MIERCOLES 29 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Buscó siempre la profesionalización y dignificación de la PGJDF
Combate a corrupción e impunidad, eje de la administración de Del Villar
Ť La investigación de los casos de mayor impacto dejó al descubierto intereses intocables y oscuros
Ť A la fecha, más de 3 mil servidores públicos han sido sancionados, consignados o cesados
Elia Baltazar Ť Desde el inicio de su gestión, el procurador capitalino Samuel del Villar abrió los frentes de batalla, al hacer el diagnóstico de la procuración de justicia en una ciudad en la que "la corrupción y el mal gobierno abrieron las puertas, de par en par, a la delincuencia que trastocó la Constitución y los códigos Penal y de Procedimientos Penales, para proteger a los criminales y servidores públicos corruptos y cómplices".
Así lo advirtió Del Villar ante la Asamblea Legislativa, en 1998, durante su primera comparecencia. Y a favor de su argumentación estaban los índices delictivos de 1997, último año de la regencia de Oscar Espinosa, en que el número de ilícitos se mantuvo en más de 720 por día, y hoy se ubica en 487.
Había que romper el cerco que protegía al crimen organizado, y así lo hizo el procurador capitalino, Samuel del Villar, a punto ya de concluir su gestión al frente de la PGJDF, donde enfrentó "monstruosas campañas de desprestigio", como las calificó la jefa de Gobierno, Rosario Robles, apenas el pasado sábado, cuando se inauguró la nueva sede central de la institución.
Fue aquel un acto simbólico de despedida, en el que estuvieron presentes el próximo procurador capitalino, Bernardo Bátiz, Rosario Robles y el jefe de Gobierno electo, Andrés Manuel López Obrador, quienes reconocieron la labor de Samuel del Villar y lo destacaron como uno de los funcionarios más honestos y honorables de la presente administración.
Así comenzó la lucha contra la corrupción, principalmente, y a favor de la profesionalización y dignificación del servicio público en la PGJDF. A la fecha, más de 3 mil servidores públicos han sido sancionados, consignados y dados de baja por diversas irregularidades, entre ellos más de 400 agentes judiciales.
Ahora, además de los casi 3 mil elementos de la Policía Judicial, la mitad son egresados del Instituto de Formación Profesional, y para todos hubo aumentos de sueldo de acuerdo con su desempeño, que rebasan incluso las percepciones de los agentes federales.
A favor de la profesionalización y de la seguridad en el empleo, y al margen de vaivenes políticos, Del Villar instauró desde 1998 el servicio público de carrera en la PGJDF, obligado por la Constitución en todas las instituciones e ignorado en la mayoría de ellas.
No hubo tiempo ni dinero para llevar adelante el proyecto de los centros de justicia, pero se impulsó la restructuración de los ministerios públicos, mediante un acuerdo dado a conocer en 1999, que daba a conocer también la función de las agencias modelo.
A marchas forzadas caminó durante esta administración el área de abatimiento de rezago en las averiguaciones previas, pues a finales de 97 apenas se consignaba entre 8 y 9 por ciento de las indagatorias que se iniciaban, porcentaje que aumentó a 20.7 por ciento en el año 2000, con un promedio diario de 60 por ciento más que en 97.
Para mejorar el inmobiliario y equipo de la PGJDF se utilizaron los 469 millones del fondo del Programa Nacional de Seguridad Pública, que sirvió para la compra de armas, helicóptero, patrullas, remodelación de inmuebles, instalaciones y equipo para la Dirección de Servicios Periciales, entre otros.
Del Villar concluye así su gestión, "con la frente en alto y de una sola pieza", según palabras de Robles ofrecidas a Del Villar el pasado sábado, a pesar de la estela de controversia que deja tras de sí en los casos de mayor impacto en la opinión pública, como el caso Stanley, IBM y Ericcson, las acusaciones de peculado contra funcionarios de primer nivel de la regencia de Espinosa, incluido éste, y las investigaciones del homicidio del ex magistrado Abraham Polo Uscanga.
Todos, sin embargo, dejaron al descubierto intereses antes intocables, oscuros en su origen y por ello de enormes dimensiones. Crimen organizado, como explicó en más de una ocasión Samuel del Villar.