VIERNES 1o. DE DICIEMBRE DE 2000

 


Ť Gustavo Leal F. Ť Ť

Adiós a las "metas"

El abogado José Antonio González Fernández, secretario de Salud, abandona la administración pública con un balance fatal. Confiamos que con él se despida, también, el estilo sexenal de "contar".

Los últimos 18 años priístas (de Soberón a González Fernández) muestran que el tamaño de la red pública de salud y seguridad social no es despreciable. Entre Ssa, Sedena, Marina, Pemex, IMSS e ISSSTE se reúnen 130 mil 469 médicos y 179 mil 634 enfermeras. Un total de 310 mil profesionales. Y, sin embargo, sus problemas de calidad son más que evidentes.

El 12 de octubre, González Fernández pronunció un discurso sobre el "estado actual de la salud en México", que más bien documenta el de la enfermedad. Sus "cuentas" perpetúan "indicadores de resultado" -como pomposamente gusta decir el subsecretario de la Ssa, Roberto Tapia- puramente administrativos: 1) la prestación de servicios alcanzará cerca de 430 millones de consultas y diagnósticos, más de 1.7 millones de servicios por día laborado; 2) los egresos hospitalarios alcanzarán 4.3 millones, mientras que las intervenciones quirúrgicas superarán 2.7 millones, casi 7 mil 600 por día; 3) Zedillo puso en operación 3 mil 885 nuevas unidades de consulta externa y hospitalización; 4) clínicas y centros de salud pasaron de 13 a 17 mil; los hospitales de 775 a 967; los consultorios de 40 a 49 mil; las camas censables de 66 a 75 mil; las unidades básicas de rehabilitación de 108 a 418.

Estas "sumas" terminaron el 2 de julio. Aunque González Fernández se apure a agregar: 1) 82 por ciento de los hospitales construidos con Zedillo atienden a la población abierta (la que carece de seguridad social); 2) con Zedillo el gasto programable aumentó, en términos reales, 19 por ciento, para llegar a 134 mil millones de pesos; 3) del total del gasto en salud, 28 por ciento se destina a la población abierta, en tanto que en 1994 se destinaba 20 por ciento.

Pero, sin duda, las "joyas" del alegre recuento de González Fernández brillan más cuando alude al reconocimiento del Banco Mundial, cuyo presidente otorgó a México el Premio de la Excelencia al equipo del Programa de Ampliación de Cobertura (PAC), "por haber logrado abatir los rezagos en la prestación de servicios de salud por condiciones geográficas adversas en los 19 estados que presentan estas características": este trabajo, 1) alcanza 866 municipios, de los cuales 469 son indígenas y atiende 42 mil localidades (8 millones de personas) que en 1995 "no tenían acceso a esos servicios"; 2) "hoy los servicios de salud cubren a 99.5 por ciento de la población"; 3) de mano del PAC, la cobertura del Progresa protege a 2.5 millones de familias en más de 53 mil localidades de más de 2 mil municipios, en 31 entidades. De la población atendida "94 por ciento vive en comunidades de menos de mil habitantes. Un tercio de las localidades consideradas están por debajo de 100 habitantes".

Y para rematar, González Fernández se recrea con el "orgullo" tecnocrático latinoamericano: el Paquete Básico de Servicios de Salud: "13 intervenciones y 64 acciones de alto impacto que atienden los problemas de salud más frecuentes y apremiantes de las poblaciones en marginación". A su manera de ver: "desde un principio se buscó que la ampliación de cobertura fuera certificada". Con el concurso de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), ha sido "certificada la cobertura universal de los servicios de salud en 28 entidades federativas".

Con el irresponsable "manejo" de la Secretaría de Salud de los medicamentos con fenilpropanolamina culmina la historia que se inició con el poscolosista "accidente" llamado Ernesto Zedillo, seguido del dislate, sin parangón histórico, que resume el nombramiento del abogado González Fernández como secretario de Salud. Tal como apunta editorialmente La Jornada, ese "manejo" evidencia la "debilidad y falta de autoridad de la dependencia" (16/11), ganado a buen pulso, habría que agregar.

ƑPodemos esperar que el gobierno entrante aprenda a tratar y, por tanto, a comunicar adecuadamente la salud y la enfermedad de los mexicanos sin el vocinglero nambutal del estilo priísta de "contar"? ƑPodemos aguardar alguna credibilidad en los nuevos funcionarios sectoriales y, acaso, políticas clínicas efectivas que mejoren la calidad del Sistema Nacional de Salud?

 

Ť Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco