MIERCOLES 29 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

Es tanto el júbilo que acompaña a Vicente Fox por la conformación de su gabinetazo, que el lunes pasado empujó a una parte de éste a acompañarle en la entonación de una tradicional porra, durante el programa de noticias que conduce Joaquín López Dóriga en el canal 2 de Televisa.

Pedro Infante en el Camp David de Guanajuato

El contento del próximo presidente ha sido manifiesto desde días anteriores, como lo demostró también al actuar para el programa de diversiones de Jorge Muñiz, Coque, el sábado pasado en su rancho de San Cristóbal -el que desea convertir en el equivalente del Camp David estadunidense, según dijo a Reuters, aunque (eso ya no lo dijo él, sino esta metiche columna) la propiedad de la versión mexicana es de la familia Fox, y muchos de los arreglos aledaños se hacen con cargo a erarios del estado y el municipio. Ese día, también en especial para Televisa, el hombre que durante seis años regirá el destino de los mexicanos hizo de todo, entre otras cosas, cantar, con sombrero de charro y con poses propias de las películas de Pedro Infante o Jorge Negrete.

Gerentes, militares y paisanos

Tiene amplios motivos para andar de buenas. Instaló tres vertientes básicas en el equipo de gobierno que "contrató" para seis años: en primer lugar, el perfil gerencial que tanto le complace y con el cual ha dado espacios de poder a los grupos empresariales más importantes del país; en segundo término, la instauración de un frente de batalla militarizado contra la delincuencia y la inseguridad pública, y en tercero, la colocación de su Guanajuato team en los puntos clave, en las coordinaciones y asesorías que, por encima del organigrama formal, habrán de formar el poder real.

Nimiedades legislativas

Los contratiempos han sido, en realidad, pocos, de tal manera que the inauguration day parece estar encaminado a multiplicar el regusto foxista. Algunos senadores, por ejemplo, que hacían mayoría numérica, se atrevieron ayer a darse por ofendidos porque los nombramientos hechos por el presidente electo no habían sido aprobados aún en esa denominación anunciada -que requería cambios a la ley de la administración pública federal- por tal cámara, que forma una de las dos partes del Poder Legislativo, que es uno de los tres que en aparente igualdad rigen la vida de los mexicanos. Detalles nimios que, sin embargo, hicieron juntarse al PRI y al PRD para hacer un extrañamiento formal a ese gesto del presidente electo, que mostró poco respeto por la forma y el contenido de la tarea legislativa. En otros países, por ejemplo en Perú, mandatarios hubo que decidieron por sí mismos, convencidos de la misión histórica que personalmente les correspondía cumplir, no sólo desoír a las cámaras, sino inclusive clausurarlas.

Los viejitos

Otro de esos poderes, el Judicial, al que en sus días de campaña Fox menospreció por considerar que sólo son unos "viejitos" que de poco sirven, ha planteado otro de esos detalles que son molestos en cuanto impiden a los celebrantes concentrarse en el apasionante arte del autofestejo. El Poder Judicial de la Federación, que ha buscado y logrado recuperar la dignidad que es inherente a su función, bajo la presidencia de Genaro Góngora y Pimentel, demanda un mayor presupuesto para poder cumplir bien con sus tareas y para modernizar sus obsoletos procedimientos de trabajo. No hay, no habrá dinero para esos menesteres, se ha adelantado en el entorno foxista. Y entonces pareciera que, en realidad, no son tres, ni dos, los poderes, sino uno solo. Y, la verdad, ahora más que nunca son necesarios los otros dos, como contrapesos, como freno. Y en especial el Judicial, el único que podría evitar que el ejercicio presidencial venidero se convierta en un ejercicio personal, caprichoso, autoritario, ajeno a leyes y a criterios distintos.

Las barbas del vecino

Uno solo de los jefes de Estado iberoamericanos que se reunieron recientemente en Panamá parece estar en condiciones de restarle lustre a las fiestas foxistas. Es Fidel Castro, a cuyo gobierno pretende enfrentar el mexicano, a partir del primero de diciembre, de manera más clara y directa que como lo ha hecho hasta ahora el presidente Zedillo. Fox ha abierto las puertas del país a los representantes de los grupos contrarios a Castro y, además, ha dicho en repetidas ocasiones que México impulsará ahora una política de promoción de la democracia y los derechos humanos en todos los lugares donde sea necesario.

La visión de México como una especie de Superman con botas va con dedicatoria para el gobierno de Cuba. Castro así lo ha entendido y ha lanzado diversos mensajes, uno de ellos, el más reciente, a propósito de la activa postura de Zedillo en la aprobación de un comunicado de rechazo a las actividades terroristas de ETA. El dirigente cubano ha asegurado que esa postura mexicana corresponde a "un México diferente" regido por los compromisos derivados del TLC, a un México dependiente de Estados Unidos. La cancillería mexicana no pudo atribuir tales palabras a un error de traducción -aunque podría haberlo hecho, pues fueron pronunciadas en español, y en Tlatelolco el idioma oficial pareciera ser el inglés-, de tal manera que Rosario Green asentó que México no contestaría a las palabras de Castro "por cortesía". Si es que viene a la toma de posesión de Fox, Castro tendrá nuevamente foro para avanzar en su estrategia de ir develando el contexto a partir del cual México se va desmarcando, e inclusive contrapunteando, de la actitud de respaldo que durante décadas mantuvo hacia la soberanía isleña.

La paisanita Nilda Patricia

Al presidente Zedillo no le incomoda ya nada. No filma escenas bucólicas ni lanza porras en horario triple A de televisión. Por el contrario, mantiene una actitud de mesura extrema, de elusión intencional de despedidas protocolarias o de actos zalameros de homenajes efímeros. Se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con lo que ha hecho a lo largo de seis años, pero no es posible dejar de agradecer ese tono desvaído con el que ha puesto fin a las fanfarrias enloquecidas con las que los emperadores sexenales se despedían de la silla. Si acaso, ayer, en Colima, Zedillo se permitió la libertad de agradecer a esa tierra que le haya dado a la "paisanita" Nilda Patricia, a quien besó largamente en público luego de momentos en los que la voz se le quebró y los ojos se le enrojecieron.

Les faltó un IFE

No son tan tersos los contextos electorales en los que las otras naciones de Norteamérica han tomado decisiones este mismo año. En Estados Unidos, George W. Bush parece estar en el camino de ser declarado presidente, a pesar de las atendibles impugnaciones jurídicas y políticas de Al Gore y de las evidencias de que en aquel país hubo un proceso descuidado y una diferencia de votos ínfima, lo que en otras condiciones invitaría a revisiones y correcciones que, sin embargo, los estadunidenses no parecen dispuestos a esperar, pues les urge tener definido el nombre del futuro mandatario, sea éste el que sea, pues en realidad lo importante para los ciudadanos de la potencia mundial es que se mantenga la prosperidad económica actual.

En Canadá aparecieron circunstancias que también permiten apreciar mejor las buenas cuentas entregadas en México por el Instituto Federal Electoral, que dirige José Woldenberg. Jean Chrètien y su partido, el Liberal, mantienen el poder en la nación boreal, pero el proceso electoral sufrió incidentes como la apertura tardía de casillas y la emisión errónea de votos. Han sido tantos los acontecimientos que se han desatado acá después del 2 de julio, que poca oportunidad se ha abierto para reconocer la gran tarea, histórica, del IFE y de Woldenberg. Sobre todo quienes, como el autor de estas líneas, expresaron de manera insistente y, como se vio después, infundada, severas críticas y dudas respecto al buen funcionamiento de ese aparato electoral.

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