MARTES 21 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Marco Rascón Ť
Tepito, barrio global
La declinación de Samuel del Villar es, sin duda, un triunfo de las mafias de la ciudad y resultado de la incomprensión perredista que navega sin un proyecto claro de ciudad y actúa a contragolpes, como si fuera la Selección Mexicana de futbol dirigida por Mejía Barón: esperando al adversario en la cancha mientras lanza balonazos expuesto al autogol por su conservadurismo y falta de estrategia ofensiva, justificada como "la gobernabilidad".
Samuel deja la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) por falta de respaldo y porque fue sobreexpuesto a las guerras que se desataron después del anuncio de su posible continuación como procurador.
Ese error ha demostrado que lo que es bueno a la entrada de un gobierno, no lo es a su salida. Que en el caso específico del DF, la falta de una visión integral dejó la procuración de justicia, la ecología y la cultura (tres políticas que tenían concepto y objetivos) a la deriva y sin respaldo.
Mafias, basura, comercio ambulante, vivienda, agua, servicios, desarrollo económico, transporte público y Tepito no pueden verse de manera aislada e inconexa, sino como problemas que crecieron en un régimen político y que fueron estructurados para servir a una clase política autócrata y corrupta.
La liquidación jurídica del viejo Departamento del Distrito Federal fue una tarea legislativa que obedeció a una decisión política con una visión clara de los objetivos y de la estrategia, a pesar de las resistencias naturales a los cambios. La ciudadanía se quedó esperando iniciativas contra los intereses ilegales, las mafias y la corrupción, en correspondencia con el discurso; sin embargo, los conflictos han estallado en la propia cancha poniendo al gobierno a la defensiva.
En el caso del presupuesto, se ha concebido que el ejercicio del gasto público es corrupción, y sin consenso alguno se hace de la "austeridad" una política de izquierda que linda en contenido con las políticas neoliberales más agresivas contra el gasto gubernamental y la reducción del gobierno. Extrañamente, la austeridad se hace objetivo cuando la globalización se plantea la descentralización y el recorte de los recursos a la capital y para ello qué mejor que una cara de izquierda que diga a la ciudadanía que los recortes son parte de una lucha contra la corrupción. Frente a esta contradicción entre discursos y políticas, la ciudad podría convertirse en una olla de presión que estalle en las manos de un gobierno de izquierda en sus orígenes, pero cuyas políticas sirven hoy al proyecto de la derecha global.
En el caso del llamado "barrio bravo" hemos insistido, y aun discutido directamente con los tepiteños, en que Tepito y Santa Fe son dos puntas de la ciudad que se integraron de manera directa a la globalización por encima de la estructura federal y local. Ambas zonas conectan con el exterior e impusieron nuevas formas y relaciones financieras, culturales y comerciales que ganaron el espacio público para utilizarlo en su favor. Los vendedores ambulantes podrían ser diferenciados de los que trabajan para los barrios globales y sus mafias, y los que son parte de una economía local, productiva. Las mafias no pueden ser combatidas sólo con operativos policiales, pues no hay que olvidar que se trata de empresarios en su etapa de acumulación originaria que se abren espacio con todo tipo de negocios legales e ilegales.
Esta es una realidad difícil de negar, pero que no existe para la moralidad citadina. Tepito se ubica entre el Eje 1 y 2 Norte, entre Reforma y Anillo de Circunvalación, y sólo puede ser legalizada si se le transforma en una zona libre, urbanizada que se relacione de manera transparente con el resto de la ciudad controlando sus flujos.
Esto es una presión para el gobierno; puede ser positiva, si se propusiera fomentar una economía local más fuerte que la globalización, creando con el presupuesto la base de una banca de fomento para actividades que generen empleos productivos desde la misma familia y que hoy vemos como oferta de fruta, tacos, artesanías, tamales, entre otras que son parte de nuestra cultura gastronómica y de consumo.
Para desarrollar esta economía local, así como para orientar y ampliar el presupuesto con fines antirrecesivos se requiere una amplia convocatoria organizada, cuyo eje sea la defensa del trabajo como valor social importante en la ciudad, y en torno al cual gire el transporte, el desarrollo urbano y económico, la reforma administrativa, salud, educación y cultura.
Se entró tarde en Tepito y sin visión integral. La iniciativa de Samuel para contener la hegemonía tepiteña fue aislada y no recibió respaldo local ni federal. Su declinación es un triunfo para los intereses del viejo régimen, dueños del día y la noche citadinos: lo entregaron en bien de la gobernabilidad y la convivencia con las mafias.