Ť En el palco presidencial, Ernesto Zedillo y Rosario Robles bromeaban y reían
Más de 5 mil 200 deportistas participaron en el desfile
Ť Los medallistas olímpicos y paralímpicos
de Sydney 2000 lucían felices, plenos de ánimo
Jorge Sepúlveda Marín Ť "Bienvenidos", se lee en la enorme tribuna colmada de niños, quienes, sentados y con sus cartones multicolores escriben varios mensajes. Y es que las notas del Himno Nacional se escuchaban en el Zócalo de esta ciudad y luego formaron una bandera, con su respectiva águila al centro.
Fue el inicio del desfile deportivo, con el que se conmemoró ayer el 90 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana. Participaron 5 mil 200 deportistas, más los militares.
De inmediato comenzaron a avanzar los miembros del Ejército, los de las fuerzas especiales, en bloques de aproximadamente 300 cada uno. Fueron cerca de 12 grupos compactos los que caminaron entonando sus cantos de entrenamiento, bien de Fuerza Aérea, o de ingenieros o médicos militares.
Al son de la melodía Así hablaba Zaratustra, los integrantes de la Escuela Comercial de la Cámara de Comercio se desplazaban rítmicamente. En los primeros vehículos saludaban la medallista de oro en halterofilia, Soraya Jiménez, luego el ganador de la plata en los 20 kilómetros de marcha, Noé Hernández y el de bronce en los 50, Joel Sánchez. Más atrás, Cristian Bejarano y su entrenador, Vicente Borrego Torres. Todos meneaban las manos de derecha a izquierda y viceversa, en respuesta a los saludos que les enviaban desde el palco presidencial.
Los mensajes de la tribuna espectacular cambiaban a cada momento. Que "democracia", que "paz", que "soberanía" y l910-2000, con la imagen de Francisco I. Madero al centro.
Lentamente pasaba el camión con una reproducción de la Opera de Sydney con Fernando Platas a bordo, acompañado de Marijosé Alcalá, sin faltar el entrenador Jorge Rueda. También saludaban y reían.
No podían faltar los discapacitados. Esos deportistas que con orgullo regresaron cargados de preseas de la Paralimpiada. Los mismos que con ánimo de ganadores saludaban y sonreían. Los sucedieron las delegaciones de taekwondo, kendo, volibol de salón y de playa, además del water polo y del futbol americano. En el palco de honor, el de Palacio Nacional, Rosario Robles, jefa de Gobierno del Distrito Federal y el presidente Ernesto Zedillo bromeaban y reían.
La gimnasia lucía con sus niños y jóvenes. Los deportes autóctonos, con sus pelotas de caucho, sus aros y sus varas, fueron protagonizados por los estudiantes de la UNAM.
Arribaron tres parejas; los varones, en silla de ruedas y sus compañeras, con clásico vestido negro de terciopelo, bailaron un danzón, que fue premiado con sonoro aplauso. Atrás, empujaban con su silencio los practicantes invidentes de golbol, luego los luchadores de la Triple A. Destacó un triciclo con una rueda delantera de dos metros de alto, y las dos traseras mucho más bajas.
Daniel Bautista, Joaquín Capilla, Daniel Aceves y otros medallistas del pasado avanzaban con cara de felicidad. Hermosos caballos, de patas gruesas y cuartos traseros como esculpidos a mano. Negros, lustrosos, bailarines al ritmo que impone el jinete. Hizo su aparición el Pentatlón Deportivo Militarizado Universitario e hicieron maravillas sobre sus caballos. Acrobacias sobre uno, dos o más potros. Un jinete en dos animales, o el mayor artificio: 12 hombres sobre seis caballos, en formidable pirámide, que cerró la actuación.
Fue el desfile deportivo que se encaminó hacia
Reforma, donde la gente pudo ver varias de las actuaciones, bajo un cielo
seminublado, que opacó la fuerza del sol.