DOMINGO 26 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Testimonios de jubilados que sobreviven con menos de 2 mil pesos al mes
Ser pensionado, caída libre de la pobreza a la miseria
Ť "No es posible que funcionarios como el señor Gurría se despachen con la cuchara grande y se lleven su buena cantidad de dinero, mientras nosotros acá, muriéndonos de hambre", dice un ex pintor
Fabiola Martínez Ť En México, ser jubilado o pensionado -dependiente del IMSS o ISSSTE- significa, en la mayoría de los casos, pasar en caída libre de la pobreza a la miseria.
Son casi 2 millones de trabajadores en retiro que al término de su vida productiva inician una etapa de sobrevivencia auspiciada por familiares y en la búsqueda de alguna ocupación que les permita sortear el hambre, llevando a cuestas, de manera frecuente, su avanzada edad y menguada salud.
Mientras llegan los eventuales beneficios del nuevo sistema para el retiro, sustentado en el ahorro particular, jubilados y pensionados reclaman el cumplimiento de "la justicia social de la que habla el gobierno".
Con su ingreso de mil 150 pesos -promedio para 1.7 millones de trabajadores en retiro dependientes del IMSS, y mil 600 pesos en el caso de los ex empleados del Estado-, la posibilidad de solventar necesidades básicas, como alimentarse de manera adecuada o "salir a pasear", queda en el deseo. En seguida, algunos testimonios.
"Para salir adelante, le buscamos, le buscamos, pero no alcanza"
Benjamín Hernández Pérez fue jubilado por la industria IEM Westinhouse. Trabajó 45 años como pintor, obrero calificado con salario superior al mínimo. Cuando cerró la fábrica fue liquidado conforme a ley y con base en el esquema de seguridad social, el IMSS le otorgó una pensión vitalicia de mil 150 pesos mensuales. Como muchos de sus compañeros que frecuentan el Movimiento Unificador Nacional de Jubilados y Pensionados, se niega a caer en la miseria. Viste ropa limpia y bien planchada pero es el único que rompe en llanto cuando relata que ha tenido que salir a vender chicles y pistaches para completar el mes.
"Le buscamos, le buscamos porque realmente no nos alcanza. Desde que me pensionaron hay un cambio notable, antes podía brindarle a mi familia muchas cosas pero ahora ya no. Gracias a Dios sé de oficios, y cuando no me alquilo de una cosa me alquilo de otra. Soy barnizador y pintor. Cuando me sale un trabajito, pues qué bueno, si no, vendo medicinas naturistas. La pensión raquítica no nos alcanza para nada y viera que otros compañeros se encuentran mucho peor que nosotros. No es posible que funcionarios como el señor Gurría se despachen con la cuchara grande y se lleven su buena cantidad de dinero, mientras nosotros, acá, muriéndonos de hambre, eso no es justo".
"ƑCaldo de pollo? Sólo con patitas y una zanahoria pa' que le dé sabor"
Maximino Ojeda Cuevas, de 70 años de edad, se ayuda de un bastón para andar. Trabajó 15 años en la fábrica Nabisco Famosa como mecánico industrial, en el área de cocimiento de pastas -con 40 grados de temperatura y 60 por ciento de humedad-, que le dejó lisiadas las piernas. Apenas empieza la entrevista muestra sus recibos de renta de 900 pesos por ocupar un pequeño departamento en Santa María la Ribera. Luego, saca cuentas: "Me dan de pensión mil 500 pesos, pero con lo de la renta me quedo con 600 para todo, pero hay que guardar que los 100 o los 150 pesos para alguna emergencia, uno nunca sabe lo que se pueda ofrecer, porque de repente hay necesidad de ir de urgencia al Seguro y hay que guardar unos centavos para tomar un coche".
Sus tres hijas ya no viven con él, "ellas también tienen sus hijos, sus problemas", así que a veces su esposa plancha y lava ajeno y él arregla planchas, cuando hay.
"Para irla pasando compramos un bote de avena para desayunar y, pues, mitad de leche y mitad de agua para que rinda. De comida se compra lo más barato del pollo, que son las patitas; mi señora le pone una zanahoria y algo de arroz blanco para que le dé sabor. Otros días, con frijol se llena uno.
"Pero luego viene el gas, šel tanque de 20 kilos vale ya 116 pesos!, la luz 70, el agua 20. El dinero de la pensión se va en unos poquitos días. Por eso yo me pregunto por qué el gobierno le autorizó a los caseros un aumento de 22 por ciento si de por sí la suben y la suben a cada rato, yo creo que quieren que dejemos el departamento y nos vayamos a un cuarto en alguna ciudad perdida".
"ƑEl dinero de la pensión? Ese se acaba el mismo día en que nos lo dan"
Yolanda Lara y Ubilia Hernández viven en la periferia de Macuspana, Tabasco. Son viudas y reciben una pensión de mil 152 y mil 30 pesos, respectivamente. Ninguna sabe leer, siempre estuvieron "a expensas del gasto del finado". Ambas tienen hijos pequeños en la escuela, y para sobrevivir Yolanda se apoya en la venta de empanadas y panuchos en una escuela de la localidad, pero no alcanza ni siquiera para que en el terreno federal que ocupan ella y sus hijos, cerca de las vías del tren, pueda levantar un cuarto de "material". Ubilia se ayuda de las becas de 250 pesos que el Progresa le da a sus tres hijos, cada dos meses, pero apenas si alcanza para "malcomer". El dinero de su pensión, lo mismo que el de otra viuda de Villahermosa, Nelly Guzmán, o de cualquiera de las aproximadamente 350 mil viudas que dependen del IMSS, se puede acabar el "meritito día en que se cobra".
De graduador de lentes de contacto a bolero
La suerte de Alfonso Delgado Castellanos no fue mejor. Con 51 años de edad ya no lo contratan en ninguna fábrica. Su discapacidad, producto de las secuelas de polio que sufrió en la niñez, se complicaron cuando lo atropelló un coche. No tuvo oportunidad de "pelear" una mejor pensión, la valoración médica le dejó apenas un pago mensual vitalicio de 230 pesos. Así que después de graduar lentes de contacto por 12 años tuvo que aprender el oficio de bolero. A veces saca 60 o 70 pesos diarios, pero cuando no hay chamba apenas 30 pesos, insuficientes para mantener a su hija epiléptica.
"Ser pensionado es muy duro, para mí, después de andar más o menos vestido, como debe uno presentarse, imagínese aprender a bolear porque ya no puedo caminar bien, esto es muy duro, de verdad es muy duro".
Siempre anda uno apretándose las manos de pura preocupación
Carlos Robles, de 67 años, también recibe una pensión de mil 152 pesos mensuales tras 18 años de antigüedad en la refresquera Orange Crush, que fue vendida a la Peñafiel. Tiene casa propia, pero también tres hijos solteros que estudian y un nieto de 13 años a su cargo. Para qué buscarle, para qué sacar cuentas -dice-, la pensión no alcanza. Mi señora vende quesadillas en la noche para ir sacando para la comida; yo le ayudo con el quehacer de la casa, a despachar el refresco y a hacer los mandados. Uno de mis hijos que trabaja le da a su mamá 200 pesos cada semana, pero no alcanza. Ayer compré el tanque de gas de 20 kilos y pues ya nos lo dieron a 118 varos. La verdad uno anda todo el mes apretándose las manos de la preocupación.
Yo era técnico, trabajaba en el taller de la Orange Crush, hasta pude pagar esta casa en 15 años, pero vendieron la empresa y nos liquidaron a todos. Ahora comemos pollo nada más cuando rayo la pensión. El día que se cobra comemos un poquito mejor o se pagan deudas. ƑDinero para un paseíto?, no, pues ya ni para ir a Xochimilco alcanza.
ƑHasta cuándo va a ser esto así?
Alberto Efraín Ramos, de 65 años de edad, cotizó 500 semanas para el Seguro Social. Alcanzó su pensión laboral también de mil 152 pesos al mes. Dejó de trabajar por un accidente, pero ahora no puede buscar un ingreso extra, porque padece desgaste físico en la espina dorsal y fue operado de la vescícula. La herida se abrió y tendrá que volver al quirófano. Ya le dijo al médico del IMSS que le ponga "hilo más grueso", pero no hay, en todo caso tendría que comprarlo él, "Ƒpero con qué?, Ƒhasta cuándo va a ser esto así?"
"ƑDónde me van a dar trabajo si ya tengo 65 años?"
Luis Castro Sandoval fue el cartero de planta en la Unidad Iztacalco. Fue 27 años empleado activo del Servicio Postal Mexicano y le correspondió una jubilación de mil 500 pesos. Con 65 años a cuestas todavía es responsable de los gastos de su casa y la manutención de su esposa y un hijo. El quisiera encontrar un trabajo, pero se pregunta, Ƒdónde me van a dar un empleo si ya tengo esta edad? Además, tiene un "ardor" que le corre del estómago a la espalda pero ningún médico, ni del ISSSTE ni particular, le ha dicho con certeza cuál es su padecimiento. Los mil 500 que recibe no le alcanzan ni para mal comer al mes, pero tiene que estirar esa cantidad, hacer milagros, no hay de otra.
Historias de vida similares relataron Aplolinar Espejel, Esther Castillo, Diego Valtierra, Filogonio Hernández, Felipa Martínez y Gonzalo Santiago, quienes forman parte de este numeroso sector de la población, que espera, una vez más, que los legisladores y el gobierno federal les aumenten sus pensiones y superar el "desprecio y olvido" hacia ellos que representa, en opinión de la dirigente del MUNJP, un "lento genocidio".