JUEVES 30 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Sergio Zermeño Ť
El gabinetazo (primera lección)
Mañana entrará en funciones el nuevo equipo de gobierno. El gabinetazo, como se le ha llamado, ha recibido críticas por su predominancia empresarial ante las cuales ha respondido en su defensa: "si lo hicimos bien ahí, el cambio de escala no nos arredra". Y lo sucedido en Tepito viene como anillo al dedo para poner a prueba este tema tan controvertido.
En efecto, el resumen de los medios de comunicación nos muestra una turba que lanza piedras, pertrechada con palos y armas de todo tipo para repeler a la policía, imponiéndose territorialmente y saqueando todo lo que encuentra a su paso. Y tal erupción sólo porque al procurador del Distrito Federal se le ocurrió catear unas bodegas en las que encontró toneladas de mercancía de procedencia ilegal. Pero los medios de comunicación nos dieron una mala reseña: al fondo, los delincuentes impunes apedreando y robando; acá, la policía uniformada y tolerante. Una frontera clara que empujaba a la opinión pública a reclamar firmeza de la autoridad para llegar hasta las últimas consecuencias y desmantelar al hampa.
Sin embargo, si observamos con un poco de atención, esa imagen en llamas y destrucción, tipo Los Angeles, que tan bien vende en las pantallas, nada tiene que ver con Tepito. Se incendiaron y saquearon trailers de grandes empresas que transitaban por ahí, es cierto, pero ningún edificio ni comercio fue quemado y las estructuras metálicas de todos los puestos estaban intactas cuando regresaron por la noche las patrullas y las televisoras. La turba repelió a la policía, pero cuando la sintió a distancia dejó de avanzar; los motines no se generalizaron. No existen esas fronteras nítidas que nos mostraron los medios, y resultó un sinsentido tratar de extirpar el contrabando, el robo, la droga mediante los llamados operativos sorpresa.
Tepito y otros puntos de la informalidad no tienen una frontera, no pueden ser circundados y luego saneados o abatidos. Son puntos de concentración de redes inmensas; ahí llegan mercancías robadas y pirateadas de todas las fronteras corruptibles, o sin gran vigilancia, y de los crecientes territorios fuera de control de un Estado en retirada. Por esos territorios (Chalco, Iztapalapa, Neza y sus vericuetos, y por tantas cintas más, difíciles de vigilar) tienen que pasar los trailers con mercancía, y de ahí salen, al mayoreo o al menudeo, mercancías con alto grado de competitividad en cualquier mercado. Quienes se "apropian" mercancías en tal o cual zona (o piratean productos de marca) cuentan entre sus retribuciones con muchos changarros en ese mercado infinito. Ahí todo está jerarquizado, hay mucho dinero, muchas oportunidades; son espacios, como decía Hobsbawm, abiertos al talento y al riesgo y con esa salvaje acumulación se compra luego a la ley. Son redes de droga, de tráfico de armas, de robo puro y simple. Por eso, una hora después de comenzado el operativo en Tepito, hombres y mujeres de las vecindades aledañas, de la Morelos destacadamente, se transportaban al lugar para detener lo que les parecía una ruptura total de las reglas y los acuerdos (20 toneladas de mercancía, que ya era de ellos y que sería comercializada en la temporada navideña, se las "apropiaban" otras bandas). Y son, en verdad, otras bandas; en excelentes crónicas y análisis, Alberto Nájar y Carlos Fazio (Masiosare, 25/11/00) nos han informado sobre el confuso, complejo y cambiante tejido tribal que coexiste en Tepito. Dejando de lado lo no legal, ahí pulula la Procu, los judiciales federales y del DF, la Federal Preventiva. De la Cuauhtémoc, agentes del MP, SSP, PFP, Policía Fiscal, agentes especiales, áreas de procesos, Grupo Alamo, Grupo Cóndor... ƑQué puede el comercio formal frente a esto con sus empleados de menos de dos salarios por jornada de ocho horas? La proliferación de excluidos y pobres, que es el primer renglón de "producción" de nuestra globalidad, ensancha aceleradamente los espacios descontrolados. Las fronteras del "bien" y del "mal" se vuelven absolutamente movibles en esta jungla. Si algún miembro del nuevo gabinete lanzara una persecución ejemplar contra estas tribus corruptas, quizá lo único que lograría sería quitarles el uniforme a muchos de ellos y precipitarlos irremediablemente del lado de la ilegalidad, de la informalidad, como están siendo vaciados hacia allá, a paladas, millones de mexicanos.
El país no es una empresa, los delincuentes y los informales no pueden ser puestos del lado de afuera por decreto. Todos estamos adentro, excluidos y dominantes, y con esa "centralidad de los marginados" hay que lidiar: México es cada vez más Tepito, y su redención no comenzará imponiendo las normas como en una empresa.