MARTES 28 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť LA MUESTRA
Ghost Dog
Ghost Dog (Forest Whitaker) es un asesino a sueldo a las órdenes de un mafioso que en alguna ocasión le salvó la vida. Ghost cobra por sus faenas una vez al año, el primer día de otoño, y sólo se reporta por medio de palomas mensajeras. Es un sicario fantasmal, volátil, verdadero profesional del crimen por encargo. Es respetado por todos, por los jóvenes raperos del barrio y por la mafia organizada que admira su acatamiento de las tradiciones. Ghost se rige por el código de los samurais, contenido en el libro Hagakure, del cual se inscriben en la pantalla algunos pasajes. En la azotea donde vive practica las artes marciales con movimientos de ligereza asombrosa, que contrastan con la robustez de su físico; es un gran solitario y sólo admite un amigo, el heladero francés Raymond (Isaac de Bankolé), de cuyo idioma no entiende nada y con quien mantiene una comunicación privilegiada. Otro personaje, una niña en un parque, hablará con él únicamente de libros.
Ghost dog, el camino del samurai es una recapitulación fascinante del cine de Jim Jarmusch, desde los recorridos nocturnos por una ciudad espectral (Bajo la ley o el episodio neoyorquino de Noche en la tierra) hasta el humor desenfadado y contundente de Más extraño que el paraíso y El tren del misterio. En el título de la cinta, en el tono melancólico de la historia, en la omnipresencia del protagonista, hay ecos también de Hombre muerto, estelarizada por Johnny Depp. La enorme revelación aquí es Forest Whitaker, quien fuera Charlie Parker para Clint Eastwood y personaje entrañable en Juego de lágrimas, de Neil Jordan. En Ghost dog es sólo un rostro impenetrable y la personificación de un ascetismo de guerrero antiguo. Por un error en un trabajo encomendado, Ghost debe ser eliminado, y a partir de ahí la ciudad será escenario del ajuste de cuentas y de la formidable resistencia del perseguido. El desarrollo de la batalla urbana es jocoso. Del culto elegiaco a la tradición transitamos a la comedia y a la confusión de géneros, al punto que en una escena capital, Ghost pregunta si no está viviendo un nuevo High noon (A la hora señalada, Zinnemann, 1952). Entre las múltiples artes que cultiva Ghost, figura la sofisticación en el modo de eliminar a sus adversarios. El tubo de cañería de un lavabo como punto de mira y vehículo de la ejecución es todo un acierto. Los mafiosos son aquí personajes de cera, a su vez fantasmas de otras épocas, caricaturas que se divierten viendo otras caricaturas en la televisión o ensayando pasos de rap con una pierna maltrecha; al cumplir una misión llegan extenuados y sudorosos por el peso de la edad, o sencillamente por su peso; son para el cine de Jarmusch lo que encarnan los veteranos del espacio en la cinta más reciente de Clint Eastwood, un tributo a los viejos tiempos y a los viejos goces que aún perduran, por lo menos en la memoria del cinéfilo. Al enfrentarse esta pandilla otrora salvaje al samurai negro, otro ser estrafalario y desfasado, el tono burlesco alcanza su mejor nivel, su eficacia irrefutable.
Como es habitual en el cine de Jarmusch, la pista sonora es indisociable del ritmo de la narración y también de la ligereza y libertad en la fotografía de Robby Muller. Música de rap, repertorio de RZA para mafiosos jubilados, para el anciano pendenciero que declara su predilección por el grupo Public Enemy. En la geografía muy personal del director de Permanent vacation, las épocas mitológicas, los códigos de lealtad guerrera y amistosa se confunden -mafia siciliana avecindada en little Italy; samurai afroamericano asentado en Brooklyn-, y la cámara recorre este territorio a vuelo de pájaro, como cuando en Noche en la tierra se pasa de la vista inicial del globo terráqueo a los relojes que marcan la diversidad de los husos horario y de los mitos y las costumbres. Aquí también son varias las historias, las épocas y las reminiscencias cinéfilas; todas tienen en Ghost Dog, personaje y película, su encarnación más elocuente.
Ť Carlos Bonfil Ť