Sauri: la noche del 2 de julio, la más difícil de mi vida
Ť Habíamos trabajado para ganar Ť Los primeros datos nos situaron en la realidad, comenta
Ť Actualmente, la lideresa priísta lamenta ver a las cúpulas disputándose la dirigencia del PRI
Para la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Dulce María Sauri, la jornada del 2 de julio fue particularmente intensa en cuanto a los sentimientos encontrados. Habíamos trabajado para ganar y lo hicimos desde que el PRI decidió, en 1999, abrir un proceso interno para postular a su candidato a la Presidencia de la República, y esa determinación implicó un enorme reto y gran trabajo para el partido.
El perfil de que no lograríamos conservar la Presidencia de la República comenzó a fluir cuando conocimos los primeros datos de las encuestas de salida de casilla ?que por ley no podían hacerse públicas, pero a las que teníamos acceso?, y que indicaban que nuestro candidato iba abajo.
Después de las seis de la tarde, cuando las televisoras dieron a conocer los resultados de las encuestas de casillas, aun sabiendo el sesgo que tienen, había la expectativa de que las cosas cambiaran con el conteo que ordenó el IFE. Sin embargo, los conteos que recibimos indicaban también que esa tendencia, lamentablemente para nosotros, se confirmaba.
Y en cuanto el presidente del IFE (José Woldenberg) salió a los medios para dar ese resultado, confirmó la tendencia negativa para el PRI. Nuestro candidato (Francisco Labastida Ochoa) asumió, sin ningún titubeo ni reserva y con toda fuerza, la responsabilidad de aceptar los resultados. Creo que esta última parte no se ha valorado adecuadamente, en términos de lo que representa para la madurez del sistema político del país.
Recuerdo una frase de Felipe González, (ex presidente del Gobierno español), quien en una de sus visitas durante la campaña señaló que la democracia era la aceptación de la derrota, y eso fue lo que viví directamente esa noche: la aceptación de la derrota. ¡Y no fue cualquier derrota, la del PRI en la Presidencia de la República! Es el final de un ciclo de un partido político que nació desde el poder, que generó condiciones para que la oposición naciera, se fortaleciera y finalmente lo derrotara.
En esa hora, amarga y dura, el partido tuvo la capacidad y la vitalidad para reponerse de ese resultado adverso y seguir adelante. Creo en eso, pero no cuando veo a las cúpulas disputándose la dirigencia del PRI.
La fuerza del PRI está en la militancia, y ojalá que quienes tenemos responsabilidades de dirigencia estemos a la altura de esa fortaleza, de esos millones de personas que creen y votan por el Partido Revolucionario Institucional. A final de cuentas, la noche del 2 de julio sirvió para levantar el espíritu de que la responsabilidad histórica que el PRI ha tenido se cumple plenamente: aceptamos la derrota y la transmisión pacífica del poder presidencial sin ninguna restricción, sin ninguna reserva.
Como organización política ?aun reconociendo la magnitud de la pérdida de la Presidencia de la República?, tuvimos resultados positivos en las cámaras de Diputados y de Senadores. Tenemos que defender y convencer a la sociedad que votó por un proyecto. No son una cifra despreciable, porque 13.6 millones de votos para el PRI son una gran responsabilidad que no se puede echar por la borda sólo porque no ganamos la Presidencia.
Alguna vez comenté con una persona muy cercana a mí un hecho que, como presidenta del partido, no debí expresar: que estaba preparada para cualquier cosa, menos para que el PRI no ganara la Presidencia. Al paso de los días me di cuenta que esa apreciación no era muy exacta. Lo primero que sentí fue el peso ?que abruma? de una responsabilidad que no pudo obtener su propósito: ganar.
Por esa razón (el 3 de julio), muy temprano hablé con mis compañeros, con el candidato, y les dije: ''Voy a presentar mi renuncia al Consejo Político Nacional''.
Fue una actitud de pundonor, asumiendo que no había podido, como presidenta del partido, ganar la elección y me sentí responsable de ello. No sé si fue la noche más difícil que he vivido en mi vida. No sé... pero sí puedo decir que fue una de las más, más difíciles.