Ť Visita la FIL para promover su nueva novela
Del franquismo, lo esencial es saber cómo lo vivimos: Cebrián
Ť La agonía del dragón se publicó bajo el sello Alfaguara
César Güemes, enviado, Guadalajaara, Jal., 28 de noviembre Ť En cuanto se refiere a la palabra escrita, Juan Luis Cebrián ha hecho de todo. Periodista de profesión, fue director del El País desde su fundación en 1976 hasta 1988. Escritor de oficio, es autor de La prensa y la calle, La España que bosteza, Qué pasa en el mundo, Crónicas de mi país, El tamaño del elefante, Retrato de García Márquez, El siglo de las sombras, Cartas a un joven periodista, La Red, La Rusa y La isla del viento. Lingüista de vocación, pertenece a la Real Academia Española y al Club de Roma.
Cebrián se encuentra en la Feria Internacional del Libro a fin de acompañar la salida de su nueva novela, La agonía del dragón, publicada por Alfaguara. Una obra que revive los últimos aires del franquismo con la idea de recrear la sensación y el sentimiento de los españoles en esos momentos de cambio.
?¿Qué hacía falta por contar de la historia de Franco, no estaba todo dicho ya?
?Decidí escribir este libro cuando me di cuenta que mis hijos no sabían quién había sido Camilo Alonso, general y ministro del Interior de la policía de Franco, y apenas sabían quién era Luis Carrero Blanco, el delfín de Franco. Toda mi juventud y mi vida de estudiante, como la de Felipe González, ha estado marcada por esos personajes que constituían nuestras pesadillas nocturnas y eran casi como de la familia. Eso es lo que resta por contar.
?¿Será una especie de olvido voluntario el que ha tenido tu generación de escritores?
?Me atrevería a decir que paradójicamente hay muy pocos escritores en mi generación y quizá el más connotado sea Vázquez Montalbán. En los años sesenta lo que ocurre es que, quizá porque las personas estaban muy politizadas, se desarrollan más productores de ensayo que de ficción, es por eso que surge con fuerza alguien como Fernando Savater. Así que identificar una generación literaria con ese movimiento de cambio político en España es difícil.
ETA, una mafia
?Pareciera que los documentos fríos o las imágenes crudas de lo que el franquismo fue, resultaba la mejor manera de transmitir la memoria de periodistas como tú mismo. Si embargo, el vehículo que empleas es la novela.
?Eso es lo que he intentado y me atrevería a decir que es la única manera de hacerlo. Es decir, ¿cómo transmites las emociones y los sentimientos de la gente o la relación en las familias o cómo el cambio político se mezclaba de liberación sexual más transformaciones en el comportamiento religioso y moral? Eso es muy difícil. No se puede hacer si no es mediante la ficción y me atrevería a decir que de otra manera es imposible.
?¿De qué forma te auxilia el desempeño como periodista para novelar?
?Tengo la ventaja de que era periodista desde entones y tengo muy buena memoria. Los hechos que ocurrieron los conozco bastante bien, muchos de ellos los viví. Claro, como tengo la obsesión de hacer un libro de indagaciones históricas, no me preocupa que haya determinados errores, que puede haberlos, en fechas y cuestiones concretas. Creo que lo importante de esta historia no es contar cómo sucedió, sino cómo la vivimos. La satisfacción que tengo es que mis contemporáneos no me han desmentido ni dicho que era una mistificación del pasado.
?Uno de los detonantes de la novela es el asesinato de Carrero Blanco por parte de ETA. En recientes fechas es claro que el grupo ha tenido una especie de repunte con la serie de atentados que perpetra. ¿Será parte de los motores históricos de España, aunque cueste aceptarlo?
?Hay que distinguir entre el comportamiento de ETA durante el franquismo y lo que hace ya en la democracia. Durante el franquismo hay que decir, y eso se nota de alguna manera en la novela, que hubo una especie de condescendencia y a ratos hasta de admiración por parte de la oposición democrática de izquierda ante los atentados de ETA. Quiero decir que el hecho de que asesinaran a Carrero Blanco fue bien recibido por los sectores democráticos no violentos que incluso repudiaban el homicidio, pero en fin, ETA había eliminado al delfín de Franco. Con ello, al comienzo de la transición democrática pienso que hubo una especie de permisividad, es decir, podía creerse que ETA no se había percatado de que se había dado la democracia pero al paso de los años se irían incorporando al proceso. De hecho, la parte político-militar del grupo se incorporó a los procesos civiles, pero la parte estrictamente de armas continuó por su lado. De modo que a partir de ahí ETA se convirtió en una mafia y en el severo problema para el pueblo español que ahora vemos.