JUEVES 23 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

No hay sorpresa alguna: la visión económica del sexenio por comenzar será marcada y confesamente la de los empresarios.

México, como una gran empresa, y sus gobernantes, como gerentes. La ganancia, la productividad y la rentabilidad, como elementos rectores, al relevo de las antiguallas -ahora en desairada venta de cochera- llamadas justicia social, solidaridad, defensa de los pobres.

Si la Coca Cola ha llegado a la cúspide del poder, sus acompañantes en el gabinete provienen de Jafra, Gillette, Sabritas, Avantel, Telmex, Bancomer, Banamex (Ƒcómo no?), Vitro y demás directorio empresarial, ajos incluídos. Si el presidente en ciernes se tituló -muchísimos años después de haber terminado la carrera, ciertamente- en la Universidad Iberoamericana, sus compañeros de gabinete vienen de las aulas -como egresados o como maestros- del Tec de Monterrey y de instituciones extranjeras varias, entre otras, la que da a sus hijos afamados, como el nuevo secretario de Hacienda, el título de Chicago boys. El titular del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos, convertido en presidente del consejo de administración de México, SA, y los secretarios de Estado en miembros de ese consejo. Quejas y protestas, a la dirección cibernética patria.com., sin mx, por favor, y, obviamente, sin eñes ni acentos, pues los teclados en inglés no usan tales signos innecesarios en la globalidad.

Lo dijo un analista de Merryl Lynch llamado Felipe Illanes, según la agencia Reuters: Francisco Gil Díaz es un "halcón fiscal". Esta columna no tiene más datos que aportar a la policía fiscal más que esos, pero espera con tal declaración salvarse de las uñas de esa ave anunciada. Otros informantes -que piden el anonimato de sus cuentas bancarias- esparcen la versión insistente de que el citado personaje es un verdadero "terrorista fiscal". Tales clasificaciones provienen del hecho de que don Francisco -nótese el trato cuidadoso, selecto, de esta, en otras ocasiones irreverente columna- es un convencido de que los mexicanos debemos pagar impuestos a plenitud. Al nombrar a Gil Díaz, Fox anuncia, sin sombra de duda, la más enérgica batida posible contra todo tipo de desviaciones y maromas fiscales en las que el sistema contable mexicano tiene tanta maestría, y un rigor recaudatorio que habrá de chocar rapidamente con las inercias de un sistema clientelar y corporativo que abatió el cobro de impuestos en aras de votos y fidelidades partidistas. Gil Díaz, además, sintetiza y confirma el hecho de que el foxismo es la cuarta etapa del neoliberalismo (De la Madrid, Salinas y Zedillo, sus tres anteriores fases). El nuevo secretario de Hacienda es un personaje totalmente identificado con esas teorías y procedimientos. Ha hecho su carrera -en la que destacan una subsecretaría de Hacienda y la vicegubernatura del Banco de México- en esa línea y garantiza continuidad y mejoramiento. Un Chicago boy más. Y amigo del primerísimo amigo de este sexenio ya por comenzar, Roberto Hernández, el dueño de Banamex y, desde luego, de Avantel, de la que era director general don Francisco.

Es posible conjuntar en un solo apartado otros nombramientos de secretarios, pues en ellos se conjugan elementos ya conocidos del foxismo, algunos por estar muy encaminados a las áreas que ahora se les han encargado oficialmente -Luis Ernesto Derbez a la Secretaría de Economía, que sustituye a la de Comercio; Pedro Cerisola a la de Comunicaciones y Transportes, y Javier Usabiaga a la de Agricultura, y otros, porque, aun cuando sus nombres no fueran conocidos, sus características son claramente compartidas con el resto del equipo -Ernesto Martens a Energía; Victor Litchinger a Medio Ambiente, y Leticia Navarro a Turismo.

Derbez, Cerisola y Usabiaga forman parte del equipo central de Fox. Derbez tendrá a su cargo el desarrollo de la tesis conceptual de que los mexicanos queremos, entre otras cosas básicas, prosperar a partir del changarro como unidad filosofal. Ha sido operador y verificador de ajustes estructurales en varios países. Su biografía laboral está tocada principalmente por el Banco Mundial, el Tec de Monterrey -donde fue director de estudios económicos- y la Universidad de las Américas -de la que fue vicerrector. Se supuso que sería el primer secretario de Hacienda del gobierno foxista. No lo será hoy, pero sí un permanente francotirador a ese cargo al que las necesidades financieras internacionales -remember the december's mistake- obligaron a postular a alguien, Gil Díaz, al que, como sucedió, saludarán con beneplácito las trasnacionales del gran capital.

Cerisola sería, según una peculiar teoría de equilibrios en boga, la compensación dada a Carlos Slim, pues el arquitecto Pedro Cerisola y Weber era director general regional de la gran telefónica mexicana cuando Fox le invitó a ser el coordinador general de la campaña por la Presidencia de la República. Su biografía laboral es cruzada, además de Telmex, por Aeropuertos y Servicios Auxiliares, Aeroméxico (Aerovías) y la secretaría a la que ahora va como titular. No sólo tiene parentela homónima de riesgosas resonancias, sino también el sambenito que le ha sido colgado respecto a su presunta dependencia de Slim.

Usabiaga es conocido como el rey del ajo, pues ha creado una gran empresa exportando ese curativo producto. Ya antes fue secretario de Agricultura en el gobierno estatal de Fox y, tras ser electo diputado federal, se mantuvo siempre como principal aspirante a la cartera que ahora se le confirma. Según las versiones internas, Javier Usabiaga fue, además, uno de los patrocinadores importantes de la campaña foxista y, como se sabe, amor con amor se paga. Entre otros cargos fue presidente del grupo financiero Banamex-Accival.

Ernesto Martens también ha estado relacionado con Banamex, como consejero regional -al igual que en otras firmas, como Serfin, Hilsamex y regioempresas- y ha sido director general de Union Carbide, Vitro y Cintra, virtual monopolio, éste, de aviación mexicana, conformado por Aeroméxico y Mexicana de Aviación, de las que también ha sido funcionario. La tarea que tiene enfrente no le provocará ningún tipo de agruras intelectuales: abrir la producción de energía eléctrica a capitales privados nacionales y extranjeros, y preparar el terreno para una deseada privatización total; además, junto con el director de Pemex -presuntamente Fausto Alzati-, avanzar también en ese camino de entregar a particulares la riqueza nacional. Es necesario refrenar toda vocación irónica al enumerar las prendas que acompañan a la nueva secretaria de Turismo. Su experiencia laboral ha pasado por Gillette, Pepsi Cola, Sabritas, Colgate-Palmolive, Panificadora Azteca y Jafra. Es, sin duda, una mujer que honra a su género y a sus compatriotas, pues ha tenido importantísimos éxitos en su carrera profesional. Es la presidenta mundial de Jafra, filial de Gillette, que bajo su mando se convirtió en el negocio de artículos de tocador más productivo de la cuenta en el orbe de la poderosa firma de afeites. Es posible que su éxito empresarial ayudara en otra área, como la Secretaría de Economía. La gran pregunta se refiere a lo que sabe y puede hacer específicamente en materia de turismo, aunque, la verdad, luego de Oscar Espinosa, es altamente satisfactorio ver llegar a esa oficina a una persona de manos limpias y éxito ajeno a las triquiñuelas del poder político.

El espacio se ha agotado, de tal manera que dejaremos para mañana el análisis de los otros nombramientos importantes. En primer lugar, desde luego, el muy estratégico de Jorge G. Castañeda, anunciado por cierto en el gabinete "de desarrollo y crecimiento sustentable", como si su principal acento fuese a ser el económico. Luego, Mario Laborín, nombrado por algo más que vocación de rima en Nafin. Y John Mc Carthy en Fonatur (Ƒqué tal, con ese nombre, candidato a presidente de México en 2006?). Y Ernesto Ruffo, nacido en San Diego, California, como comisionado para Asuntos de la Frontera Norte. Y Eduardo Sojo, como proyecto de poder tras el trono, en la Comisión para Asuntos Económicos. Y, claro, Martha Sahagún. Hasta mañana.

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