Lunes en la Ciencia, 27 de noviembre del 2000



PARA IR

Feliz nuevo siglo doktor Freud

Ninguno de los casos clínicos de Sigmund Freud ha sido motivo de tantas reflexiones, interpretaciones y críticas como el famoso "Caso Dora" (la joven de 18 años, cuyo verdadero nombre era Ida Brauer y que en 1900 se sometió durante tres meses a tratamiento con Freud), en el que el psicoanalista austriaco se basó para teorizar sobre los procesos psíquicos que ocurren en la histeria.

Años después el llamado "padre del psicoanálisis", a partir de su compromiso hacia la ciencia, toma una decisión que fue de gran trascendencia: en 1905 expone al juicio público, en una revista científica especializada, una parte del material -Framento de un análisis de un caso de histeria, manuscrito que originalmente llevaba por título Sueños e histeria- que le permitió llegar a la conclusión de que "la causación de las enfermedades histéricas se encuentra en las intimidades de la vida psicosexual de los enfermos y que los síntomas histéricos son la expresión de sus más secretos deseos reprimidos".

para ir La gran paradoja es que a partir de este fracaso clínico -Dora decidió interrumpir su tratamiento sin que desde el punto de vista del psicoanalista estuviese resuelto-, Freud inició los cimientos que mucho después lo llevarían a elaborar sus ensayos de teoría sexual en los que, entre otras cosas, propone la polémica teoría sobre la envidia del pene, para referirse al deseo de autonomía de las mujeres. Sin embargo, con todos los significantes y las referencias con las que en la actualidad contamos, podemos ratificar lo que el propio Freud admitió en su tiempo: el significado del deseo femenino fue un misterio irresoluble que no llegó a descifrar.

A 100 años de distancia, la dramaturga Sabina Berman, retoma el "Caso Dora" -que en su opinión podría bien ser el caso "Caso Freud"- y retorna a un foro teatral para proponer una interesante tesis que esboza en el programa de mano: "el caso de un gigante atrapado en una jaula (...) la jaula es su cultura; los barrotes las ideas de su cultura; lo gigantesco es el intelecto de Freud. Nadie puede hacerlo: liberar su inteligencia enteramente de las ideas de su tiempo. Unos lo intentan denodadamente, dedican su vida a ello, como Freud; otros ni siquera lo intentan: viven en la jaula como el territorio entero de las posibilidades".

La propuesta de Sabina Berman es atrevida, irreverente y hasta compasiva -es, quizá, un homenaje a su propia madre, también psicoanalista-, y la puesta en escena de Sandra Félix, con escenografía e iluminación de Phillippe Amand, están a la altura de las exigencias del texto dramático interpretado por Ricardo Blume, Juan Carlos Beyer, Enrique Singer, Marina de Tavira y Lisa Owen.

Además del interesante planteamiento de desdoblar a Freud en tres personajes, la dramaturga establece rupturas temporales que le permiten que una talentosa discípula del psicoanalista, la también escritora y ensayista Lou Andreas Salomé, establezca un ficticio diálogo con Gloria (Stein) para recordarnos que para muchas feministas el "Caso Dora" representa el "melodrama de la política sexual" o es un "texto paradigmático de las suposiciones sobre el deseo femenino en una cultura patriarcal".

Hay un punto de coincidencia general: Sigmund Freud es uno de los grandes pensadores del siglo XX. A partir de las teorías freudianas el psicoanálisis ha seguido y continúa avanzando. Pero Freud puso los cimientos y lo más importante: escuchó a las mujeres, si no pudo descifrar el misterio de su deseo, esa es harina de otro costal. Por lo pronto, no dudamos en recomentar Feliz nuevo siglo Doktor Freud que actualmente se representa en el Teatro Orientación (atrás del Auditorio Nacional). Para más información sobre horarios consulte nuestra cartelera. (Patricia Vega)


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