MARTES 28 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť José Blanco Ť
Los pendientes
la economía mexicana ha alcanzado una plataforma mínima de solidez suficiente para proponerse acometer difíciles asignaturas pendientes. Ha pasado el momento de las urgencias financieras que, en cualquier caso, tienen la prioridad uno. Es imposible resolver problema social o económico ninguno en medio de una crisis financiera, si los flujos de créditos y pagos y la intermediación financiera se paralizan o se hallan en inestabilidad aguda.
México ha montado un fuerte sector exportador y se ha enganchado exitosamente a la economía global. La más grande ventaja de esta articulación es nuestro acceso a la revolución tecnológica en curso; algo tan omnipresente en la vida cotidiana que acaba por no ser percibido, pero que en el plazo medio y largo acarreará beneficios inmensos al conjunto de la población. Los países sin una relación productiva con la economía global tienen un futuro ominoso.
La economía crece con rapidez y la tasa inflacionaria tiende a la baja. Ahora debemos poner atención a problemas potenciales derivados del crecimiento acelerado, no de la contracción económica; a problemas suscitados por la escasez de fuerza de trabajo calificado, no a los que suscita el desempleo de la misma. El desequilibrio comercial externo, un problema asociado al crecimiento, se mantiene dentro de límites manejables, aunque en la linde de la cota alta. La deuda pública externa dejó de ser un problema --pasa de 32.4 por ciento del PIB en diciembre de 1995 a 13.9 por ciento en septiembre de 2000--, tal que México es hoy uno de los países menos endeudados del mundo. Sus obligaciones de amortización de deuda, de 2001 a 2010, son en promedio de 2.4 miles de millones de dólares por año; en 1995 eran de 30 mil millones. Nada tiene de extraño, en tales condiciones, que tengamos una revaluación monetaria.
Ese marco macroeconómico debe ser sostenido y apuntalado a toda costa. Es condición sine qua non para resolver los asuntos pendientes, en realidad formidables desafíos.
La deuda social. Educación y capacitación sostenidas como medio principal. Apertura y crecimiento de mercados de trabajo y de mercados san phrases para la incorporación de los excluidos. Educación, educación y educación fueron las tres prioridades de gobierno anunciadas por Tony Blair durante su campaña, para Gran Bretaña, un país educado. Educación para la vida, educación para la economía de los ciudadanos, educación para construir un país civilizado, para México, un país de bajo nivel educativo. Además, salud y vivienda. Nada de esto habrá sin crecimiento económico.
Infraestructura. La inversión que requiere el país en este rubro para apoyar su crecimiento potencial es inmensa. Uno de los temas decisivos de este capítulo vital es el asunto de la energía. Pero son muchos los temas que abarca y todos deben ser acometidos simultáneamente: vías de comunicación, puertos, almacenes, presas, equipamiento urbano, la infraestructura satelital. El crecimiento se detendrá sin una infraestructura cuya expansión marche adelante del crecimiento productivo.
El campo. Pobreza rural y producción agropecuaria deben ser resueltas en un mismo programa. Educación y capacitación, infraestructura, creación de mercados, son vías ineludibles. Revalorar la actividad agrícola es indispensable. En los países desarrollados las tareas agropecuarias son equivalentes a cualesquiera otras desarrolladas por la sociedad.
Integración industrial. El efecto multiplicador de las exportaciones en la economía interior es menor, debido a la dualidad estructural: sector exportador y actividades internas. Articularlos mediante un amplio programa de sustitución de importaciones --en el marco de la economía abierta-- es estratégicamente irrecusable.
La banca y el sistema financiero. México ha recuperado altos ritmos de crecimiento, sin crédito bancario. Las potencialidades de crecimiento inscritas en esa ausencia son, por tanto, muy amplias. Son urgentes los cambios legales para profundizar en las responsabilidades de los protagonistas y trascender "la cultura del no pago", fomentada por los aciagos sucesos que desembocaron en el Fobaproa.
La reforma fiscal. Con una carga fiscal apenas superior a 10 por ciento, una de las más bajas del mundo, la penuria hacendaria es el obstáculo más formidable para pensar siquiera en la deuda social, la infraestructura necesaria, los vastos planes educativos imprescindibles, la reorganización del mundo rural, la expansión de la salud. De la necesidad de una reforma fiscal digna de tal nombre estamos hablando en México desde hace cuarenta años.
Estos retos no los resuelve por sí el mercado. Se resuelven en el marco del Estado, con acuerdos nacionales y políticas de Estado, pero el concurso de todas las fuerzas organizadas y de todos los recursos privados y públicos es inexcusable.