Ť VENTANAS
Los sumerios decían flecha y decían vida con la misma palabra. Pero el primer relato escrito en el mundo, que fue obra de ellos, no se refiere para nada al vuelo de la vida como flecha en el tiempo. El tema es otro.
Cuenta el relato, escrito hace cuatro mil años a orillas del río Eufrates, que una familia sufría una desgracia que parecía irreparable: el hijo era un pésimo estudiante. Pero el grave problema encontró solución. La familia invitó al profesor a la casa y lo deleitó con un banquete, y al cabo de una larga noche de agasajos, lo halagó cubriéndolo de regalos. A la mañana siguiente, el pésimo estudiante se convirtió en el mejor alumno.
Este testimonio, registrado en signos cuneiformes sobre dos tablillas de barro cocido, demuestra que los profesionales del soborno practican el más antiguo de los oficios humanos. Las profesionales del amor, que se atribuyen esa gloria, no tienen pruebas escritas.