LUNES 27 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Sergio Ramírez Ť
Buena Salud
En un mundo de extensiones cada vez más globales, y donde los juegos de espejos tienden a repetir las mismas imágenes homogéneas, no importa que se viva en Bangkok que en Santiago, en Lagos que en Bruselas, se da por entendido que hay también un idioma global, el inglés, que se encarga de ejercer el papel de lingua franca para descifrar todas las operaciones posibles, sean financieras o culturales, cibernéticas o políticas; el mismo papel que el latín tuvo hace dos milenios en el apogeo de aquel otro mundo global que recibía sus impulsos desde Roma y los extendía por el universo conocido, tal como estaba entonces inscrito en los pergaminos cartográficos.
ƑQuién se atreve a discutirlo? Es el inglés el idioma que hablan preferentemente las computadoras, el que baja de los satélites guardianes, el que usan los controladores de vuelos en todo el mundo, el idioma de trabajo de las organizaciones que mueven las mercancías por el globo, como por ejemplo, el Grupo Asiático de Comercio (ASEAN); el que se usa en los laboratorios de investigación científica en Alemania, Suecia o Brasil, para encontrar nuevas enzimas, o descubrir nuevas vacunas; el idioma del Banco Central Europeo, que no tiene siquiera su sede en Londres, sino en Francfort.
Es lo que usted y yo creemos, Ƒno es cierto? Que el inglés es el idioma universal sin desafíos, porque lo hablan los técnicos financieros del FMI que uno se encuentra en el ascensor del hotel, en Manila o en Managua, y porque en inglés están escritos los manuales que vienen con las computadoras en sus cajas. Pero resulta que no lo es. Y de acuerdo con los estudios de la firma consultora The English Company UK, con sede en Londres, tampoco va a serlo en el futuro. El chino es el que despunta como el idioma dominante. Es ya la lengua materna de cerca de mil 200 millones de seres humanos, y sólo menos de 400 millones hablan el inglés como su primer idioma, en un distante segundo lugar. Y dentro de 50 años, habrá sido desplazado de ese segundo puesto por el grupo lingüístico sudasiático compuesto por el hindi y el urdu. ƑY el español? Pisándole los talones al inglés, casi en un empate técnico, estarán el español y el árabe. Nada pues, de idiomas únicos globales.
Además, el estudio de The English Company UK afirma que todos aquellos que usan el inglés para operaciones como las del tráfico aéreo, o las computadoras, no necesariamente lo dominan como lengua ni tampoco todos aquellos que dicen hablarlo como segundo idioma en Europa, o en América Latina. Un buen porcentaje de quienes lo utilizan para los negocios o asuntos profesionales no aprobarían un examen de eficiencia completa en su manejo. Millones de personas tienen un conocimiento básico y limitado del inglés, que les sirve de poco cuando se salen de su especialidad, y como en el caso de los pilotos y controladores aéreos esta limitación puede llegar a ser catastrófica en caso de emergencias.
El manual de Inglés Especial de la Voz de América, por ejemplo, contiene un vocabulario básico de mil 500 palabras apenas, cuando el Diccionario Oxford, el equivalente de nuestro Diccionario de la Real Academia, contiene 750 mil. Con base en ese diccionario para párvulos es que se preparan los boletines de noticias que son transmitidos diariamente a millones de oyentes, que al apagar su radio en las noches, y darse por servidos, se quedan con la ilusión de saber muy bien una lengua que no conocen sino de manera elemental.
El español, como lengua agresiva y creativa, ya se ve, está en la pelea y se apunta desde ahora entre los primeros cuatro lugares en el mundo global. El artículo "ƑQué lenguaje global?", de Bárbara Walraff, publicado en The Atlantic Monthly, nos informa que el inglés está siendo desafiado aun dentro de su patio principal, Estados Unidos, por el español. Según los censos, el número de hispanoparlantes creció en la última década en más de 50 por ciento, y aun una ciudad tan pequeña y remota como Sioux City, en Iowa, tiene su propio periódico en español; y uno de los canales hispanos de televisión en Nueva York, donde la población latinoamericana alcanza 30 por ciento, aparece en las encuestas de audiencia disputando los primeros lugares a las estaciones que transmiten en inglés.
Esas son pues, las noticias. Una lengua como la nuestra, que crea puentes, y viaja lejos, que se transforma, crece y renace mientras viaja, no puede sino gozar de buena salud, y prepararse para ser cada vez más universal.
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