APRENDER A ESCUCHAR
Nuevamente
Vicente Fox se muestra reacio a la crítica. El sábado señaló
que "no serán escuchadas" las voces que "satanizan" a los empresarios
que formarán parte de su gabinete. El comentario --a todas luces
desafortunado-- nos hace recordar el "ni los veo ni los oigo" del ex presidente
Carlos Salinas y su irritabilidad ante la crítica. Los cuestionamientos
sobre el perfil de su equipo de colaboradores y la manera cómo conducirán
el país es legítima y necesaria en un Estado que se presume
democrático.
Queda claro que Fox está presentando un novedoso
perfil de gabinete que rompe de tajo con los esquemas tradicionales, con
lo que él llama "el pasado", por eso mismo, la reflexión
y el análisis --la crítica-- deben ser valorados en su justa
dimensión. Para gobernar en democracia, hay que saber escuchar a
todas las voces y tomarlas en cuenta. El presidente electo parece no haber
aprendido que la apertura y la tolerancia son requisitos indispensables
para la correcta toma de decisiones.
Raro sería que nadie dijera nada, que todos aplaudiéramos
al unísono cada decisión, cada nombramiento. Afortunadamente
no es así, esas actitudes pertenecen al pasado, al mismo del que
quiere deslindarse Fox.
Las observaciones al nuevo gabinete son inherentes al
ánimo democrático y se fundamentan en la libertad de opinión.
Nadie está solicitando la remoción de ninguno de los funcionarios
designados, ni se pretende satanizar al grupo de empresarios que gobernarán
con Fox a partir de diciembre. Sin embargo, surgen dudas razonables que
merecen la debida atención si es que, como lo ha dicho reiteradamente
el mandatario electo, se pretende ejercer una mayor vigilancia a las funciones
públicas. La crítica juega, pues, un papel preponderante
en un páís urgido de propuestas atinadas, prudentes y viables,
y harto de la corrupción e ineficiencia en el servicio público.
La realidad mexicana es sumamente compleja y esto no es
sólo una frase retórica o de ensayo, sino un concepto que
engloba cacicazgos, desequilibrios regionales, profundas desigualdades
sociales, inseguridad, corrupción... Lo peor que puede hacer Fox
es cerrarse, no escuchar, porque una visión parcial de la realidad
puede llevar a tentaciones autoritarias que, esperemos, sean cosa del pasado. |