SABADO 25 DE NOVIEMBRE DE 2000
El ruido y las nueces
Ť Ilán Semo Ť
otra ironía del siglo XX: las revoluciones sociales fueron pensadas para tomar la historia por asalto y acabaron siendo asaltadas por su propia historia. Cada revolución social fijó sus límites en la naturaleza del Estado que propició. La Revolución Mexicana no fue ninguna excepción. Desde sus orígenes, los caudillos revolucionarios desterraron de su seno el principio que Montesquieu advirtió como un eje del Estado moderno: la división de poderes. El presidencialismo abolió la posibilidad de fincar la legitimidad del Estado sobre la base del equilibrio (conflictivo) entre los poderes de la Unión. La suma indiscriminada de atributos presidenciales trajo consigo otra abolición: la de la autonomía relativa entre el poder de la economía y el de la política. Una autonomía que, en palabras de Weber, distingue al orden burocrático moderno del orden patrimonial.
Paz observó alguna vez que la Revolución Mexicana había producido un orden que no se asemejaba a ninguno de los dos sino a ambos a la vez: una burocracia patrimonial. Una burocracia política dedicada a los negocios privados, a convertir al erario público en una fuente de acumulación privada y a manipular la pobreza para preservar la estabilidad. Una historia desapasionada de la Revolución mostraría acaso que el fin del régimen que creó fue el corolario de su incapacidad para remover o disolver ese tejido cuasi patrimonial.
Vicente Fox ha extraído una lectura distinta de esta historia. Silenciado el ruido electoral por seis meses sin destellos imprescindibles, quedan las nueces. Con una excepción, el presidente electo entregó el gabinete económico a un acotado -casi minúsculo, se podría decir- grupo de intereses: gerentes o ex gerentes de empresas trasnacionales o paratrasnacionales. Hombres (y una sola mujer) que se han dedicado a operar empresas y a capitalizar los beneficios de una economía que otorga plena tranquilidad a quienes saben cultivar monopolios. Nada en sus pasados habla de innovación, invención, iniciativa, riesgo propio, o si se quiere emplear el abc tecnocrático, liderazgo, sino en cierta manera lo contrario: administración, inercia, seguir instrucciones. A veces se olvida que existe otra burocracia: la burocracia privada.
La historia a la inversa: la Revolución Mexicana acabó unciendo el poder de la economía con el de la política; la transición, hasta ahora, sólo ha invertido los términos. El riesgo es probablemente enorme, aunque no hay antecedentes. Desconozco si alguna administración del siglo XX se atrevió a aventurar toda la economía del Estado a un cuerpo.
Nadie objeta la relevancia del mundo empresarial como un agente crucial de las reformas. Sin el fordismo Estados Unidos no sería lo que es; tampoco Italia sin Agnelli o Alemania sin sus empresarios sociales. Pero la que acaba de arribar al Estado mexicano no es un elite dirigente sino un estamento gerencial. La paradoja es que un gabinete que requiere justificaciones de las proporciones como las que se observaron en San Carlos abre un abanico de dudas que puede incluso inquietar a sus representados inmediatos, los empresarios. La pregunta es: Ƒse trata de un corpus dedicado a preservar el síndrome patrimonial que ha distinguido a la historia moderna del país? O mejor dicho: Ƒpor qué no habrían de hacerlo? Una pregunta aún mayor: Francisco Gil fue uno de los artífices de la insensibilidad que acabó con el dominio del PRI, Ƒpor qué no habría de serlo en el régimen naciente? Gil sabe, sin duda, aplicar esquemas. Pero la política es algo más.
Un ejemplo: Tepito. Finalmente, la revuelta de Tepito es la respuesta de un barrio al intento de poner nuestras aduanas a trabajar y recaudar. ƑPero cómo recaudar más si no se remueve la estructura patrimonial de la recaudación? La respuesta no está en ninguna ortodoxia, sino en la capacidad de forjar otra voluntad política.
La excepción: Jorge G. Castañeda. Más allá de las filiaciones políticas, Castañeda ingresa al círculo estrecho de Fox como la figura incómoda no para los estadunidenses en general sino para los círculos cercanos a Wall Street. Ojalá y pueda seguir siéndolo.