VIERNES 1o. DE DICIEMBRE DE 2000

Ť LA MUESTRA

Garage Olimpo

Garage Olimpo es el nombre de un centro de detención clandestina en Buenos Aires. Un centro de tortura manejado por militares vestidos de civil. El año es 1978, uno de los más siniestros de la dictadura castrense y de la llamada guerra sucia. Con una sugerente combinación de documental y ficción, la cinta italo-argentina Garage Olimpo, del chileno Marco Bechis, relata la historia de María Fabiani (Antonella Costa), una joven de dieciocho años, militante de izquierda, secuestrada por su participación en un atentado terrorista. María vive con su madre (Dominique Sanda) y un inquilino, Félix (Carlos Echevarría). Luego del secuestro, estos tres personajes se reunirán de nuevo en un giro de fortuna irónico e inesperado.

La parte medular de la cinta no es, sin embargo, la historia de amor que se desarrolla en la mazmorra, ni siquiera las relaciones tensas entre Félix y María, o entre el primero y Diana, la madre. Lo interesante es la manera de desmontar pieza por pieza las rutinas represoras de la dictadura, parecidas en todo a las empleadas bajo la dictadura de Augusto Pinochet en Chile. Las estrategias del terror oficial se dirigen primordialmente a la humillación del detenido, a negarle por todos los medios el reconocimiento de su condición humana. En las primeras secuencias en el garage Olimpo, el taller de mecánica que disimula en sus sótanos a los separos militares, el terror es sobre todo psicológico. Con una capucha en la cabeza, o una venda en los ojos, los reos sólo tendrán contacto con la realidad por medio del sonido, los ruidos, las fintas de ejecución, los ecos del sufrimiento ajeno, y de modo particular, con la enloquecedora música popular con la que los militares acompañan las torturas físicas.

De modo evidente, Marco Bechis ilustra en su cinta buena parte de las revelaciones que en los últimos años han hecho la prensa, el cine documental y la literatura a partir de los testimonios de familiares de desaparecidos, o de los propios sobrevivientes de los campos de detención argentinos. En fechas muy recientes, el caso Cavallo, en México, abrió pistas nuevas de investigación y documentó todavía más aquella ignominia histórica.

Garage Olimpo describe minuciosamente el proceso de secuestro, humillación y desaparición de los disidentes políticos, hasta el macabro detalle de la solución final en altamar. Todo esto es ampliamente conocido, pero Bechis lo integra en un relato donde se evita con justeza naufragar en el melodrama.

Algunas secuencias, sobre todo hacia el desenlace, resultan sin embargo un tanto incoherentes, de igual modo la protagonista tiene un breve e inverosímil respiro en la ciudad porteña y ahí recupera de golpe maquillaje y lozanía, cuando apenas unas escenas antes su rostro parecía ya perdurablemente llagado y apagado. Hay libertades en la narración y saltos temporales que explican muy bien la trama, pero a lado de eso cierto descuido en las caracterizaciones.

Es un placer descubrir a Dominique Sanda, a casi 30 años de El conformista (Bertolucci, 1971) en otra cinta política, y también interesante que Bechis haya preferido no hacer de ese personaje una figura obviamente emblemática (madre de mayo), evitando así posibles tonos didácticos, sentimentales o panfletarios. Las futuras madres de la plaza de mayo tienen una aparición mucho más afortunada, cuando en el interior de la Iglesia se niegan a confesarse con el capellán del ejército, quien sólo utiliza la religión para obtener de cada una de ellas las delaciones requeridas.

Una cinta dura, de imágenes contundentes, alejada de las veleidades comerciales y de las trampas sentimentales de La casa de los espíritus (August, 1993), basada en una novela de Isabel Allende, y con un manejo menos melodramático que el de la cinta clásica en el tema, La historia oficial (1985), del argentino Luis Puenzo.

Ť Carlos Bonfil Ť