DOMINGO 26 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Antonio Gershenson Ť
ƑCrecer o frenar la economía?
Uno de los primeros temas de definición a partir del cambio de gobierno será, a juzgar por lo declarado por un miembro del futuro gabinete económico, la política cambiaria y crediticia. Lo que hemos estado viviendo ha sido una línea que quiere bajar el ritmo de aumento de los precios exclusivamente a partir de frenar la demanda y abaratar las importaciones con un dólar barato.
Una de las medidas con las que se han propiciado tasas de interés cada vez más altas y un precio artificialmente bajo del dólar es lo que se ha llamado el corto. El Banco de México retira de la circulación cantidades importantes de dinero, y el monto diario del retiro ha ido creciendo en pasos sucesivos. Al haber menos dinero en circulación, su costo, en la forma de tasas de interés o en otras, aumenta. Y no es casual que cada vez que se anuncia un aumento del corto, eso tiende a hacer bajar el precio del dólar, pues quien los tiene debe vender para poder comprar lo que necesite, y hay menos pesos para comprar dólares.
Las consecuencias desfavorables de esta política son varias. La competitividad internacional de los productos mexicanos baja. Entre el pago de intereses locales caros y el alto precio del peso en el mercado internacional, encarecen los precios de exportación de las mercancías mexicanas. Entre este hecho y el encarecimiento de la energía, debido a la falta de una política energética nacional y a la supeditación a los precios de un punto del exterior, han causado ya el cierre de fábricas y otras plantas, incluso de empresas muy grandes.
Como todo esto se basa en contraer la economía, y como las diferencias sociales aumentan con estas políticas, la mayoría de la población ve afectado su ingreso. El mercado interno se contrae y eso afecta a la mayoría de las empresas. Sólo aquellas que tienen crédito a través de sus matrices en el exterior y que pueden exportar en condiciones preferentes, son las que pueden prosperar. Pero, en términos generales, en el año en curso el índice de precios y cotizaciones de la Bolsa de Valores ha estado bajando.
Un ejemplo de que esto no es obligado, de que hay otras opciones, lo vemos en Europa. El euro ha bajado en comparación con el dólar. Las tasas de interés son más bajas que las de Estados Unidos. Sin embargo, los precios en los países de mayor peso económico en esa región aumentan mucho más despacio que los de México, incluso más despacio que los de Estados Unidos. Y eso les da mayor competitividad: menores costos financieros y menores costos de producción. No es raro que empresas europeas hayan ganado aquí tantas licitaciones internacionales, por ejemplo, en la industria eléctrica.
Si no queremos salir del país, podemos recordar que antes de los regímenes ultraliberales hubo en México una década casi sin movimiento del índice de precios y con un crecimiento promedio del 6 por ciento anual. Y es que también se contienen los precios aumentando la oferta de los bienes, no sólo reprimiendo su demanda.
Ahora se plantea reducir tasas de interés y dejar que el peso vaya, gradualmente, recuperando su precio real y devolviendo competitividad a la industria nacional. Por otro lado, el régimen saliente hereda a su sucesor un gobernador del Banco de México inamovible durante varios años más, y con la facultad de seguir frenando la economía del país.
Hasta el momento y desde la llegada al poder de Lázaro Cárdenas, ningún presidente saliente ha podido imponer el camino a su sucesor, a pesar de ser del mismo partido y de haberlo seleccionado directamente. Es difícil que esto suceda cuando el partido gobernante lo está dejando de ser. Pero queda mucho por ser definido y los hechos irán aclarando qué política prevalecerá en estos puntos.