Ť "Nos encontramos sin brújula, sin ambición"
Necesario, reajustar la agenda ante EU, plantea Castañeda
Ť México debe exigir que se abrogue la ley sobre certificación; establecer un acuerdo migratorio y revisar el TLC, propone
Blanche Petrich Ť Entre los seis desafíos de las relaciones exteriores de México para los próximos seis años, señala el próximo canciller Jorge Castañeda, está el de "reajustar" la agenda frente a Estados Unidos. Desde 1994, dice, frente al vecino del norte "nos encontramos sin brújula, sin ambición, sin agenda".
En "Apuntes de política exterior para el gobierno de Vicente Fox: 2000-2006", capítulo del libro Chile-México, dos transiciones frente a frente, el futuro secretario de Relaciones Exteriores que fue presentado el miércoles como parte del gabinete económico, señala que, entre otros reacomodos de cara a Washington, necesarios para "ya no simplemente reaccionar ante las posturas norteamericanas", México debe insistir ?con una "gran campaña", como la que se hizo para lograr el Tratado de Libre Comercio (TLC)? para que Estados Unidos abrogue su legislación sobre certificación en el combate al narcotráfico y encontrar "un nuevo enfoque" hacia las drogas.
En este punto, Castañeda aborda el problema con una perspectiva que muchos gobiernos reconocen en privado y eluden en público: "La despenalización a largo plazo de ciertas sustancias actualmente ilícitas... y la utilización de mecanismos de mercado para aminorar los estragos procedentes del carácter prohibido del comercio de estupefacientes".
Señala también que en la relación bilateral con Estados Unidos es necesaria la negociación de un acuerdo migratorio que implique mayor cuota de visas a cambio de ?"dilema desgarrador", lo llama? controlar desde México el flujo de indocumentados del sur hacia el norte, y agrega que la especificidad de la diplomacia "no debe ser confundida" con las tareas de buscar recursos e inversiones en el extranjero ni con las negociaciones comerciales y financieras.
En materia de política multilateral, el nuevo responsable de la diplomacia critica el que por años México haya abandonado sus espacios en los foros internacionales, y propone que, a pesar de los posibles riesgos, el país tome su turno como miembro no permanente ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
En el ámbito de las agencias financieras internacionales, asegura que es necesario dejar de "ser meros adeptos a la postura norteamericana" y ser propositivos en la construcción de una nueva arquitectura del sistema financiero.
La aportación de Castañeda al libro editado por el embajador chileno Luis Maira y el académico Carlos Elizondo, propone que la línea rectora de la política exterior de México parta de dos tesis. La primera, reconocer que no habrá intento de diversificación económica o comercial con Estados Unidos que valga. "La tentativa ?dice? sencillamente carecerá de éxito". El objetivo debe ser diversificar hacia el resto del mundo las relaciones políticas y culturales.
La segunda tesis es la de reconocer la especificidad de la política exterior, no sólo como promotora comercial y de inversiones, sino "sus propósitos, instrumentos y ámbitos propios".
Seis desafíos para seis años
"De nada sirve ?escribe Jorge G. Castañeda? que vaya a Europa nuestra secretaria de Relaciones Exteriores para hablar de los avances de la negociación en Chiapas, si al día siguiente Marcos, que tiene mucha más presencia en determinados círculos europeos que la cancillería, dice exactamente lo contrario. Lo mismo sucede con las ONG y con los partidos de oposición".
El futuro canciller reconoce que la imagen de México en el exterior no es la de una nación segura y en paz, y que ésta debe reconstruirse "de la mano" con todos los sectores. "Reconstruir la realidad interna y la imagen externa de un país honesto, seguro y pacífico, constituye la única manera de cuadrar un círculo perverso y resolver la contradicción entre la necesaria vigencia del principio de no intervención y la mirada externa cada vez más exigente".
El segundo desafío, definir una agenda frente a Estados Unidos, incluye la necesidad de revisar el TLC. "No es un documento negociado de una vez y para siempre" y en sus primeros cinco años ha demostrado fallas. Es importante, sostiene, volver a los temas laboral y de medio ambiente que durante la negociación en el salinismo quedaron fuera.
Plantea también como desafíos el proyecto de un mercado común con la cuenca del Caribe y la nueva mirada hacia América Latina, que incluye iniciar la negociación de un acuerdo de libre comercio con el Mercosur e insistir en la construcción de una nueva arquitectura financiera internacional hasta la nueva ronda de la Organización Mundial de Comercio, iniciada y abortada en Seattle el año pasado.
Finalmente, propone buscar relaciones privilegiadas con países de dimensiones y características geopolíticas similares a México (Brasil, Sudáfrica, Indonesia, Egipto, India), no en la línea "del tercermundismo de antaño" ni con la inviable idea de intensificar relaciones comerciales o financieras con ellas, sino con el fin de "tener una mirada común y ser vistos de un modo común por los demás".