DOMINGO 26 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Fustiga a quienes quieren imponer su visión


Rechaza Sauri caudillajes en el proceso de reforma del PRI

Ť Signó con dos gobernadores y 13 líderes estatales el Plan de San Luis Ť Aún no es momento del relevo en la directiva, dice

Enrique Méndez y José Gil Olmos Ť Con la advertencia de que no se permitirán los caudillajes, la directiva nacional del PRI, con el respaldo de dos gobernadores y 13 dirigentes estatales, proclamó ayer su Plan de San Luis, con el que se inició la reforma interna para retomar el control del partido después del 1o. de diciembre, en el que se precisa que aún no es momento de la sucesión en el tricolor.

La presidenta del PRI, Dulce María Sauri Riancho, quien ha sido presionada en estos días para que el 10 de diciembre anuncie una fecha para la renovación de los cuadros directivos, dijo que los tiempos para designar al nuevo comité ejecutivo nacional los establece el partido: primero la reforma y luego el relevo.

Declaró que a partir del 1o. de diciembre uno de los "más graves errores que el PRI podría cometer sería definir la gobernabilidad interna desde arriba.

"Hay quienes piensan que requerimos construir esa imagen de hombre fuerte, de caudillo; señor de horca y cuchillo que pudiera poner orden y dar certidumbre al partido en estos momentos de cambio.

"No podemos permitir que haya más que un solo estilo y forma de liderazgo en el partido. No podemos edificar ni entregar el concepto de democracia a un solo procedimiento. Se confunden quienes dicen que sólo hay democracia cuando hay consulta a la militancia o a la ciudadanía. No, la democracia es por sí misma la participación y la decisión de la mayoría, y que la minoría se supedite a esas decisiones".

En San Luis Potosí, donde se realizó un encuentro del CEN con los gobernadores Arturo Montiel y Fernando Silva Nieto, así como con líderes de comités estatales de 13 entidades, Sauri dijo que el partido no puede sustituir "la cultura de la línea para irnos por el lado de la indisciplina, de la pulverización o del individualismo a ultranza. Ahora resulta que la disciplina y la cohesión en el partido son considerados obsoletos, ese individualismo dice: 'la única voluntad que vale y sirve es la mía, y quien no se sume a mi voluntad está actuando verticalmente"'.

Estas expresiones, de quienes sufren "de extravío democrático, de democratitis, que es la enfermedad de la democracia como pretexto para pulverizar u obstaculizar decisiones para que, al final de cuentas, la única que se imponga sea la de uno solo", están conduciendo al PRI hacia la "balcanización" y a que el partido se divida y regrese a sus orígenes: la creación de partidos regionales.

La dirigente priísta realizó tres propuestas, que responden a las exigencias que en esta semana de guerra interna han hecho gobernadores, legisladores y mil madrazo-roberto-2-jpg itantes respecto de la sesión extraordinaria del Consejo Político Nacional (CPN) del 10 de diciembre, y sugirió constituir un nuevo órgano de gobierno.

Pidió a los consejos políticos estatales ponderar "si es pertinente" que en esa sesión se determine ampliar la membresía del CPN o si este tema se discute hasta la 18 Asamblea Nacional; discutir "con cuidado" qué procedimiento es el más conveniente para proponer candidatos y dirigentes, y anunció que se constituirá una comisión especial que diseñe convocatoria, agenda y temática de la asamblea, así como un plan de organización.

Para aterrizar su proyecto de nuevo gobierno en el partido, dijo que los consejos políticos serían una especie de Poder Legislativo; los comités nacional, estatales y municipales y los tres sectores, el Ejecutivo; el judicial se encargaría de resolver los conflictos intrapartidistas".

En su discurso, dijo que el partido también debe evitar el riesgo de la nostalgia, de que los priístas se anclen ''en ese pasado que ya no va a regresar, o en recuperar lo que afortunadamente para la sociedad, y gracias al PRI, ya pertenece a la historia... Debemos reafirmar nuestros principios, porque si cambiamos por cambiar no llegaremos a ninguna parte y muy probablemente nos quedaremos dando brincos en un solo lugar sin avanzar a ninguna parte'', dijo.

''Nadie debe imponerse''

Con el denominado Plan de San Luis priísta -que se gestó por una propuesta del gobernador de San Luis, Fernando Silva Nieto- se hizo un exhorto a la unidad interna y se definió que antes de pensar en renovar la cúpula priísta se debe emprender un cambio profundo en la próxima asamblea nacional.

Luego de cinco días de guerra entre gobernadores y el CEN por el control del partido, Silva Nieto planteó que las prioridades del priísmo son defender la permanencia de Sauri Riancho en la directiva y evitar la ruptura. ''La unidad sólo nos la puede dar la institucionalidad, no la fuerza de los individuos", dijo

Después del 2 de julio, agregó, el partido estuvo al borde del precipicio. En esos días "sentimos un PRI muy sacudido y ciertamente en peligro". Afortunadamente, dijo, prevalecieron la sensatez, la claridad y la decisión para intentar una reforma interna, y Sauri Riancho impidió la división entre los priístas.

En su proyecto, consideró que sin unidad básica de los priístas a partir de la institución que representa el partido, ningún cambio genuino y duradero será posible.

''Es la institucionalidad, que nos une en lo fundamental, el único espacio desde donde podremos emprender la reforma profunda que nuestro partido reclama. Intentarlo por fuera de ella sólo llevará a divisionismos que no sólo impactarían nuestras filas de base, sino a nuestra indispensble cohesión dentro del Congreso de la Unión'', afirmó.

Por eso, dijo, la responsabilidad de la actual directiva es enorme, porque debe asumir que ninguna propuesta sobre la conducción del partido podrá aplicarse sin el consenso de las bases, y enseguida asumir que el PRI será viable como alternativa de poder, sólo si su reforma es profunda y surgida de una asamblea nacional democrática.

Es en esta asamblea donde deben definirse ''las nuevas reglas para la elección de la directiva y los cambios del gobierno interno, con un principio fundamental en la historia de México: primero las instituciones, después los hombres. Primero el partido, después la directiva".

Arturo Montiel, gobernador del estado de México, exigió que en esta etapa se destierren las "visiones personales" y se emprenda una reforma que no se limite a la simple lucha por el poder. "Ante la desaparición del liderazgo presidencial priísta, habrá que ser muy responsables para no caer en una crisis interna. Debemos evitar que 'a río revuelto...' Todos tenemos derecho a expresarnos con libertad, pero que nadie pretenda imponer su visión personal o de grupo, de lo que debe ser el partido".

Sugirió terminar ya con el "asambleísmo destructor" para que el partido "no se entrampe irremediablemente en la discusión interna. No hagamos de la reforma del partido una búsqueda y crucifixión de culpables".