SABADO 25 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Carlos Montemayor Ť
El sector eléctrico /I
Hasta ahora, en el sector eléctrico las propuestas de la Secretaría de Energía suponen, más que una mayor apertura a la inversión privada, un proceso gradual de desmantelamiento de la Comisión Federal de Electricidad y de Luz y Fuerza del Centro. Esto es, en el fondo y con una terminología amable, se trata de la privatización gradual, pero radical, de la industria eléctrica.
En pocos días aparecerá, por fortuna, la Restructuración del sector eléctrico en México. Una propuesta institucional, un análisis ponderado y útil para conocer los riesgos y las opciones más prudentes en los cambios posibles del sector eléctrico. Es un análisis conciso y claro para entender el pasado reciente del sector y los riesgos del futuro inmediato.
Este documentado análisis fue resultado de una importante labor interdisciplinaria entre físicos, químicos, ingenieros y economistas. Los autores son Faustino Valle González, José Gonzalo Pale Vargas, Leticia Campos Aragón, Luis Felipe Bazúa Rueda y Víctor Rodríguez Padilla. De algunos de sus señalamientosy apéndices pueden desprenderse advertencias que conviene tener a mano para meditar los posibles cambios.
Los autores demuestran que la privatización de la industria eléctrica en otros países no ha generado riqueza para las naciones, sólo para las empresas; no ha producido más empleos, sino aumentado el desempleo y la desaparición de industrias regionales, con el propósito de eliminar sindicatos; no ha reducido las tarifas para el consumidor, sino que las ha elevado. Privatizando este sector en México no se dispondrá de mayores recursos para aplicarlos a rubros de política social, pues esta privatización representa, en cierto modo, la cancelación misma del compromiso político y social que el Estado tiene para regular la vida económica de la nación. Pero, sobre todo, no garantizaría el suministro de electricidad para las necesidades de todo el país; por el contrario, se pondría en riesgo su expansión, su continuidad y su función nacional.
Un punto esencial del sector eléctrico nacional fue llevar este servicio a todos los mexicanos sin fines de lucro, buscando el menor costo mediante una planeación integral. Ahora se quiere revertir esta orientación en aras de una eficiencia privada que no se comprueba en ninguno de los casos de privatización de esta industria realizados en la década pasada. Por ello, estos autores proponen la mejor y más realista opción: una integración del sector eléctrico en lugar de su fragmentación; también, y sobre todo, la autonomía presupuestal y de gestión en lugar de su venta o de la concesión.
Esto es fundamental, porque la aparente falta de recursos para el desarrollo del sector eléctrico no proviene de la ineficiencia del sector mismo, sino de las restricciones presupuestales impuestas por el jefe del Ejecutivo, a través de la Secretaría de Hacienda. El gobierno federal no tiene que aportar otros recursos: debe dejar que los que el sector genere se apliquen al desarrollo del sector mismo. Las restricciones en inversión y en gasto corriente de las empresas eléctricas mexicanas han obedecido a criterios exclusivos del Ejecutivo federal. Por ello, el proyecto oficial busca el desmantelamiento de la industria eléctrica, no su restructuración, y sin decirlo, propone que los beneficios del sector eléctrico sean para las empresas privadas, no para la nación.
Claro, la globalización tiende a privatizar los sectores estratégicos tradicionalmente sujetos al control del Estado y los concentra en empresas multinacionales. Pero las leyes del libre mercado no son como las leyes naturales: el libre mercado no opera en función del equilibrio de la naturaleza, del universo o de la humanidad, sino en función de empresas y economías concretas. ƑPor qué cancelar el propósito de utilidad pública que ha regido hasta hoy a una de las industrias de más historia en el continente y a una de las 10 mejores, en su ramo, del mundo? El desmantelamiento del sector crearía de inmediato problemas que no existen, porque, bien dicen los autores, se pretende adquirir una solución para un problema que México no tiene.
Estos analistas proponen, razonablemente, que antes de que se pretenda desaparecer la industria eléctrica mexicana o se avancen juicios y comparaciones con otra forma de organización que no existe aún, el nuevo diseño debe respetar y tomar en cuenta la historia de esta empresa y, en particular, el aprendizaje tecnológico adquirido por los trabajadores y transmitido de generación en generación desde 1903, las innovaciones desarrolladas en los distintos centros de trabajo, además de otros aspectos técnicos, económico-financieros, geográficos, políticos, laborales y socioculturales de la empresa en su área de influencia.
Los autores saben que este año entra en funciones la Entidad de Fiscalización Superior de la Federación, nuevo organismo autónomo que apoyará a la Cámara de Diputados en la evaluación y control del sector público federal. Con su análisis del sector eléctrico y sus propuestas, los autores quieren apoyar esta importante atribución del Poder Legislativo.
Las empresas petroleras extranjeras en el México de 1938, intencionalmente abandonaron el mantenimiento de las refinerías. De esta manera bajaban también los costos de producción y aseguraban una dependencia mayor de México a los recursos tecnológicos del mercado internacional. El nulo mantenimiento de las plantas tenía que disuadir al país de tomar las instalaciones mediante una expropiación. Lo curioso es que ahora, 60 años después, el propio gobierno mexicano está abandonando el mantenimiento de las industrias eléctricas y petroleras para privatizarlas.
Grave error sería creer que las expropiaciones del petróleo y de la industria eléctrica no han sido procesos sociales profundos, sino medidas administrativas de gobiernos fugaces. Grave error el de gobernantes que hace dos años festejaban los recursos disponibles para asegurar el suministro eléctrico hasta el año 2006 y que, súbitamente, sin dar explicaciones convincentes, sienten ahora el apremio de dar marcha atrás a la historia social del país y desmantelar otro sector estratégico de la nación.