MARTES 21 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

Cuatro caídas hubo ayer. Una, la del gobernador panista de Nuevo León, Fernando Canales Clariond, quien a pesar de su atuendo más o menos revolucionario no pudo sostenerse montado en el cuaco en que partía plaza en Monterrey; otra, la de un militar de elite, un caballista del Estado Mayor Presidencial que en la Plaza de la Constitución de la ciudad de Mexico, frente al balcon que en Palacio ocupaba de manera principal Ernesto Zedillo, rodó por el suelo y quedó tirado sin poder levantarse por sí mismo; la tercera, la ceremonia oficial de conmemoración del estallido revolucionario a la que se le cayó el orador oficial, pues no se nombró a nadie para tales menesteres discursivos, y otro derrumbe, el cuarto, pero peor de estrepitoso en cuanto global y moderno, el del Nasdaq, índice financiero de los negocios cibernéticos.

Es difícil resistir los juegos de especulacion que sugieren tales escenarios en picada: las apariencias revolucionarias panistas por los suelos, el poder militar inmovilizado, la virtual cancelación de la verborrea discursiva revolucionaria y la fiebre del oro de Internet contravenida, precautoriamente refrenada.

En caballo de hacienda

Canales Clariond, emblema de la fusión de los poderes económico y político, temprano anuncio del advenimiento del empresario en mesías político, vestía como manda el travestismo ideológico, con sombrero norteño, chamarra de cuero, camisa blanca y paliacate al cuello: revolucionario don Fernando, al igual que los otros hombres de caballos de raza y lujosas vestimentas charras --o de hacendado, segun se prefiera-- que marchaban desde sus alturas equinas dominando el desfile en memoria de los desharapados que a principios del siglo pasado hicieron una revolución que ahora se recuerda sacándola de su sepultura para convetirla en un día feriado más del calendario laboral. No es, como bien se sabe, el único panista que juega con las apariencias revolucionarias, transformadoras, vestido con prendas bravías. Pocos días faltan para que el más exitoso de esos practicantes del revolucionarismo indumentario tome posesión de la presidencia del país (ceremonia que transmitirán al mundo dieciocho cadenas internacionales de televisión, pero a la que los priístas no quieren ir en capricho aldeano, por el atraco que dicen haber sufrido ellos --antaño especialistas en la materia-- en Jalisco). Dicho de otra manera, pronto Vicente Fox habrá de subirse al caballo de la revolución del que ayer se cayó con estrépito, pero sin consecuencias graves, el gobernador de Nuevo León, cuyo cuaco claro resbaló en una curva asfaltada de las calles regiomontanas.

La guerra por el poder militar

En la capital del país, mientras tanto, el presidente Zedillo seguía adelante con su campaña de discreta despedida. El desfile de ayer fue breve, sin pretensiones, deseoso de cumplir con el protocolo, regalándole al mandatario esos insólitos espacios de paz en medio de lo que en otros finales de sexenio era la crisis, el caos. Zedillo, por el contrario, se desliza sin problemas en el calendario que le llevará a dejar el poder. Ni siquiera el drama personal del caballista militar le podría alterar, individual como parecía ser. Pero no es sólo que un jinete del Estado Mayor Presidencial haya caído y que los ambulantes le hubiesen de trasladar en camilla, tieso, con un collarín rápidamente instalado. Es también la guerra interna que libran grupos militares por la sucesión en la Secretaría de la Defensa Nacional. Jose Domingo Ramírez Garrido Abreu, hermano de Graco, perredista éste avecindado en Morelos, es mencionado con insistencia como posible sucesor de Enrique Cervantes Aguirre, según eso por los méritos de amistad que habría hecho en Guanajuato cuando fue jefe de zona militar mientras el hombre de las botas era gobernador. Otros dos generales llamados Mario se agregan a la lista informal que para pulsar reacciones han filtrado desde el ámbito foxista: Mario Renán Castillo Fernández y Mario Delfino Palmerín Cordero. Ambos tienen tal vez más fuerza institucional, más presencia firme entre las tropas. Habrá de verse el perfil que escoja el presidente electo a la hora de abordar ese ámbito crucial. Por lo pronto, es posible ver el elemento común de esos tres nombres: la contrainteligencia, la preparación en el extranjero, en especial en Estados Unidos, la referencia a la lucha del Estado contra los movimientos guerrilleros. Tan dura es la refriega por esos cargos, los militares, que Fox anunciará primero, este miércoles, dos de las secretarías de su gabinete, las de Hacienda y Comercio; luego, el viernes, dará otros nombres y el lunes siguiente el resto, salvo Defensa Nacional y Marina, que se anunciarán el 30 de noviembre, la víspera de la toma de posesión. Y no puede dejarse de lado la version --estremecedora por el giro que implicaría, por la sustitución de la visión del infractor social por la del enemigo bélico-- de que la procuración civil de la justicia sería encargada a quien lo ha hecho en el ámbito militar: el general Rafael Macedo de la Concha.

Ni siquiera un discurso fúnebre

Tales dos caídas sucedieron el mismo día en que el último de los gobiernos priístas en serie decidió imponerle mordaza a la locuacidad tradicional del priísmo apropiado de las efemérides revolucionarias. Cada 20 de noviembre había sido fecha de concursos insulsos en los que determinados miembros del gabinete pretendían enviar mensajes profundos o cifrados a determinados personajes de la clase política nacional. Los tales oradores oficiales solían decir vacuidades sin fin que al día siguiente eran ensalzadas a ocho columnas en los diarios y comentadas durante varios días por la fauna de columnistas y articulistas ortodoxos --por llamarles de una manera cálida. Ahora, el gobierno zedillista consideró que las ceremonias oficiales no tiene por qué ser rigidas y, en ese afán de flexibilidad, le mandó unas flores a la señora revolución para acompañarla en su duelo y ya ni siquiera un jilguero para llenarla de elogios de cajón. Que nadie diga que no se le ha puesto el último clavo al ataúd ideológico de la tal Revolución.

Poderoso caballero

De que el mundo cambia y hoy lo que importan son los índices de las bolsas de valores y los resultados financieros, da cuenta el Nasdaq, que no es el nombre de algún jefe revolucionario árabe o asiático, sino el referente bursátil para saber cómo andan los negocios relacionados con la alta tecnología. Algunas de las firmas mexicanas que cotizan en Nueva York fueron alcanzadas por ese reconocimiento accionario del desplome de las expectativas de crecimiento de varias empresas dedicadas a la cibernética. El índice industrial Dow Jones, movido por sus componentes tecnológicos y financieros, también se fue a la baja, arrastrando entre otras a empresas mexicanas como Telmex, Televisión Azteca, Iusacell y Dina, generando así la suposición de que hoy, cuando reabra la Bolsa Mexicana de Valores --luego del descanso revolucionario-- podrían generarse pérdidas y ciertas turbulencias de incertidumbre ante el relevo presidencial del 1 de diciembre.

Pejelagarto madrugador

El índice accionario que resulta imprevisible es el del gobierno capitalino de Andrés Manuel Lopez Obrador, que ayer le madrugó a Fox en cuanto a dar a conocer la parte principal de su gabinete. Tal como se preveía, Jose Agustín Ortiz Pinchetti es el nuevo secretario general de Gobierno --quien correrá el riesgo de haber sido nombrado sólo para fines de elite, de representacion ante instancias especiales, como los partidos, y tareas de reformas legales, pero no para la operación directa de los problemas del Distrito Federal, área que se reservaría para algún poder tras el trono, acaso alguien como René Bejarano. También se confirmó que Samuel del Villar y Alejandro Gertz no serían propuestos al presidente Fox para su confirmación, pues se ha buscado que Bernardo Bátiz sea el nuevo procurador y Leonel Godoy el secretario de Seguridad Pública --tarea ésta que no aceptó, a pesar de las insistencias, Marcelo Ebrard, quien prefería la secretaría de Gobierno. En el esquema lopezobradorista fueron incluidas más mujeres que hombres, lo que con premura se ha tratado de hacer aparecer como ajeno a cuotas de género. Con anticipación se había señalado que López Obrador optaría por un gabinete de perfil bajo. Ya habrá tiempo de confirmar si tal definición resulta adecuada o insuficiente para enfrentar el gran monstruo capitalino que, por ejemplo, dio tan espectacular muestra de ferocidad en días pasados, en el coletazo del cártel de Tepito al que se quiso tocar en su sede.

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