MIERCOLES 29 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Arnoldo Kraus Ť
Niños de la calle suicidas
Apoptosis es un término que se utiliza en biología y que denota "muerte celular programada". Esto implica la muerte de células que por ya no cumplir sus funciones adecuadamente, o por ser viejas, fenecen cuando se echa a andar un mecanismo muy delicado, cuya finalidad es preservar el buen estado de los órganos a los cuales pertenecen esas células. A través de estas vías se logran exquisitos balances en la fisiología corporal cuyo fin es mantener la salud. Entre más se conocen los rincones del cuerpo, más se entiende la sabiduría de la naturaleza. Con las comunidades sucede lo inverso.
En las sociedades, las desigualdades económicas, los políticos, el uso y el abuso del poder y otros factores han creado otras formas de muerte. Algunas con tiento, unas programadas, otras sugeridas, y en otros casos porque la muerte representa la mejor opción ante el cúmulo de daños. Si bien no se sabe cuál es la medida que determina la cantidad necesaria de merma moral o física para suicidarse, sin duda, la carga no es poca. Sobre todo, si el dolor ha sido mucho. Como sucede cuando se es transterrado dentro de la misma comunidad o cuando buena parte de la existencia se ha sido niño de la calle --Alberto Ysunza prefiere denominarlos niñ@s y adolescentes en situación de la calle.
Los suicidios entre niños y jóvenes ocurren en el primer mundo; en las naciones pobres son menos frecuentes. La razón es simple: en aquellas latitudes los hogares y el entorno familiar se encuentran más deteriorados, amén de que la desarticulación del núcleo casero es más violenta y mayor la soledad. Mientras que en la miseria, el hambre se comparte y "lo poco se hace mucho" --es poco común morir por abandono en nuestras aceras--; en el norte, los fallecimientos de homeless o viejos olvidados es un fenómeno conocido. En el suicidio de una niña o joven que aun tenía hogar, las causas suelen encontrarse al estudiar la dinámica familiar, pero cuando se habla de niños y adolescentes en situación de la calle, la realidad es otra. ƑDónde hurgar? ƑCómo saber las causas que rompieron el tenue balance que llamó a la muerte? ƑQué representa el suicidio de miembros de esa colectividad?
Pecaría de exagerado si dijese que el suicidio de cuatro adolescentes de la calle en tres meses es epidemia, y podría pecar de inexacto si afirmo que las redes de sostén de algunas de esas comunidades --todos los suicidios fueron en las inmediaciones de la Alberca Olímpica-- empiezan a deteriorarse, siendo esas muertes el preámbulo de "lo que viene". Y más aún: se me podría tildar de exagerado si sugiero que esos suicidios traducen mermas en los grupos que sostienen a los niños de la calle. Ya que vivir sin pecar y sin equivocarse es imposible, apuesto a mis enunciados y me recargo en los párrafos siguientes.
Por ahora, las autoridades piensan que al suicidio de Juan Antonio Avila podrían agregarse cinco más, y sugieren que el primer evento pudo causar un efecto de "depresión expansiva" --tres de los cuatro suicidios ocurrieron en trece días. Aunque se ha considerado que rivalidades amorosas podrían ser la génesis, el deterioro en la hermandad que suele tejerse en estos grupos es otro argumento de peso. La mínima fragmentación de esa fraternidad, siempre endeudada, infinitamente endeble, siempre herida, es motivo suficiente para explicar la idea del suicidio. Sensu strictum, Ƒcuánto daño moral y físico puede soportar un joveniño antes de dilapidar su última esperanza, antes de sepultar su última creencia en el ser humano?
Las dosis de sufrimiento y las caras de las realidades que deben enfrentar cada día estos grupos son inmensurables. Algunos estudiosŤ dan cuenta del terreno vivencial que circunda la cotidianidad de estos menores: en muchos casos han vivido en la calle más de cinco años, inician actividades sexuales incluso antes de los diez años, su dieta es inadecuada, son presas de drogadicción y los embarazos en adolescentes son frecuentes.
Ante tal caterva de elementos negativos, la distancia entre el suicidio y una vida carente del mínimo estándar de calidad permite comprender que la muerte sea no una solución extrema, sino una solución vital.
El suicidio puede ser un acto lleno de furia y lleno de vida. Es una protesta ante una vida saturada de muerte y una voz colmada de verdad. Es una denuncia ante una sociedad cada vez más deshumanizada, cada vez más despoblada. Los niños de la calle y sobre todo los suicidas podrían ser protagonistas de un nuevo término: apoptosis societaria.
Ť Niñ@s y adolescentes en situación de la calle: excluidos sociales en el Distrito Federal, México. Luz María Espinoza Cortés, Alberto Ysunza, et al.