MIERCOLES 22 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Arnoldo Kraus Ť
Tepito (y UNAM)
Tepito, parteaguas. Tepito, Distrito Federal. Tepito, DF, México. Ese Tepito tan México y ese México tan tepiteño. En Tepito, asegura el procurador Samuel del Villar, se aplicó la ley con firmeza. Rosario Robles agregó: "evitamos mancharnos las manos de sangre", y el secretario de Seguridad Pública, Alejandro Gertz, resaltó que "la Policía Judicial no esperaba una reacción violenta de la gente, pero la banda salió". Fue en Tepito donde las autoridades decidieron aplicar la justicia. La idea, ni duda cabe, es buena. Justicia. ƑA quién le molesta que la legalidad rija las vidas, que el orden sea parte de la cotidianidad, que la justicia sea un bastión?
Al día siguiente del asalto, habitantes del rumbo marcharon con pancartas: "Atención: los comerciantes de Tepito estamos en contra de la delincuencia. Los comerciantes no apoyamos a la mafia ocasionada por las mismas autoridades corruptas". Con la misma tinta, en la misma tela, idéntica historia: delincuencia y autoridades. El espacio y la sinonimia son perfectos. En ésta, y otras ciudades, tenemos por igual a delincuentes que a las autoridades. En el México Tepito, y en los incontables Tepitos mexicanos que han proliferado durante las últimas décadas, Ƒqué tantas diferencias existen entre asaltantes y gobernantes? Pocas, muy pocas. La más visible es que los primeros asaltan sin permiso, mientras los segundos cuentan con la anuencia de sus leyes. La otra es que muchos delincuentes fueron primero autoridades --algunos policías, otros gobernadores o regentes ahora "desaparecidos"--, y tras doctorarse en su oficio cambiaron vestimenta. Y hay otra más. Mientras muchas autoridades saben que su chamba les permite todo, y por ende hacen todo, los malhechores, en cambio, entienden que para robar tienen que asaltar. Mera semántica.
Lo ocurrido en Tepito fue una gran muestra de la descomposición social. Fue magnífica tesis acerca de los pequeñísimos límites que existen entre distintos grupos sociales, cuya convivencia está determinada por las oscuras leyes de la oferta y la demanda determinadas por el contrabando. Fue, asimismo, muestra de las reglas de la corrupción y de la historia fundacional de unas relaciones socioeconómicas en donde todo se vale, siempre y cuando las autoridades se beneficien. El suceso Tepito fue en el DF, pero habrá que aguardar. El desgaste comunitario ha llegado a tal límite que tan sólo con escarbar, en muchos otros sitios de la nación, la violencia podría emerger con la misma furia. Lo que ocurre y ocurrió en Tepito es también carta de presentación de los logros de nuestros regidores o Ƒhabrá quien piense que fue el azar lo que generó y ha gobernado ese rumbo durante años y años? El nivel y tipo de corrupción en México es inimaginable e insuperable. Son, evidentemente, más responsables las autoridades --y, por supuesto, no me refiero a las actuales sino a todas las que florecieron bajo el cobijo del PRI-- que los mismos infractores, pues las reglas las establece quien tiene el poder.
Tepito, un ensayo social de la realidad mexicana. La trama dice: del cateo de bodegas, a la ofensiva con piedras y bombas molotov, a las detenciones de contrabandistas tepiteños y contrabandistas judiciales --marcador: ocho oriundos, nueve policías--, a los destrozos de patrullas y autos diversos, al arribo de mil 800 policías y 600 patrullas, a la violencia sin límite en donde guardias, saqueadores, vándalos y vecinos se confundían durante más de diez horas de agresiones. Una cadena de eslabones insanos y fracasos sociales.
La decisión histórica de llevar la justicia a Tepito, "hasta sus últimas consecuencias", es similar, en su sinrazón y endeble arquitectura, a la también irresponsabilidad histórica de aumentar, el año pasado, las cuotas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Los escenarios son tan distintos como idéntica la torpeza de las resoluciones. Quienes ejecutaron las órdenes sobre la UNAM, en su desconocimiento, poco se diferencian sobre quienes asaltaron Tepito. Podría asumirse que nuestros gobernantes no conocen a sus gobernados y que el rigor de supuestas buenas decisiones carece de inteligencia y conocimiento.
Aplicar la justicia en Tepito, Tepito DF, en Tepito DF México, es mucho más que simples sumas y restas. El cateo de bodegas y los eventos que se sucedieron --por milagro no hubo muertos- despertaron, nuevamente, a esa fiera dormida que habita en buena parte del territorio nacional. Agotado de tanta espera, cansado de tanta injusticia, sujeto para sobrevivir a las reglas no escritas y siempre cambiantes de la corrupción mexicana, ese inmenso grupo social no puede aguardar mucho más. La disyuntiva es fundamental: con el cateo, Ƒse pretendía castigar a los contrabandistas pequeños, incomodar al gobierno del DF o seguir encubriendo a las autoridades responsables de la corrupción?
Para Daniela. Ella sabe.