JUEVES 30 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Adolfo Sánchez Rebolledo Ť
Fin de época
El gabinete dado a conocer en tres actos por el presidente electo es una radiografía que aclara el sentido de la transición sexenal que mañana, primero de diciembre, comienza su andadura. La presencia destacada de hombres de negocios, tecnócratas y críticos procedentes de la llamada "sociedad civil" sobre los cuadros partidistas profesionales, expresa el cambio esencial ocurrido en las relaciones entre economía y política que caracterizaron al siglo XX mexicano.
Con Vicente Fox llegan a Los Pinos algunas figuras representativas de los sectores empresariales que sin renunciar a una relación privilegiada con el poder centralista y centralizado objetaron ideológicamente desde la derecha el monopolio político del partido oficial, asimilando el objetivo democrático a la libertad de empresa.
De este modo, estimulada por la reforma y la globalización, la crisis del régimen priísta se resolvió democráticamente con el ascenso de una amplia convergencia de centro-derecha en la que forman filas, no sin contradicciones entre ellos, individuos y representantes de las redes ciudadanas creadas durante años por el panismo electoral, la Iglesia católica y el empresariado, renuentes todos a seguir aceptando el arbitrio decadente del presidencialismo revolucionario y sus reglas de juego.
Fox mismo ha dicho al diario Reforma que su gabinete es plural porque en él se acomodan personajes de muy diversos orígenes. "Es plural --dijo-- porque está Jorge Castañeda en el mismo equipo de Ernesto Martens. Es pluralidad que esté Adolfo Aguilar. Es pluralidad no porque haya mayoría de un partido o porque haya grupos o facciones en el gobierno, sino porque es un gabinete ciudadano, con una inmensa mayoría sin partido y elegidos por su capacidad".
En rigor, esta manera de concebir el pluralismo dentro del gabinete foxiano está muy lejos de ser una coalición de gobierno, cuya coherencia y solidez dependería, justamente, de los acuerdos entre fuerzas políticas diferentes. El pluralismo implica diferencias ideológicas, no neutralidad como es el caso.
El hasta hoy presidente electo rechaza, desde luego, que se le considere como un representante de la derecha, así fuera ésta la más civilizada y democrática. Prefiere ser reconocido como la cabeza de un "gobierno de transición", capaz de asimilar bajo una propuesta democrática a las más diversas fuerzas para cumplir con un programa común, y adopta como divisa ideológica la exclusión de cualquier ideología.
Hace unos días, al comentar la integración de su equipo de colaboradores, Fox dijo al diario Reforma que en el próximo gobierno "no va a haber ideologías" y que, por lo tanto, éste será "pragmático y eficiente y no nos vamos a perder en discusiones estériles o en ideologías o filosofías, porque la gente no come de esto". Por eso, continúa, "elegí un gabinete ciudadano y plural, que no se conformó con base en acuerdos con partidos o grupos". Sin embargo, líneas adelante se contradice y augura: "los vamos a ir sorprendiendo. Tengo la sensibilidad de saber que la riqueza se debe distribuir y que no se le puede dejar al mercado que lo haga y por eso soy antineoliberal". Y define su credo: "Creo en la filosofía de empresa, en la disciplina gerencial".
Fox llega al poder con un enorme respaldo ciudadano, tiene la legitimidad necesaria para consolidar la democracia iniciando una nueva fase del desarrollo nacional, pero sólo podrá lograrlo si es capaz de concertar los intereses diversos y plurales de la sociedad superando las tentaciones presidencialistas y la ceguera del "pensamiento único".
El gobierno que comienza tendrá que hacer su tarea y la oposición la suya en un ámbito de respeto recíproco. Fox está obligado a cumplir con las muchas promesas que hizo durante la campaña exigiéndoles a las demás fuerzas políticas fidelidad a los principios de la democracia, respeto a la legalidad y compromiso republicano. La oposición, a su vez, tendrá que mantenerse vigilante y crítica, impulsando los cambios que sean positivos con ánimo constructivo, pero sin reducir su papel al de simple acompañante. La construcción del México democrático exige claridad ideológica, propuestas definidas, acuerdos estratégicos sin desconocer las diferencias que son la savia del pluralismo. Mañana comienza otra historia.