Ť Cumple cuatro años y es una extensión del Universum de la UNAM
De enero a octubre, el Museo de la Luz recibió a 75 mil visitantes
Ť Alumnos de la Escuela Nacional de Ciegos y niños de la calle asisten con frecuencia al recinto
Ť De 1944 a 1977 albergó a la Hemeroteca Nacional y allí se creó la Constitución de 1824
Mónica Mateos Ť Conocer la luz y algunas de sus manifestaciones no es privilegio de quienes poseen el sentido de la vista. Por eso, uno de los lugares preferidos que suelen visitar los alumnos de la escuela para ciegos que se ubica en el corazón del Centro Histórico es el Museo de la Luz.
Ahí, los invidentes pueden tocar los cristales de los caleidoscopios, las lupas, los aparatos que enseñan la forma y el volumen, o escuchar cuentos acerca de las estrellas y los reflejos juguetones. No obstante, su entretenimiento favorito es recibir en la piel los rayos de colores a través de un prisma e intentar identificar cuál es más caliente o frío.
Inaugurado hace cuatro años, el Museo de la Luz es una extensión del Museo de Ciencias, Universum, de la UNAM. Está emplazado en el templo de San Pedro y San Pablo, recinto que entre 1944 y 1977 albergó a la Hemeroteca Nacional, en la calle Del Carmen; el lugar fue visitado entre enero y octubre de este año por 75 mil personas.
Para llegar al inmueble hay que sortear varias calles rebosantes de vendedores ambulantes, pero el esfuerzo es recompensado, pues en el interior del templo se descubren las distintas facetas de la luz, desde una perspectiva más allá de lo científico.
Conocido como ''la cuna del muralismo" por la obra de éste género que pintó ahí Roberto Montenegro en los años veinte, en el Museo de la Luz también permanecen intactos los vitrales creados por Eduardo Villaseñor ?innovador en esa técnica?, los cuales muestras escenas de bailes regionales mexicanos.
El templo de San Pedro y San Pablo fue construido entre 1576 y 1603 por la Compañía de Jesús. Durante 164 años funcionó como iglesia y en 1822 se instaló ahí el Congreso Constituyente, ante el cual Agustín de Iturbide juró como presidente. En 1824, en este lugar, nació la primera Constitución de México.
Al mudarse el Congreso al Palacio Nacional, el inmueble fue habilitado como biblioteca, colegio militar, cuartel, almacén de forraje, café cantante y escuela correccional. En 1922, José Vasconcelos instaló una Sala de Discusiones Libres. Posteriormente, se trasladó al edificio la Hemeroteca Nacional, la cual permaneció ahí hasta 1977.
Luego de casi 20 años de abandono, la UNAM decidió instalar allí el Museo de la Luz, que también cuenta entre sus asiduos visitantes a niños de la calle ?de los programas de integración?, a los hijos de los vendedores ambulantes vecinos y a alumnos de diversas escuelas del DF, quienes pasan largas horas ya sea frente a un espejo líquido, hecho de mercurio, o a la flor de metal diseñada por el físico-escultor Bernard Gitton, que abre y cierra sus hojas según el calor de la radiación luminosa que recibe.
La luz, como protagonista de las artes visuales y escénicas, así como de la arquitectura, está presente también, por ejemplo, en un par de cuadros del pintor Julio Chávez, en el área que cada tres meses renueva la obra plástica expuesta para enseñar al público la naturaleza de los claroscuros en la creatividad de diversos artistas.
Hogar permanente de la ''ecosfera''
La concepción, diseño y mantenimiento del recinto es responsabilidad de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, área que enfrenta el problema de tener, en promedio, cinco aparatos descompuestos diarios, del total de 112 que conforman el modelo de museo interactivo.
Este equipo, como el de Universum, fue diseñado por físicos de la UNAM y está organizado en nueve secciones ?tres están en remodelación? en un área de 800 metros cuadrados. La restauración del edificio ha sido responsabilidad de la Dirección General de Patrimonio Universitario y en la actualidad comprende la reparación de la cúpula mayor.
Lugar de saberes y temores, sede de constitucionalistas e independentistas, resguardo de la historia documental del país, el museo es ahora el hogar permanente de la ''ecosfera", una esfera que contiene unos diminutos camarones y caracoles que viven acompañados por una planta que los alimenta y es alimentada por ellos. Cerrada herméticamente, lo único que hace posible que la vida no muera en ese ambiente acuático es la luz, encendida desde el 18 de noviembre de 1996.
(El Museo de la Luz conmemora hoy su cuarto aniversario, a las 12:00 horas, con la presencia de la investigadora Julieta Fierro. Entre las actividades permanentes están: la obra de teatro Haciendo historia, de Gabriel Ortega, que se presenta los domingos a las 13:30 horas, los cuentos de Fausto Cervantes ?domingos a las 14:30 horas?. La cita es en calle Del Carmen 31, esquina San Ildefonso, Centro Histórico.)