiento a los hombres que ''creyeron y enseñaron a creer en el triunfo de un México democrático'', puso énfasis al mencionar los nombres del fundador del PAN, Manuel Gómez Morín, y de los fallecidos dirigentes del mismo partido, Carlos Castillo Peraza y Manuel J. Clouthier.
Con ellos, Fox mencionó a Luis Donaldo Colosio, a José Vasconcelos, a Vicente Lombardo Toledano, a Valentín Campa, a José Revueltas, a Salvador Nava y a Heberto Castillo. Los únicos que aplaudieron fueron los panistas.
Fox Quesada seguiría: ''En esta nueva época de ejercicio democrático, el Presidente propone y el Congreso dispone... el presidencialismo tradicional impuso por muchos años su monólogo. Ahora, más que nunca, gobernar exige dialogar. La fuerza de la nación no puede venir ya de un solo punto de vista, de un solo partido o de una sola filosofía.
''Convoco a todas las fuerzas políticas a construir, sin prejuicios, una relación digna, transparente y sin servidumbres, a un intercambio franco y espontáneo de argumentos y razones con el nuevo gobierno para avanzar juntos en el encuadramiento jurídico del proceso del cambio... ratifico el compromiso de mi gobierno de rendir cuentas ante esta representación nacional, tan amplia y frecuentemente como sea necesario''.
Como casi todo el tiempo, Ernesto Zedillo mantuvo la mirada perdida, sentado a un lado de Fox. Abajo, desde sus curules, los priístas no esperaron para gritarle al panista: ''mentirooso... farsaante''.
Fox abordó el tema de la reforma del Estado: ''El gran reto (de esa reforma) es inaugurar un nuevo futuro político después de 71 años. Ello nos obliga a ser audaces para romper paradigmas, inercias y atavismos de una cultura política que ha visto en el acuerdo un acto de capitulación, y en la coincidencia política, prueba plena de cooptación... el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una concentración excesiva del poder, por lo que la reforma del Estado deberá garantizar el fortalecimiento de un ejercicio del poder cada vez más equilibrado y democrático".
Punzó: ''¡Procedamos con sensatez y valentía
a demoler todo vestigio de autoritarismo y a edificar una genuina democracia..!
El voto ciudadano del 2 de julio fue, ante todo, un plebiscito a favor
del cambio". Pasó luego a dibujar su concepto de gobierno; a exponer
las líneas generales que regirán su administración.
En materia municipalista, señaló que el centralismo absorbente
y un federalismo simulado han impedido que México sea un auténtico
''Estado federal''.
Proximidad al Presidente de la República, simpatías
probadas o simuladas, complicidades, obediencias, desobediencias o irreverencias
políticas han hecho del federalismo un concepto aleatorio sujeto
a los vaivenes sexenales.
Hay que dejar atrás esos vicios, propuso, y ''encontrar nuevas vías para conducir las relaciones del Ejecutivo federal con los gobiernos estatales, a través de formas ajenas al cómodo mecanismo de control político y financiero subyacente en el actual sistema''.
En ese sentido, convocó a una ''gran alianza federal''
para diseñar un esquema coherente en el que cada uno de los ámbitos
?federal, estatal y municipal? lleve a cabo con eficiencia y transparencia
las labores que le sean encomendadas.
Legalidad, la premisa
En este renglón, el nuevo jefe del Ejecutivo volvió
a arremeter contra los gobiernos priístas, señalando que
en las décadas pasadas, el uso de la violencia en México
''ha sido una prerrogativa del gobierno más que del Estado. No pocos
actos de coerción del Estado han sido motivados por conveniencias
políticas de algún funcionario o grupo de poder. La enemistad
o la discrepancia política con quienes han detentado el poder, han
sido causa frecuente para que el ciudadano común sea víctima
de la 'fuerza del Estado'. Sin embargo, no se puede gobernar por la fuerza.
Para gobernar y preservar la seguridad política del Estado, no es
válido usar aparatos de espionaje, de vigilancia e intimidación
contra sindicatos, organizaciones sociales, personajes políticos
o líderes de opinión''.
Mi gobierno, subrayó entonces, ''no tolerará que continúen impunemente estas prácticas. La represión nunca más será medio para resolver diferencias políticas. Mi gobierno no distraerá a los órganos de seguridad para disuadir a sus críticos o para neutralizar a sus opositores''.
México no será ya más referencia
de descrédito en materia de derechos humanos, ''¡vamos a respetarlos
como nunca'', expuso.
Contra la corrupción e impunidad,
no habrá borrón y cuenta nueva
Continuó el deslinde con el pasado. ''La corrupción
ha dejado exhausta la credibilidad social en el gobierno'', por lo que
''no vamos a repetir los errores'' que antes se cometieron.
Ofreció enseguida investigar todos ''los episodios sensibles de nuestra historia reciente que no han sido resueltos... (pues) no es posible contener la justa indignación social: los grandes corruptos del pasado, del presente y del futuro rendirán cuentas: no habrá para ellos borrón y cuenta nueva. No habrá piadoso olvido para quienes delinquieron; tampoco habrá tolerancia para quienes pretendan continuar con privilegios hoy inaceptables''.
Eso sí, aclaró que ningún acto relacionado
con el pasado estará ''inspirado por resentimientos, venganzas,
ansias de reivindicación personal o aspiraciones a reinterpretar
la historia''.
Autonomía y libre determinación
de los pueblos indios, ofrece
El presidente Fox dedicó especial atención
a la parte de su discurso referente a las condiciones de los pueblos indios
del país. ''Con las comunidades indígenas tenemos una deuda
que habremos de saldar... ellos siguen sufriendo una intolerable situación
de injusticia, marginación y desigualdad''.
Fijó sus compromisos: ''Aplicaré programas dirigidos al mejoramiento de sus comunidades, que ellos mismos (los indígenas) habrán de administrar. Esta será una responsabilidad directa del Presidente de la República, ¡en el cumplimiento de este compromiso voy por delante!''
Sin embargo, advirtió el Presidente, todo esfuerzo
será insuficiente sin la participación plena, constante de
los propios pueblos indios y sus representantes en las deliberaciones,
en las propuestas y en las decisiones. Por ello, ''asumo responsablemente
el compromiso de crear condiciones que hagan posible la participación
permanente de todas las comunidades y pueblos en la construcción
de los marcos legales que garanticen, dentro del Estado nacional, el ejercicio
pleno de su autonomía y su libre determinación en la unidad
nacional''.
Las botas puestas sobre la tierra...
Terminó su discurso reconociendo el enorme reto
que tiene enfrente como Presidente. No obstante, dijo, para enfrentarlo
contará con un gabinete compuesto pluralmente, con personas ''capaces,
honestas y con sentido de Estado; ajenos a una visión política
de clan o cofradía''.
Terminó por definirse ante la realidad: ''¡Tengo las botas bien puestas sobre la tierra! A la realidad la veo de frente y nunca le doy la espalda. Gobernaré alejado del culto a la personalidad y de toda concepción patrimonialista del poder. No buscaré más privilegio que el de servir''.
Y concluyó recurriendo a lo que ya parece será la frase sexenal: ''Empezaremos a construir un México exitoso y triunfador, a partir de ¡hoy..!''