Ť Espera que Fox cumpla su promesa de retirar a los militares de Chiapas
Apoyan a ETA miles de cómplices sociales, dice Vázquez Montalbán
Ť Acudió a Guadalajara para presentar de manera formal su libro Marcos: el señor de los espejos
Ť Anuncia dos novelas sobre Carvalho; "no sé hasta qué punto desconcertarán al lector", asevera
Ť Con su generación, se inclinó por el internacionalismo, declara; escribir "ya es vicio privado"
César Güemes, enviado, Guadalajara, Jal., 26 de noviembre Ť Varias son las noticias y puntos de vista que nos trae el escritor español Manuel Vázquez Montalbán. Desde el respaldo social que tiene ETA hasta las dos novelas memorialistas que escribirá sobre su personaje Pepe Carvalho; de su relación con México por medio de su literatura hasta la necesidad de que se cumplan los acuerdos de San Andrés.
El prosista y poeta catalán se encuentra de visita en esta ciudad a fin de presentar formalmente Marcos: el señor de los espejos. Sin embargo, el polígono de intereses que tiene el escritor permite abordar con él varios temas, entre los que se encuentra el que es su más reciente libro, la más reciente novela con Carvalho al frente, El hombre de tu vida.
Contacto con las letras mexicanas
--¿Desde cuándo ha desarrollado interés por México? ¿Fue a través de su afición literaria quizá?
--Mi contacto fue con la literatura mexicana de los años sesenta, desde Rulfo, pasando por Fuentes hasta Ibargüengoitia, del cual lamenté mucho su deceso, y, desde luego, José Emilio Pacheco. Así que tuve el conocimiento de las letras mexicanas que me correspondía por generación. Luego hubo una cierta necesidad de informarme de la historia de América Latina en su conjunto, y por la ligazón que hay entre el desarrollo cultural, geológico y político, que razonó en un artículo de su más reciente libro Monsiváis. De todo eso fui un espectador obligatorio; desde la revolución cubana que significó una fuerte caja de resonancia para Latinoamérica.
--Desde fuera es claro que ETA ha regresado con mucha más fuerza, pese a las detenciones o diásporas de algunos comandos y desde luego encima de las protestas civiles. ¿De qué forma le preocupa el hecho?
--No se trata de un fenómeno de cierta minoría voluntarista que con veinte duros de ideología quiere hacer una revolución cueste lo que cueste. Parte del conflicto reside en que ETA se encuentra respaldada por miles de cómplices sociales, aunque no sean activistas. Cuando se vota por una formación política afín a ETA hablamos de 200 mil personas en un territorio como Euzkadi, que no tiene gran población. Además, si rascamos un poco, buena parte de los votantes del Partido Nacionalista Vasco también mantienen simpatía por esas posiciones. Luego, una lógica de acción armada que no puede alcanzar la victoria con esa estrategia, llega un momento en que se ensimisma: no cuenta con elementos externos con los cuales contrastar o relativizar su lógica interna. Ahora, podemos hacer las manifestaciones de protesta que queramos, condenar, insultar, decir que ETA es fascista, pero el asunto es que ahí está el problema social que no se va a solucionar simplemente por la presencia policial o judicial. Eso debe tener una solución política para la cual, por desgracia, hay muchos inconvenientes tan sólo para abordarla. Esos inconvenientes no sólo los pone ETA, matando, sino que también coopera a ello una cierta conciencia de la parte más tradicional de España, que ante cualquier mención de las relaciones de dependencia se horroriza y se niega del todo a entrar en la discusión.
--En su nueva novela El hombre de tu vida parece como si Carvalho hubiera rejuvenecido o tomado un segundo aire, justo cuando sus lectores pensábamos que estaba en peligro de extinción.
--Ahí hay varios factores que ayudan a crear esta impresión. Primero, el retorno a la ciudad como su marco habitual, lo que le da vigor a su mirada. Cuando en Quinteto de Buenos Aires describe lo que está viendo, es una realidad extraña y por lo tanto el lector lo percibe. En esta nueva aparición de Carvalho en buena medida se trata de entender en qué se ha convertido Barcelona luego de un lapso considerable de que pasaron por ahí los Juegos Olímpicos. En segundo lugar, tenemos a dos mujeres enamoradas de él, lo cual también leredescubre la identidad y se la reafirma. Esos son factores importantes, creo, para que se perciba que el personaje está más presente en estas novelas que en otras donde él iba degenerando casi a un recurso pasivo.
--¿Mantiene su palabra de escribir Milenio, la novela en que Carvalho da un viaje por el mundo?
--Sí, claro. Supongo que eso será en dos o tres años. Cumpliré lo prometido hace un cuarto de siglo. Luego veremos qué pasa. Ocurre que el formato del personaje tal como lo diseñé en la década de los setenta, es inviable ahora. Un detective privado, con su edad y frente a la teología de la seguridad, tiene pocas posibilidades. Es por eso que debo hacer una reconversión del personaje pero no sé en qué elementos. Primero quiero que dé esa vuelta al mundo y a todo lo que a la gente de mi generación nos ha hecho ser como somos, y al final ya se verá lo que sucede con el personaje.
--¿No está cerca del final?
--Depende de cómo me quede Milenio. Aparte de esa tengo otras dos novelas que me quedan claras, y que por cierto no sé hasta qué punto desconcertarán al lector. Las dos son de carácter memorialista. Una se remite a la infancia de Carvalho y al encuentro con todos sus fantasmas de esa época y otra se va a dedicar a su estancia en la cárcel al inicio de los años sesenta. Esas novelas las escribiré caiga quien caiga, independientemente de que las personas que han seguido al personaje sientan que eso no es Carvalho. Lo haré porque siento que debo llenar esas lagunas con respecto a las motivaciones de él en su pasado.
--Vino de manera original a presentar en la FIL su libro sobre Marcos. Entre el tiempo que ha pasado desde que lo escribió y a la luz del nuevo gobierno que entra el próximo viernes, ¿cuál es su percepción de conflicto zapatista?
--El que será nuevo presidente de México se comprometió a retirar a los militares de Chiapas; hay que esperar a que lo haga. En segundo lugar, los acuerdos posibles cuya finalidad es solucionar la parte político-militar, ya están suscritos desde San Andrés. Técnicamente la solución se ve relativamente fácil en cuanto al ritual y a los mecanismos e instrumentos de control sobre los acuerdos. Pero, como siempre ocurre, lo interesante es la segunda parte: cómo se desmontan los intereses materiales de la zona, a dónde derivan las consecuencias de la lucha por el poder entre un partido que ha ganado las elecciones y entre el que las ha perdido pero está instaladísimo en los tejidos social y productivo de México. Todo eso está ahí aún. Durante un tiempo se temió que como un acto de fuerza y para demostrar que el monopolio de la violencia lo tiene el Estado, el nuevo gobierno iniciara con un acto represivo porque su poder de arranque le permitía al menos dar un golpe fuerte en la selva Lacandona. Sin embargo, parece que no van a seguir ese camino las cosas, a menos que se quiera pinochetizar el problema en Chiapas.
--Puede hablar usted lo mismo de ETA que de los conflictos en Chiapas y el neozapatismo. No es usual en un escritor de novela y autor de poemarios.
--Eso se lo debo a mi generación, que si una característica definitoria tuvo es que se inclinó por el internacionalismo. Lo de escribir ya es un vicio privado.