VIERNES 24 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Con sus músicos favoritos filmó Calle 54
Brinda el cineasta Fernando Trueba apasionado homenaje al jazz latino
Afp, Los Angeles, 23 de noviembre Ť El oscarizado cineasta español Fernando Trueba reunió a sus músicos favoritos en Nueva York para filmar el documental Calle 54, un vibrante y apasionado homenaje al jazz latino.
Calle 54, estrenado este miércoles en Los Angeles, es para el realizador de Belle Epoque ''la mejor manera de solventar una deuda'' contraída con esta música, que ha vivido y disfrutado desde que le regalaron el primer álbum en los años ochenta, y a la que hoy se declara ''adicto''.
Una docena de artistas participaron en este ''viaje musical que captura el corazón y el alma de toda una cultura'', entre ellos el legendario Rey del timbal Tito Puente, fallecido poco después del final del rodaje.
Junto a él figuran otros músicos ilustres como Chucho y Bebo Valdés, Israel López Cachao, Paquito D'Rivera, Gato Barbieri, Chano Domínguez, Michel Camilo, Chico O'Farrill y Eliane Elías, la pianista que acompañó al brasileño Vinicius de Moraes hasta su muerte y también la única representante femenina.
Más que un documental, el director español considera la cinta un ''musical sobre música, sobre cómo se hace, cómo se origina, sus protagonistas y sus músicos'', según escribe en las notas de esta coproducción franco-española distribuida por Miramax.
Trueba viajó a San Juan, a La Habana, a Miami, a Andalucía e incluso a Estocolmo para mostrar a los artistas en el lugar donde viven, antes de volar a Nueva York para rodar las últimas entrevistas, así como los doce momentos musicales de la cinta en un estudio de grabación de Manhattan.
Calle 54 se inicia con el saxofonista y clarinetista de origen cubano Paquito D'Rivera, heredero de la orquesta de Dizzie Gillespie, interpretando una versión de Panamericana en la que la cámara parece bailar de un instrumento a otro al ritmo de la música.
El recorrido continúa con la Samba Triste, que interpreta descalza la virtuosa brasileña Elías, y Oye como viene, con el pianista español Chano Domínguez, a quien el narrador Trueba describe como ''el único músico bilingüe'' de jazz y flamenco, acompañado de palmas, cante y zapateado.
''Los latinos le han dado al jazz una infinidad y complejidad de ritmos de su propio y amplio espectro musical'', escribe Trueba.
El saxofonista argentino Gato Barbieri, compositor de la banda sonora de El último Tango en París, el trompetista boricua Jerry González, uno de los principales exponentes de la rumba jazz, y el prodigioso pianista dominicano Michel Camilo ilustran también con sus presentaciones la variedad del género.
Mención a parte merecen los cubanos, y principalmente el veterano Bebo Valdés, una figura central de la época dorada de la música en su país afincada desde hace cuatro décadas en Suecia, que participa en dos espectaculares mano a mano, uno de Lágrimas Negras con el bajista Cachao y otro de La Comparsa con su hijo Chucho -fundador de Irakere-, a quien no había visto en cinco años.
En otro momento de gran emoción Tito Puente muestra y describe con orgullo a los grandes iniciadores y protagonistas del jazz latino, como Dizzie Gillespie, Miles Davis o Frank Grillo (Machito), en el mural que preside su restaurante neoyorquino, donde ahora él también figura para la eternidad.