JUEVES 23 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Cerca de 29 mil cañeros, sin crédito en Jalisco desde hace tres años
El cierre de La Purísima fue la puntilla para el pueblo de Tecalitlán
Ť La esperanza de sus habitantes es que se instale una maquiladora y un pequeño parque industrial
Rosa Rojas, enviada, Tecalitlán, Jalisco Ť Para este pueblo de 18 mil habitantes, el cierre del ingenio La Purísima fue la puntilla. "Se acabó el azúcar y nos acabamos nosotros", comentan Angel Salinas, ex obrero y ex cañero de esa fábrica, y el síndico del ayuntamiento de extracción panista, José Delfino Arias González.
Por estos rumbos de Jalisco, en la zona limítrofe con Colima, a dos horas y media de la capital, Guadalajara, se comenta entre bromas que el único cultivo que deja más ganancias que la caña es la mariguana. Sin embargo, cuando se busca indagar más al respecto, la gente calla. No es cosa de broma, "te puede costar la vida, la cárcel, la salud, la familia. Pero cuando 'ese' negocio está bien, donde quiera hay construcciones", fue la única respuesta.
Muchos saben en la entidad el calvario que ha vivido Tecalitlán. La preocupación crece porque un ingenio que está "en capilla" es el José María Morelos, del grupo Machado, que le da vida a cuatro municipios de la costa: Casimiro Castillo, Autlán, Purificación y La Huerta, informó Maximiano Barbosa, dirigente de El Barzón y de la organización de cañeros de la CNPR en esa región. "Si truena el ingenio, truena la gente del campo". Hace tres años que no hay crédito para los cañeros allá, afirmó.
En Jalisco hay unos 29 mil cañeros. Hay problemas con la mayoría de los ingenios para obtener crédito, manifestó por separado el líder estatal de los cañeros de la CNC, Martín Enríquez. Aparte del José María Morelos, que en esta zafra apenas va a moler 400 mil toneladas, cuando en una normal muelen entre 600 mil y 700 mil, "el problema más fuerte está en Tala, del grupo Gam, que está en suspensión de pagos". Ante este panorama "se está haciendo concientización para el financiamiento del cultivo", indicó.
A la entrada de Tecalitlán, un arco proclama: "Bienvenido a la tierra del Mariachi Vargas". El nombre del pueblo le ha dado la vuelta al mundo enlazado con el del célebre conjunto musical.
En Chicago, Nueva York y California, decenas de restaurantes se denominan como este pueblo, lo que puede corroborarse en una búsqueda por Internet.
Por aquellos lares andan también cientos de sus hijos e hijas que ya no encuentran aquí la forma de ganarse la vida.
No se olvidan, sin embargo, del terruño, y sostienen con sus envíos un asilo de ancianos y a buena parte de la población que vive aquí.
Unas 500 personas emigran cada año, informó Arias González. Se van familias enteras, de modo que el incremento de población que debería haber con el índice de nacimientos que hay, de 2.5 al año, no se refleja en el número de habitantes. Tecalitlán tiene 18 mil pobladores desde hace cinco años. Ahora hay la esperanza de que se instale aquí una maquiladora y se va a construir un pequeño parque industrial municipal.
Hay poco comercio, como reflejo de la falta de trabajo. Angel Salinas, de 60 años, como muchos otros ejidatarios del ejido La Purísima, vendió sus tierras hace un par de años: 12 hectáreas de cerril y 9 de riego, en 200 mil pesos, que invirtió en hacerle mejoras a su casa. Ahora vive al día; está tratando de conseguir un puesto de velador.
Con tres hijas, la pensión que recibe, por haberse lesionado la espalda cuando ayudaba en la carga de costales de azúcar en el ingenio, no le alcanza para comprarles los libros de la escuela, así que lamenta que van a tener que dejar de estudiar.
El fraude en cajas de Cirilo Ocampo
El Seguro Social le paga mil 500 pesos al mes. Los 940 pesos de la parte que pagaba el sindicato de trabajadores azucareros hace tres meses que no les llegan a los pensionados. Para colmo sus ahorros -5 mil pesos- se esfumaron como los de otros miles, cuando se cometió el fraude del cierre de las cajas populares que manejaba Cirilo Ocampo.
La tierra se está concentrando en unas cuantas manos, informó Arias González. Los compradores son gente de fuera y algunos de la localidad.
El valle tiene 10 mil hectáreas agrícolas y llegó a haber hasta tres ingenios azucareros aquí. El de La Guadalupe se cerró en 1984/85; el de Santiago por el 88, y luego La Purísima.
De más de 2 mil 500 hectáreas de caña que entregaban su producto a este último ingenio deben quedar unas 500. De 300 se entrega la caña en el ingenio de Tamazula -a una hora de aquí-, y el resto va al de Quesería, en Colima -se hacen para allá unas tres horas con la carga-, pero el flete es muy alto y casi no les queda nada a los cañeros. Aparte Tamazula luego les deja la caña parada, aunque tengan contrato, y sólo les paga 700 u 800 pesos al año "por la renta de la tierra".
Ahora se siembra maíz, cuyo precio está muy bajo, algo de caña; se ha sembrado pepino, hortalizas, jitomate, calabacita, chile. El tomate es lo que más se cultivó, pero hubo muchos altibajos que afectaron de forma profunda a la gente; se llegó a perder el producto porque pagaban a 1.50 el kilogramo.
Arias González aseveró que los ingenios cerraron porque tenían exceso de personal y eso los hizo incosteables. "Se daba empleo más de acuerdo a las necesidades de la gente que a las de la empresa, y se fueron acabando. La Purísima tenía como 800 trabajadores".
Angel Salinas no concuerda con eso. Informa que él fue presidente del comité seccional 2262 del sindicato azucarero y que en La Purísima había 370 y tantos obreros de planta activos y alrededor de 70 pensionados.
Un jefe por cada tres trabajadores
"A última hora trabajó mucha gente porque se hizo un Tylbis, que era como otro ingenio pero trabajó sólo una temporada, y murió con el otro. El problema era que había unos cien trabajadores de confianza a los que les pagaban altos sueldos, la renta de casas, comidas y gasolina; era pura gente de fuera. Había un jefe por cada tres trabajadores. No fuimos los obreros los que quebramos el ingenio".
El Tylbis, explicó Arias González, era una fábrica de paneles de bagazo de caña para la construcción, pero el equipo no funcionó "porque venía de un modelo de Canadá, donde la caña era derechita, y aquí la caña es chueca y dura. Eso lo trajo una empresa privada que pretendía comprar todo el ingenio. Luego lo pusieron en oferta y no hubo compradores. Vinieron otros empresarios a tratar de revivir el ingenio haciendo una bebida refrescante. Tampoco funcionó. El Tylbis está en manos de los trabajadores porque jurídicamente se lo adjudicaron, pero no ha funcionado".
Al respecto, Carlos Blackaller, presidente de la Unión Estatal de Cañeros de la Confederación Nacional de la Propiedad Rural, aspirante a la directiva nacional de esa organización, comentó que en los nueve años que lleva dentro de las actividades cañeras nunca más volvió a escuchar "el tema del Tylbis. A lo mejor la idea es muy buena, pero el proyecto era otro; hubo un retraso de tres años en la entrega del equipo; hay algunos aspectos de tipo legal muy oscuros".
La cuestión es que hay consenso entre los cañeros, sean de la Confederación Nacional Campesina o de la CNPR, en que se requieren opciones para aprovechar mejor los subproductos de la caña. Sin embargo, expresó el cenecista Enríquez, "el gobierno de Jalisco y el del Distrito Federal han hablado mucho del etanol, pero en el campo de los hechos no hemos visto nada".
Mencionó que por ejemplo el ingenio José María Morelos y otros, que actualmente tienen una productividad baja en azúcar, podrían dedicarse a producir etanol, lo que reduciría el excedente en la producción de azúcar y salvaría las fuentes de empleo.
Aunque admitió que la actividad requiere un reordenamiento, comentó que el precio del maíz está por los suelos. No hay mercado para las legumbres y la siembra de agave se ha extendido mucho, "pero tampoco le podemos entrar todos. Podría darse en Tala, Ameca, El Grullo, Tamazula, pero no hay ningún programa. Además ahorita no hay agave para producir tequila, pero en cinco años va a haber sobreproducción, y va a pasar igual que hace tres años, que nadie te lo compraba".