DOMINGO 26 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Es una certeza a menudo expresada por Luis Buñuel en sus películas 


La pobreza degrada, a nadie ennoblece: Fuentes

César Güemes, enviado, Guadalajara, Jal., 25 de noviembre Ť Buñuel, cineasta de las orillas, fue el tema de la conferencia magistral que ofreció Carlos Fuentes con motivo del centenario del nacimiento del artista español.

CARLOS F1La definición resultó clara desde el principio: "Fue uno de los grandes artistas del siglo XX. La de Luis Buñuel es una historia tachonada de apoyos, gratitudes y, sobre todo, del número de amigos que pudimos gozar de su espléndido sentido del humor, su gracia pícara, su discreto sentido de haber vivido la cultura entera del siglo y de poder compartirla con uno, su emotiva devoción a la amistad, entendida como un lazo que le resta importancia a cualquier enemigo. La amistad en Buñuel, como una manera de festejar y participar, pero también como la capacidad de permanecer juntos en silencio".

Pasó luego a un amplio recuento de lo que la filmografía de Buñuel ha aportado a la cultura y el entendimiento del ser nacional: "La crueldad del joven criminal El Jaibo o el siniestro ciego en Los olvidados o la mercenaria madre de Conchita en Ese obscuro objeto del deseo o de la aviesa tribu de mendigos en Viridiana, confirman la certeza, a menudo expresada por Buñuel, de que la pobreza en sí misma no ennoblece a nadie, degrada, degrada tanto más como la riqueza insolente".

Las relaciones del cineasta con el fundador del sicoanálisis quedan a la vista a través de Fuentes: "En El diario de una recamarera demuestra que se ha leído de cabo a rabo al maestro Freud. El viejo duque que emplea a la recamarera Celestina tiene una fijación fetichista por el calzado y el fetichismo, nos enseña Freud, puede significar una sustitución de los deseos, una sublimación del trabajo y aun el trabajo mismo de los sueños. Buñuel da un paso de más: subsume el análisis sicológico en la mirada redentora del humor. Esto me parece obvio en El perro andaluz, donde el protagonista está batallando sin cesar con sus memorias de infancia y las represiones de su juventud, trátese de una mochila escolar o de un piano relleno de burros muertos".

A propósito de su vinculación con las vanguardias de inicios de siglo, apuntó el autor de Terra nostra: "Buñuel formó parte del movimiento surrealista, nacido del horror sangriento de la Primera Guerra Mundial; el horror ante el absurdo de la muerte de millones de jóvenes sacrificados sin sentido. El movimiento, primero llamado dadá, quería crear una sociedad más libre, en la que por vez primera se dieran la mano la revolución social y la imaginación artística, la libertad social y la expresión de nuestros más hondos y oníricos deseos humanos. Los enemigos de semejante proyecto eran la Iglesia, el Ejército y el Estado, una trinidad represiva no podía ser derrotada tan sólo por la revolución política, sino por la revolución de la mente y de las costumbres. El surrealismo al servicio de la revolución, proclamó el papá del m  ovimiento, Andre Breton. Restaurar la unidad perdida, encontrar el punto donde los opuestos se juntan".

Y reveló, ya al cierre: "Buñuel profesaba una debilidad por el anarquismo, por eso le deleitaban las películas de Buster Keaton".

Una noche de cine con Buñuel, en la pantalla de los ojos de Carlos Fuentes.