MARTES 28 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť La palabra sobrevive, libro del joven escritor
Fuentes Lemus aceptó los goces y las caídas: Villoro
Ť Demián Bichir recreó con su voz la lírica del extinto poeta
Ť Carlos Fuentes y su esposa acudieron a la presentación
César Güemes, enviado, Guadalajara, Jal., 27 de noviembre Ť Demián Bichir puso su voz en la presentación del poemario La palabra sobrevive, de Carlos Fuentes Lemus, publicado por Seix Barral.
Nuria Amat, una de las comentaristas, lamentó no haber conocido personalmente al autor pero, dijo, ''sus poemas han venido a incorporarse a mi vida literaria como aquellos libros imprevistos que el azar coloca ante nuestros ojos con el fin de aligerar un camino cansado de demasiada lectura. Su madre me contó que de niño, en un país helado y lluvioso, Carlos había hecho crecer girasoles en el césped. Al igual que Van Gogh, uno de sus pintores más admirados, el poeta distraía a la muerte poniendo colores a la pequeña obra de su vida. En la mía estaba escrito que un día conocería al joven poeta Fuentes, porque son las palabras precisamente las que hacen punto de unión con las personas y autores que queremos".
Abundó Amat: ''Fuentes Lemus, el joven poeta de la esperanza, ahorra palabras a la muerte y habla y canta en la voz de los poetas eternos, sus versos se contemplan unos a otros como si descreyesen de su magia".
Juan Villoro consideró al joven escritor fallecido hace más de un año, ''un poeta en tránsito de ver ciudades como lienzos y pinturas como alcobas y un sedentario de su cuerpo. Sitiado en su epidermis aceptó por igual los goces y las caídas que deparan los sentidos y las enfermedades. El desplazamiento y la fijeza definen su actitud, las madrugadas lo encuentran en cuartos donde practica la extranjería esencial de los poetas, se busca en el texto con el aire de quien vive de prestado sin acomodo posible, entre muebles nunca escogidos por él y con el ritmo de quien tiene prisa, una prisa de fondo, inexorable que anticipa las cosas que matara la luz del día. Antes que amanezca Carlos se convierte en un blanco nocturno, con temple seguro, muchas veces con ironía dispara sobre sus heridas. Supo desde un principio que los finales llegan sin razón ni fundamento, que en una rinconada del camino, una mano de barajas, una orilla de niebla o un andén perdido, la suerte de acaba, aceptó la apuesta y reviró con creces.
Ante Carlos Fuentes y su esposa Silvia Lemus, quienes estaban entre el público, Angeles Mastretta afirmó que Fuentes Lemus fue desde niño un ser excepcional y extravagante, una criatura tímida que al mismo tiempo vivía de su valor para enfrentar la vida como una catástrofe y un milagro. Era ''un muchacho delgado, de ojos ardientes, cuyo arrojo lo llevó a viajar solo como cualquier adolescente, en lugar de cobijarse en el temor y el pretexto que podría haberle dado el abismo de una certeza triste que no lo dejó nunca. Jamás lo escuché hablar de sus malestares, supuse con admiración que había aprendido a vivir con ellos como quien convive con su estatura o su color de ojos; sin embargo, supe desde la primera tarde en que deslizó sobre mí una de esas miradas inclementes que a diario dejaba caer sobre sí mismo, que no sólo no era fácil su carga sino que la llevaba como quien conoce la fatalidad y sin embargo la desafía.
(El poemario incluye textos escritos ex profeso por José Emilio Pacheco, Juan Goytisolo y Julián Ríos.)