VIERNES 24 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Mediante un documento, se convocó a oficiales a ser leales al Ejecutivo


Promovió el Ejército el voto a favor del PRI

Jesús Aranda Ť Poco antes de las elecciones del 2 de julio, el alto mando del Ejército advirtió a los comandantes de regiones y zonas militares que "los llamados partidos de oposición, en particular dos de ellos y sus aliados abiertos o disimulados, nos han dirigido severas e injustas invectivas en varias formas y con propósitos diversos, pero con un denominador común: hacer más frágil el liderazgo presidencial, o hacer vulnerable al país y sus instituciones frente al exterior".

Por eso se recomendaba a los oficiales que hicieran llegar a sus subordinados de la más "absoluta confianza", el valor de la continuidad dinámica y transformadora "que encabeza el jefe del Ejecutivo y sus aliados políticos y sociales", es decir, se sugería promover el voto a favor del PRI.

En un escrito dirigido a los principales jefes militares del país, el cual obra en poder de La Jornada y cuya veracidad fue avalada por fuentes castrenses, se convocó a los oficiales de primer nivel a "permanecer infranqueables, unidos y leales con nuestro presidente y con lo que él encarna , postula e impulsa". Para lo cual los llamó a "hacer un esfuerzo especial por no presentar más flancos a nuestros detractores o a los adversarios de México".

Para lograr este propósito, el alto mando del Ejército fue claro al señalar que la lealtad no podía ser a medias, sino que se hablaba de una congruencia y verticalidad que implicaba "hechos, actitudes, palabras y sentimientos, y así debe permear a nuestras tropas".

El documento indica que no se trataba de un problema "de partidos o de banderas", sino de congruencia, lealtades y de "hombría cabal", por lo cual se tenía que hacerle entender y reiterar a los subordinados que "el presidente es el que nos marca el rumbo y hay claridad y legalidad en sus orientaciones... la democracia no es nada más razón de mayoría, sino mayoría de razón".

En lo que sería una violación al artículo 17 de la Ley de Disciplina del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, que establece la prohibición al militar en servicio activo de inmiscuirse en asuntos políticos, directa o indirectamente, salvo aquel que disfrute de licencia; el documento proponía a los comandantes hablar "en lo individual o en lo personal" con cada uno de sus generales y jefes, para que ellos a su vez lo hicieran con sus subordinados "en quienes sientan absoluta confianza", en razón de lo mucho que estaba "en juego" en los comicios de julio.

Aun cuando se les invitaba a actuar "con tacto", la directriz establecía también que no debían dejarse espacios "de incertidumbre o indefinición". No alimentemos siquiera dudas o titubeos dando por sobrentendidas nuestras posiciones o compromisos, subrayaba.

De entrada, se decía en relación a los comicios, que éstos se realizarían "dentro de un proceso democrático-político que se encuentra en marcha y con las características especiales que todos conocemos".

Se convocaba a los comandantes a "coadyuvar" a que esa justa electoral se realizara en condiciones de seguridad, estabilidad, legalidad y una saludable armonía en todos los rincones del país. De manera que tenían que estar "muy atentos, muy alertas" para captar cualquier síntoma que indique riesgos de fenómenos que puedan empañar u obstruir la normalidad jurídica o la vulneración de nuestras instituciones.

Comunicar y actuar con prudencia, diligencia y sagacidad, decía.

Para no dejar dudas de sus preferencias políticas, el alto mando del Ejército precisaba: "para nadie es un secreto de cuál es nuestra afiliación personal y de cuál es el compromiso tradicional de nuestro comandante supremo y el proyecto de nación que impulsa y conduce con apego a la Constitución, "y como derivado legítimo de una elección incontrovertible".

Si bien en el texto se reconoce que la ley castrense señala que no se puede hacer proselitismo partidario ni permitirlo, se subraya que "tampoco podemos actuar con ingenuidad e ignorar los embates (y) muchos de los cuestionamientos o señalamientos que se nos dirigen", que tienen como objetivo "debilitar la posición, la fuerza y liderazgo del mando supremo o de la aceptación que los soldados de México tienen ante la población".

El documento indica que "no ignoramos" que detrás de las críticas a la participación de militares en programas de seguridad o de lucha contra el narcotráfico o de grupos de ilegalidad armada, "hay muchas veces intenciones de otro tipo".

Como tampoco desconocemos, agrega, que muchas veces el aducir los mantos protectores de los derechos humanos o purismos legalistas "encubren descalificaciones intencionadas hacia la fortaleza institucional de las fuerzas armadas o hacia su función vertebral de la vida republicana".

Cuando era impensable que el panista Vicente Fox ganara la Presidencia, los militares advertían: "creen que por ser año electoral o porque hay aperturas democráticas que impulsa el Ejecutivo, todo se vale y que el Ejército es presa fácil lo mismo de calumnias que de inquinas o provocaciones". Pero nadie desconoce que se buscan "foros legislativos, medios de comunicación y hasta instancias internacionales para incidir sobre variados disfraces reivindicadores".