MARTES 21 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Concentra el penal a los reclusos infectados en el DF
Con sida, casi 3% de los presos en Santa Martha Acatitla
Ť Gastan autoridades unos 5 mil pesos por cada seropositivo
Ť Excarcelados que padecen el mal prefirieron volver al presidio
Susana González G. Ť Aunado a la condena que cumplen por haber cometido diversos delitos, casi 3 por ciento de los mil 500 presos que se encuentran en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla padece el virus del sida.
A ese penal son enviados los internos de los cuatros reclusorios existentes en el Distrito Federal a quienes se les detecta, tras rigurosos exámenes, el virus de inmunoficiencia adquirida (VIH).
Actualmente suman 44 los enfermos que han sido concentrados en el llamado dormitorio ocho de Santa Martha, ubicado cerca de la explanada de la penitenciaria conocida como "el pueblo", donde se congregan los presos para convivir con sus familiares el día de visita, y el cual está separado por un jardín interno y una barda de al menos dos metros de altura.
Ahí, junto con los reclusos de la tercera edad y en celdas individuales de poco más de cuatro metros cuadrados, con baños propios, los enfermos de sida han creado su propia comunidad y prácticas de autoayuda, como es el caso de Broquier, uno de los internos más antiguos y quien se ha empeñado a brindar ánimos a sus compañeros.
A cada uno de ellos, la unidad médica de la penitenciaría les suministra entre cinco y diez medicamentos distintos, dependiendo del avance de la enfermedad, gracias al programa especial de VIH/sida que tiene la Secretaría de Salud para las prisiones del Distrito Federal.
Entre las medicinas que más se distribuyen, se incluyen los retrovirales como la zidovudina, el saquinavir o la didanosina; las vitaminas del complejo B; el caseinato de calcio y otras medicinas tales como el vivonex, ensure, isoniacida, etambutol o el TMP/SMZ, además de que se les prescribe una dieta adicional especial.
En promedio, las autoridades gastan unos de 5 mil pesos mensuales por cada uno de los enfermos de sida de Santa Martha Acatitla, de acuerdo con estimaciones del personal de la unidad médica.
Tan sólo el tratamiento mensual con saquinavir, un inhibidor de la proteasa que es recetado a siete de los 44 enfermos de sida, cuesta 590 dólares, dado que la dosis aplicada es de tres cápsulas cada ocho horas.
Y aunque los otros medicamentos no tienen precios tan elevados y su suministro es más esporádico que el anterior, para la mayoría de los pacientes serían difíciles de conseguir por sí mismos.
A lo largo del año 2000, cinco presos con VIH han cumplido su sentencia y han sido liberados, pero todos ellos volvieron a cometer algún delito, en su mayoría robo, y fueron remitidos nuevamente a la penitenciaria.
En opinión de uno de los médicos entrevistados, quien solicitó que su identidad se mantuviera en el anonimato, lo anterior puede atribuirse a las dificultades que enfrentan los ex reos para conseguir la medicinas adecuadas.
"No es tan fácil que en los hospitales o centros de salud se les proporcionen los medicamentos como aquí, donde además tienen posibilidades de presentar queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal si consideran que no se les atiende".
Sin embargo, no parece ser el único factor que los hace reincidir porque, como confiesa uno de los presos, "allá fuera uno se siente solo y aquí, con tantos años adentro, al menos me saludan, me dicen como te va y platican conmigo".