MIERCOLES 22 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť La basura que comemos... es el título del libro 110 del cartonista 


Rius, gambusino al acecho de la información

César Güemes Ť No hay en México un autor que tenga, como él, 110 títulos publicados. A esa suma llega con La basura que comemos, transgénicos y comida chatarra, que editado por Grijalbo comienza a circular en librerías. Rius, Eduardo del Río, es un hombre que simplemente no sabe descansar. Ni quiere. Ni le interesa. Mucho menos ahora, que el cambio de un régimen priísta a uno de partido distinto y de signo diferente le ofrece la posibilidad para él irresistible de sentarse el 1 de diciembre entrante, frente a la televisión, con un cuaderno de dibujo en la mano,

-Una labor tan amplia como la tuya te convierte no sólo en uno de los autores que más escriben en México, sino de los que más se leen. ¿Percibes este peso?

-Lo noto cuando voy a las ferias de libros o cuando hacemos presentaciones en alguna universidad. Las personas se acercan a mí para comentarme algún libro o para darme las gracias porque los volví ateos, los metí al PRD, los convertí al vegetarianismo o los convencí de que dejaran el cigarro, algo que no he logrado todavía.

-Hacer libros se te ha vuelto un modo de vida, maestro.

rius-monero-4-jpg-Creo que sí, porque ando ya sobre los 35 años dedicado a esto. Lo he convertido en una especie de universidad para mí porque tengo sólo quinto año de primaria en mi historial académico. Si hago un trabajo sobre filosofía, me dedico a estudiar. En todo caso el hecho de no haber pasado por la universidad, según me decía Monsiváis, permite que mi lenguaje sea accesible. Trato de convertir toda la información a que tengo acceso en una especie de clase, primero para mí y luego para el lector. Se me ha vuelto una manía reunir información de una gran cantidad de temas.

-De modo que el proceso es a la inversa de un ensayista: no hablas de lo que conoces en principio, sino de lo que desconoces hasta que realizas la investigación.

-Para mí es igual de laborioso porque mi ignorancia es mucha. Claro, hay temas que me cuestan más trabajo, como la energía nuclear, por ejemplo. Tengo que hacerla de gambusino en ocasiones porque no hay gran información en México. Lo que sí trato de hacer siempre es presentar los dos lados de la moneda, o sea del tema que trato.

-Siempre te hemos visto como el que hace libros, pero antes de eso está el lector.

-Cada año digo que ya es el último, pero me gana siempre el deseo de enterarme de algo y de comunicárselo a los lectores.  Eso es un modo de vida, no la concibo sin estar dibujando o leyendo. Me cuesta mucho trabajo descansar.

-¿Hablamos de disciplina?

-Trato de disciplinarme, aunque me cuesta mucho trabajo. Por otra parte quiero seguir viviendo, disfrutar de mi hija y viajar cuando se puede. En ocasiones es difícil conjugar las dos cosas.

''Temas a pasto'', con Fox

-Pudiste haber vivido de tus rentas desde que conseguiste el libro número 50, digamos.

-Podría hacerlo porque no me he hecho una existencia de apariencias ni llevo un tren de vida de lujo. Con lo que me dejan los libros sí podría retirarme, pero le gana a uno la profesión. Mira, ahora está a punto de entrar Fox: ¿cómo me retiro si va a haber temas a pasto para echar relajo? No puedo quedarme a la orilla de un palmar viendo que la vida pase.

-Eso es clave para tu desempeño: el tuyo es un trabajo que implica un firme esfuerzo pero también es divertido.

-Es una de las ventajas de esta profesión del humorismo gráfico, me permite divertirme con el trabajo. ¿Qué más diversión que burlarse de los poderosos? Eso sólo lo pueden hacer comediantes de teatro o de algún medio electrónico que se dediquen a la crítica. Los comediantes y los cartonistas estamos casi en la misma profesión.

-¿Te has planteado la posibilidad de cambiar de estilo, de variar conforme cambian los lectores?

-He tratado de que sean más didácticos los trabajos y a lo mejor han perdido humor. Siento que se corre ese riesgo y ni modo. Hay temas a los que no es fácil infundirles la gracia, como el de la comida chatarra. El lector necesita en esos casos más información que humor, aunque no deseo abandonar esa forma de informar. Es una manera directa de llegarle a los lectores.

-¿Tu trabajo habrá sido de algún modo auspiciado por el sistema político que hemos vivido y que se prestaba para la crítica?

-La crítica o el análisis político siempre será socorrido, como el de los enterradores, nunca se acaba. Creo que con el nuevo presidente habrá más materia prima.

-¿Cómo percibes a Fox?

-Creo que está muy preocupado. Prometió mucho y ya está viendo que la realidad no le va a permitir hacer ni la tercera parte de lo que dijo. Siento que Fox es una persona que actuará de buena fe y quizá al paso del tiempo y al contacto con el mundo concreto se convierta en otro gobernante priísta más, claro, con sus modalidades. Ahora nos van a gobernar los empresarios, por eso no entiendo cómo van a conjugar las necesidades de los millones de pobres con los intereses empresariales. Está en chino. No quisiera estar en las botas de Vicente Fox. Aunque, por otro lado, ya visto eso mismo desde la óptica del cartonista, es maravilloso: habrá cientos de asuntos que comentar. Pensemos que un gobierno federal distinto del PRI es algo totalmente desconocido para nosotros. Para los medios se darán situaciones inéditas.

-Aunque lo que entendemos como derecha ya gobernaba desde antes.

-Claro, no podemos considerar a los últimos cinco presidentes priístas como personas de izquierda. Lo que pasa es que no estaban tan claramente identificados con la cúpula empresarial como ahora. Este cambio es, como cartonista, un cambio que no me habría perdido por nada de este mundo.